Euskadi era hasta este 21-A el principal feudo autonómico para Podemos. Hasta este 21-A. En apenas ocho años, ha pasado de tocar el cielo a morder el polvo de la insignificancia total en tiempo récord. Si el electorado a la izquierda del PSOE quería obtener este domingo alguna conclusión que le diera el norte para afrontar las próximas elecciones de la Unión Europea de junio con mayor o menor solvencia, esta cita en Euskadi ha evidenciado, en primer lugar, que la división no ha sido la mejor solución, y también que ni Podemos puede solo ni Sumar suma solo. Lo que en el argot popular se denomina hacer un pan como unas tortas. Elkarrekin Podemos ha perdido los seis diputados que obtuvo en las autonómicas de 2020 y queda fuera de la Cámara vasca tras alcanzar apenas un 2% de los sufragios.
Un total de 316.441 vascos eligieron la papeleta de Podemos en las elecciones generales el 20 de diciembre de 2015. Un histórico resultado que aún se vio ampliado apenas medio año después, en la repetición electoral del 26 de junio de 2016, hasta los 333.730 sufragios, el 29,05% del total de votos registrados en Euskadi en aquellas generales. Esto tuvo su reflejo en las autonómicas de aquel año, donde el partido morado alcanzó la tercera posición por encima del PSE, con un total de 11 diputados con el 14,86% de los votos, un total de 157.334 votantes. Podemos había tocado el cielo en Euskadi, fue la candidatura más votada en ambas convocatorias generales. Han pasado solo ocho años y la realidad es bien distinta.
La concurrencia por separado de la formación morada y Sumar diluye su potencial y saca al partido de Ione Belarra del Parlamento Vasco
La división evidenciada a la izquierda de los socialistas, que decidió concurrir por separado a esta cita autonómica del 21-A, ha registrado una sentencia inapelable del electorado vasco. El mensaje principal de los votantes va directamente dirigido a las líderes de Sumar, Yolanda Díaz, y de Podemos, Ione Belarra, indistintamente, que una pugna estéril a todas luces ha ofrecido un resultado final desolador para ambas formaciones. Definitivamente, supone un serio varapalo en suma para ambas formaciones, ya que en las elecciones vascas de 2020, en plena pandemia, la formación morada obtuvo el 8,05% de los sufragios, 72.113 respaldos en total. Un rédito electoral que se ha diluido por completo solo cuatro años después y coloca a la formación morada en una delicada posición para afrontar con garantías las próximas citas electorales, en Cataluña y la UE.
A tenor de los resultados definitivos de este 21-A, el voto de Podemos ha ido a parar directamente al notable crecimiento experimentado por EH Bildu y también a PSE o Sumar, o simplemente ha quedado difuminado en la abstención. El sueño de Podemos ha terminado también en Euskadi. Suma y sigue.