Sánchez opta por el modelo ayusista de "convivir con el virus" que quiebra la Sanidad y la economía

06 de Enero de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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El colapso en las urgencias empieza a ser generalizado.

La estrategia política del "sálvese quien pueda", es decir, permitir que el virus infecte a la mayor parte de la población hasta alcanzarse la inmunidad de rebaño, va camino de paralizar el país. El sistema sanitario español se ha colapsado definitivamente (en algunos centros de salud gallegos ya solo se atiende a pacientes con coronavirus) y las bajas laborales causan estragos en las empresas y en la economía nacional. Al final de la pandemia, el Gobierno Sánchez ha optado por la consigna de "hay que convivir con el virus", delegando toda la responsabilidad de la gestión sanitaria en las comunidades autónomas (la famosa cogobernanza), y virando hacia los mismos postulados que han mantenido los grandes gobiernos neoliberales como Boris Johnson en el Reino Unido y la propia Isabel Díaz Ayuso en Madrid.

El concepto ayusista de la libertad ha terminado por imponerse, pero esa anarquía sanitaria (Ayuso es una ácrata convencida que no cree en el Estado de bienestar) empieza a pasar factura a la sociedad española y a la economía misma. De hecho, la presidenta de Madrid ya ha dicho en reiteradas ocasiones que "hay que aprender a convivir con el virus, con cuarentenas y estrategias. Todos tenemos que asumir responsabilidad y poner recursos. La CAM ha trabajado como todas". Sin embargo, la Sanidad pública madrileña implosiona y el personal sanitario ya no puede más. Los refuerzos no llegan y las inversiones tampoco. El sistema se resiente por los cuatro costados con una forma de entender la pandemia, la de Ayuso, tras la cual se esconde, sin duda, el objetivo último del PP, que no es otro que acabar por desmantelar la Sanidad pública y orientar todo el sistema hacia el área privada, siguiendo la estela del modelo norteamericano.

Que Ayuso mantenga esa línea política se entiende. A fin de cuentas es una liberal hasta las cachas. Pero que Pedro Sánchez, el dirigente de un partido supuestamente progresista, haya caído en la trampa del manido lema "hay que convivir con el virus" no se sostiene bajo ningún concepto. Es evidente que detrás de esta decisión está el miedo del presidente del Gobierno a perder las próximas elecciones generales. Si el Ejecutivo central adopta medidas sanitarias restrictivas e impopulares, eso le restará votos con total seguridad. Las pasadas elecciones madrileñas fue un serio toque de atención para Moncloa. Por tanto, Sánchez ya ha elegido y ha optado por hacer seguidismo de Ayuso, un camino que pese a lo que pueda parecer no es el único existente, ya que otros dirigentes como Pere Aragonès en Cataluña o Ximo Puig en Valencia han apostado por medidas sanitarias mucho más severas, incluso por el toque de queda.

Mientras tanto, la explosión de contagios que ha generado la nueva variante del coronavirus, ómicron, ha provocado que las bajas laborales se tripliquen en diciembre en nuestro país. Según los datos aportados por el Ministerio de Seguridad Social, del 1 al 30 de noviembre se dieron 75.861 bajas, mientras que hasta el 23 de diciembre se notificaron 240.011. Unos datos que se han disparado en solo tres semanas porque aún falta el recuento desde el día 24.

Lo que sí ha descendido es la duración media de estas bajas. En noviembre fue de 12,6 días, mientras que en las tres primeras semanas de diciembre fue de 9,96 días. Y es que ómicron ha provocado que la incidencia se dispare. Los últimos datos aportados por el Ministerio de Sanidad indican que la incidencia acumulada (IA) se sitúa en los 2.433,94 casos por cada 100.000 habitantes, 138,14 puntos más que la jornada anterior.

Además, la estrategia de convivir con el virus está provocando serías disfunciones no solo en la economía y en el mercado laboral, sino en el sistema sanitario. Según La Voz de Galicia, la dirección del área sanitaria de Vigo ha ordenado a algunos centros de salud que atiendan solo "consultas urgentes y relacionadas con el covid" a lo largo de esta semana, según se recoge en una indicación enviada a los facultativos, enfermeras y personal administrativo. Esto supone que se anularán las consultas programadas, que son aquellas que normalmente se utilizan para las revisiones periódicas de los enfermos crónicos. "Se trabajará únicamente a demanda", dice el correo enviado a los sanitarios, y para ello se bloqueará la posibilidad de pedir citas.

Pero esta situación no se está dando solo en nuestro país. Cuatro hospitales del condado inglés de Lincolnshire se han declarado en situación de emergencia y han limitado algunos servicios debido a una escasez de personal provocada por los contagios. También el sector de la hostelería y el comercio minorista del Reino Unido han advertido de que afrontan numerosas bajas debido a los confinamientos por covid y avisan de que muchos establecimientos podrían tener que cerrar.

Estas bajas laborales también se están notando en los supermercados de Australia, donde ya hay estantes vacíos. En lugar de productos hay carteles que anuncian el impacto de esta nueva variante. Con los reponedores enfermos apenas tienen mano de obra, ni distribuidores para abastecer los establecimientos. ¿Cuánto tardará España en notar el desabastecimiento? Sin duda cuando las plantillas de camioneros y transportistas se vean esquilmadas por ómicron, cuando los jornaleros caigan infectados y cuando las cajeras y dependientes terminen en sus casas aquejados de la nueva variante del covid.

Un problema aún peor es la industria cárnica, donde muchos empleados viven juntos y si uno se contagia el resto tiene que aislarse también. Por eso reclaman que se les hagan test de antígenos a diario para administrar la cadena de suministros de alimentos. En Estados Unidos han marcado el récord absoluto de la pandemia con al menos un millón de contagios el lunes. Allí también sufren las bajas de los sanitarios y hay camas vacías en los hospitales que no pueden ocupar porque no tienen cómo atenderlas. La conclusión es tan lógica como de sentido común: cuando se permite que una pandemia campe a sus anchas bajo el eslogan de que la población debe hacer vida normal cualquier país termina colapsando.

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