El plan de Puigdemont para reventar el pacto PSOE/Esquerra

El expresident sopesa forzar su propia detención para alimentar la tensión en la calle

02 de Agosto de 2024
Actualizado a las 12:37h
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Cerdan Puigdemont
Puigdemont con los emisarios del PSOE, en Bruselas, durante la negociación del pacto de legislatura

Cataluña vive momentos de tensión a la espera de que las bases de ERC avalen el acuerdo con el Gobierno para investir president de la Generalitat a Salvador Illa. Y mientras llega ese refrendo, Carles Puigdemont ha activado un plan B para tratar de sabotear ese pacto que lo dejaría a él fuera de juego y al borde de la detención por la Policía. Cuatro años de gobierno bipartito progresista sería el final del hombre de Waterloo y él lo sabe.

¿Pero cuáles pueden ser los siguientes pasos del líder de Junts? Algún que otro medio de comunicación de Madrid ha deslizado que el dirigente soberanista ha dado órdenes a sus topos en ERC para reventar el acuerdo desde dentro y que incluso podría movilizar a las bases de la Asamblea Nacional Catalana con actos de protesta en la calle. En esa estrategia, Puigdemont podría llegar a forzar su propia detención, un montaje muy jugoso en las que tendría todas las de ganar, ya que la ley de amnistía le ampara y su paso por la prisión sería más bien fugaz, de modo que jugaría con red. Para ello, le bastaría con atravesar la frontera y dejarse atrapar por las fuerzas de seguridad del Estado, lo que sin duda originaría un estallido social en el siempre tensionado mundo independentista. Un Puigdemont en plan mártir, entre rejas, aunque solo sea por unos días, supondría un golpe de efecto contundente capaz de atenuar el efecto eufórico de la izquierda por la firma del acuerdo PSOE/ERC.

Cualquier cosa puede ocurrir en un mes de agosto que se prevé de todo menos tranquilo en tierras catalanas. Puigdemont aseguró el pasado sábado su intención de regresar pronto a Cataluña para asistir al próximo debate de investidura, aunque el candidato sea el socialista Salvador Illa, e instó al Gobierno de Pedro Sánchez a evitar lo que sería su “detención ilegal”.

Tras semanas de discreto silencio, el expresident protagonizó un acto en Els Banys i Palaldà, en el sur de Francia, arropado por la plana mayor de Junts, coincidiendo con el cuarto aniversario de la fundación del partido y en vísperas de su posible retorno a España, pese a que sigue pesando sobre él una orden de detención nacional al no haberse beneficiado aún de la amnistía.

Carles Puigdemont pone toda la carne en el asador en un mes de agosto que se prevé decisivo en Cataluña

Ante unas 2.200 personas, según la organización, Puigdemont denunció el “complot judicial” por parte de ciertos jueces, a los que acusó de perpetrar un “golpe de Estado” al negarse a aplicar la ley de amnistía, y afirmó: “Cuando no la aplican, están cometiendo un delito, y espero que el Fiscal General del Estado persiga este delito, y espero que las autoridades eviten lo que sería una detención ilegal, arbitraria”.

“Esto es lo que hacen los gobiernos democráticos cuando hay una parte del Estado que los desafía. No miran hacia otro lado, sino que cogen el toro por los cuernos, toman decisiones y dicen: ‘Señores de la toga, así no puede ser'”, recalcó el expresident. En su opinión, las resistencias judiciales a aplicar una ley aprobada por las Cortes representan un “desafío a la democracia” comparable al “golpe de Estado” de “los Tejero, Milans del Bosch y Armada”.

Ofensiva de Junts

Es evidente que Carles Puigdemont está poniendo toda la carne en el asador para recuperar el terreno perdido tras las negociaciones entre socialistas y republicanos catalanes. Y cualquier estrategia le es válida para reventar un acuerdo que pondría fin, esta vez sí, al procés, abriendo una nueva etapa en Cataluña. En esa línea se interpretan sus recientes declaraciones, en las que pidió a Esquerra que no se fíe del PSOE de Sánchez porque siempre termina engañando a su interlocutor.

Así de enrarecido está el ambiente en vísperas de la votación en Esquerra. ERC necesita que la base del partido avale el acuerdo con los socialistas para investir a Illa. Pero la militancia –formada por cerca de 8.700 republicanos– está molesta a raíz del escándalo de la estructura B del partido, que realizó campañas denigratorias como la de los carteles de Maragall o el muñeco de Junqueras. El affaire del alzhéimer, una campaña infame en la que los publicistas de Esquerra trataban de identificar a Pasqual Maragall con la enfermedad mental (Fora l’Alzhéimer de Barcelona, Fuera el alzhéimer de Barcelona) ha provocado bajas, ceses y dimisiones, además de una profunda herida en el partido. Puigdemont sabe que Esquerra se encuentra en el momento de mayor debilidad desde que se puso en marcha el procés de independencia, y ha decidido pasar a la acción para tomar la iniciativa. Está en juego la hegemonía del independentismo catalán para los próximos cuatro años y un pacto de izquierdas ahora (con la cesión de un nuevo modelo de financiación para Cataluña, el famoso cupo catalán) sería un fuerte golpe para la derecha soberanista.

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