Rajoy reinventa el periodismo deportivo

25 de Noviembre de 2022
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Mariano Rajoy en una imagen de archivo. Foto:  European People's Party.

Avanza el bochornoso Mundial de Qatar entre rumores de posibles atentados de Al Qaeda, aburridos partidos seguidos por aficionados-actores contratados por el emir y mucha represión contra la mujer y la comunidad homosexual. La aplastante victoria de la España de Luis Enrique sobre Costa Rica nos deja la imagen del campeonato y Mariano Rajoy –sí, ya saben, aquel hombre que llegó a presidente del Gobierno dejando frases para la historia como “un vaso es un vaso y un plato es un plato”–, se ha estrenado con un articulito sobre el partido para el periódico El Debate(el medio de la Asociación Católica de Propagandistas). Al parecer, de esta manera, el registrador de la propiedad cumple su gran sueño de niño: ser cronista deportivo.

No puede decirse que el ex presidente del PP se haya extendido precisamente en extensión del texto, en profundidad y en capacidad de análisis. A decir verdad, ha despachado el encargo con un par de parrafillos que se leen en menos de un minuto.

La desgana, el tedio, el hecho de que nunca pase nada porque la acción se supedita a la forma son, en sí mismos, rasgos del columnismo burgués, un género en el que podríamos encuadrar a don Mariano. De entrada, el título de su sección lo dice todo: Así fue (o no), todo un monumento a su galleguismo conocido internacionalmente. Y acto seguido se liquida la crónica en dos párrafos de siete líneas con perlas como “Costa Rica es Costa Rica”, “Arabía Saudí y Japón eran Arabía Saudí y Japón” y “Alemania es Alemania”. Y arreando que es gerundio, aquí no se escribe ni media palabra más que cansa. Rajoyismo en estado puro. Se desconoce lo que han podido pagarle por ese breve haiku futbolero, pero hay que reconocerle su habilidad para triunfar en todo lo que hace con la ley del mínimo esfuerzo. Si hay que ser un genio para llegar a presidente engañando a todo un país, más todavía para dedicarse a escribir sin escribir.

Lo cual que Rajoy aplica al periodismo el mismo estilo sobrio y parco de hacer política por el que pasó a la posteridad. Recuérdese que, cuando el Prestigese hundía en aguas gallegas dejando un tsunami de negro chapapote, él, como ministro competente del ramo (más bien incompetente), zanjó la cuestión diciendo que el fuel que salía a espuertas del depósito de la embarcación no pasaba de ser unos cuantos “hilillos de plastilina”. Seamos sinceros, no se trabajó demasiado la peor catástrofe medioambiental de la historia de España. Y en lo peor del proceso de independencia de Cataluña, cuando Artur Mas le pedía sentarse a negociar y riadas humanas de catalanes descontentos participaban en las Diadas más concurridas de la historia, construyendo castellers indepes más altos que el madrileño Pirulí, el entonces presidente se limitó a no hacer nada y a dejar que todo se pudriera.

Quiere decirse que Rajoy siempre ha sido Rajoy (por decirlo en su propio estilo retórico basado en el circunloquio) y no se ha destacado precisamente por su abnegación, su capacidad de esfuerzo y su dedicación a la cosa pública. Siempre fue de esos gobernantes que lo delegan todo en otros mientras él se dedicaba a lo que realmente le apasionaba: leer el Marca y ver fútbol. A Mariano Rajoy era inútil preguntarle por los nombres de los directores generales y secretarios de Estado de cada uno de sus departamentos ministeriales, pero la alineación del Real Madrid del partido del último domingo se la sabía de pe a pa. No vamos a decir que el expresidente se dejara llevar por la pachorra, ni que fuese un vago o maltrabaja (Moncloa exige mucha dedicación y sacrificio), pero que se ventilaba los asuntos del país en el tiempo que tardaba en fumarse un puro, eso lo sabe todo el mundo.

Lógicamente, un hombre escribe de lo que sabe, tal como piensa, actúa y se conduce en la vida. La prosa de Dashiell Hammett es electrizante porque volcaba en sus relatos toda su agitada experiencia como detective privado, con el crimen y los bajos fondos; Sir Arthur Conan Doyle, como médico que era, puso al doctor Watson a narrar y recopilar las historias de Sherlock Holmes (de ahí el método científico y racional del más importante detective privado de la historia de la literatura); y si Joseph Conrad fue el mejor escribiendo sobre el mar eso fue gracias a sus vivencias como oficial de la marina mercante británica. El Rajoy cronista deportivo, además de plasmar su pasión por el fútbol, no podía sino desarrollar su carácter personal, su mundo interior, su estilo conciso, corto y austero (por algo fue el presidente de los recortes y la austeridad). Seguramente el redactor jefe le pediría un texto lo más completo posible, trabajado y analítico sobre el 4-4-2 de Luis Enrique, el rendimiento de cada jugador y un relato pormenorizado de las jugadas clave del encuentro, no menos de mil palabras, pero él, don Mariano, fiel a su escuela, le diría a su mujer algo así como “es very difficult todo esto” o “mañana tengo el coñazo del artículo ese”, como cuando la prensa lo pilló, a micrófono abierto, mostrando su fastidio por tener que acudir al desfile del 12 de Octubre. Rajoy está reinventando el columnismo español. De hecho, ha inaugurado un nuevo género literario: el artículo humo. Hizo de la política el arte de la nada y va camino de hacer lo mismo con el periodismo. Hay que ser un genio.

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