¿Qué demonios, por no decir coño y cojones, están haciendo Pedro Sánchez y su gobierno para frenar esta barbaridad del precio de la luz?

07 de Octubre de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Sanchez y BlackRock

Antes de iniciar este análisis quiero pedir disculpas, por si se ha herido la sensibilidad de alguien, al utilizar expresiones coloquiales del titular. Sin embargo, nadie pondrá en duda que ese es el sentir de decenas de millones de personas. Además, es mejor utilizar estas expresiones que todo el mundo entiende antes que hacer el ridículo con anglicismos absurdos y forzados como hacen otros y otras, sin ir más lejos, el anterior jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo.

El precio de la luz es, ahora mismo, la principal preocupación de los ciudadanos y ciudadanas de España, sobre todo de las víctimas de las diferentes crisis que están sufriendo la desigualdad provocada por el nuevo orden mundial impuesto por las clases dominantes públicas y privadas.

Es absolutamente descabellado ver cada día cómo se baten récords del precio de la energía. Hoy ya ha superado la barrera de los 300 euros el megavatio hora y nada parece indicar que vaya a frenar este ascenso. Entonces, ¿qué están haciendo el gobierno y su presidente?

Esta escalada absolutamente impresentable del precio de la energía no sólo afecta a los ciudadanos y ciudadanas de a pie, sino que está teniendo unas consecuencias directas en las pequeñas, medianas empresas y en las industrias. Hay pequeños negocios, como, por ejemplo, los relacionados con la hostelería que necesitan de mucha energía para poner a funcionar planchas, hornos, cafeteras, etc. No son grandes compañías, son empresas que ya vienen muy tocadas económicamente por las consecuencias de la pandemia. ¿Nadie piensa en ellos? Parece que no.

Desde luego, las soluciones que se están pretendiendo aplicar son inválidas por la falta de coraje del Ejecutivo de Pedro Sánchez en adoptar las decisiones que hay que adoptar: intervenir definitivamente el mercado energético. ¿No será que se está frenando esa actuación por la herencia recibida de Iván Redondo y las posibles promesas o acuerdos que pudo alcanzar en sus reuniones «secretas» con el IBEX35?

Para solucionar esto, además de ser valiente en la toma de decisiones (y hasta ahora no se ha sido), hay que tener capacidad de liderazgo para ponerse al frente de un diálogo con todos los actores implicados en esta situación. No se trata sólo de hablar con las compañías eléctricas después de haber aplicado unas medidas que han provocado una reacción desproporcionada y que, al fin y al cabo, ha sido la causa de que se hayan iniciado estos contactos.

Tampoco es una solución la compra centralizada de gas natural por parte de la UE, como propuso Pedro Sánchez, porque hay que entender que los plazos con los que trabaja Europa no son los que necesita el pueblo que sufre. Además, las élites y las clases dominantes de los mercados ya se encargarán de minimizar los daños de que esta medida pudiera llevarse a efecto.

Sánchez y los ministros y ministras implicados e implicadas en el precio de la energía deben liderar un diálogo con todos los actores que manejan esos mercados y poner por delante el poder del pueblo, el poder democrático, el poder de la igualdad y la fuerza de los principios ideológicos para evitar que se den prebendas que luego son declaradas ilegales por parte de los tribunales europeos, tal y como ocurrió ayer con los beneficios fiscales concedidos por el PP a determinadas grandes empresas españolas.

Las decisiones adoptadas hasta ahora han generado ruido pero, por mucho enfado que haya provocado en las compañías eléctricas, en realidad, han sido medidas de corte capitalista no muy distintas de las que hubieran aplicado Vox o el PP. Rebajar impuestos supone una pérdida de ingresos del Estado pero no afecta a los actores del mercado (no se trata en exclusiva de las eléctricas, sino que hay otros factores y personajes que saben manejarlo y manipularlo). Esta es la medida que habría adoptado un gobierno neoliberal porque está en su ideario. Un Ejecutivo progresista habría adoptado otro camino que, hasta ahora, no se ha decidido explorar. La razón de Estado, una vez más.  

Se pueden hacer propuestas, pero ese tiempo ya ha pasado. Ha llegado la hora de las decisiones justas, no de los parches o las medias tintas. Es el momento de que se demuestre que tanto el Partido Socialista como Unidas Podemos son capaces de priorizar al pueblo antes que a las razones de Estado.

Todo lo que ha hecho este gobierno hasta ahora se ha demostrado insuficiente. Por más que se penalice a las compañías eléctricas, por más que se rebajen impuestos, el precio de la luz sigue subiendo y esas medidas podrán abaratar algo la factura energética de las familias, pero no frenan el problema principal.

Además, esta subida de la luz está golpeando a uno de los principios fundamentales que un partido en cuyas siglas están las palabras «socialista» y «obrero»: la igualdad real. Aquí se no se trata de género, sino que la energía eléctrica convierte la desigualdad en un fenómeno global que afecta a todos y a todas. No es de recibo que en un mismo vecindario, por culpa de la diferencia de ingresos, la subida de la luz provoque que unos puedan poner la calefacción o el aire acondicionado, mientras que el resto se vea obligado a poner la lavadora a las 2 de la mañana o a pasar calor o frío.

La semana que viene comienza el 40 Congreso del PSOE. Será una buena oportunidad para que quien lo está dirigiendo promueva en las comisiones correspondientes medidas efectivas basadas en la ideología que sean trasladadas al secretario general que, casualmente, es también el presidente del Gobierno. Si Sánchez no acepta un mandato de su partido, por razones de Estado o por lo que sea, entonces los socialistas que siguen defendiendo los valores del partido sabrán que tienen a un líder que defenderá cosas, pero no los valores fundamentales de una formación que inició su historia en el año 1879.

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