Síntesis
Lo del colesterol es de antiguo y es clásico el consejo médico de “hay que bajar el colesterol, no coma huevos”.
Pero ¿tiene fundamento científico tal consejo?
No. Ni para jóvenes, ni para maduros, ni para ancianos. Ni para varones ni para mujeres.
Los científicos de Estados Unidos son los que exportaron y exportan la teoría lipídica, el miedo al colesterol y el consumo sin sentido de estatinas. Todo el el altar de promover el consumo de bebidas como Coca-Cola.
Tienen acólitos ("expertos", líderes de opinión, “key opinion leaders”) en las distintas naciones que gobiernan las propias sociedades científicas para difundir "la verdad": el miedo al colesterol. Son médicos magos y comerciantes, que reducen todo a pura biología y a gran negocio.
Las sociedades científicas médicas no son tales, sino máquinas de propaganda de las industrias.
¡Pobres médicos honrados! ¡Pobres pacientes!
Biología sin ciencia
Todo es pura biología en la enfermedad coronaria y los ictus, y por eso en la confección de las tablas de riesgo cardiovascular se presupone que ningún aspecto sociocultural influye en la salud. Absurdamente, la injusta distribución de la riqueza, la pobreza y la soledad, por ejemplo, no se consideran causa del enfermar cardivascular[1].
La altanería moral se justifica con falsos estudios de una cierta prevención cardiovascular, basada en normas dietéticas y en el uso de medicamentos sin fundamento científico. La prescripción de estatinas para bajar el colesterol en pacientes sin enfermedad coronaria es un poco como la del Tamiflú en la gripe, un despropósito sin fundamento[2]. Parte de este exceso se debe al éxito conceptual de la teoría del colesterol y de la imagen de “tubos que se obstruyen” para explicar el infarto de miocardio.
Se ignoran, por ejemplo, los estudios que demuestran que en los ancianos el tratamiento con estatinas como mucho cambia la causa de la muerte pero no prolonga la vida[3]. Habría que preguntar a los viejos si prefieren morir de infarto, o por cáncer, o dementes, o por suicidio, puesto que la fecha de su muerte no se cambia. Pero nada de ello cabe en esta opción que no duda y pretende marcar los límites de lo bueno y lo malo, lo deseable y lo reprobable.
El disfrute de la vida
En prevención lo mínimo es la precaución (y no creer en milagros).
Para disminuir la probabilidad de tener un infarto de miocardio lo mejor es dejar de fumar y llevar una vida de disfrute del trabajo, del sexo, del amor, de la familia y de los amigos, de dieta estilo mediterráneo y de la práctica de los deportes que le gusten. Y si puede, cambie de clase social (hacia arriba).
En concreto, ante preguntas del tipo de «¿qué piensa usted de esos huevos que venden bajos en colesterol?», la respuesta sencilla es «el colesterol es un elemento básico del cuerpo humano; consuma huevos si le gustan y no se preocupe de su nivel de colesterol, sino de cocinarlos de forma agradable y apetitosa; hoy por hoy no sabemos de beneficios probados de los huevos y alimentos que se venden como bajos en colesterol; coma con gusto y disfrute del comer, que es actividad placentera que se puede ejercer varias veces al día».
Lo dicho, no se mida el colesterol y sea feliz.
1958-1999
El trabajo The Seven Countries Study[4] permitió comparar distintas poblaciones respecto al efecto de los estilos de vida, sobre todo de la dieta, en la patología y mortalidad cardiovascular. Sus resultados pueden sorprender pero en general demuestran el beneficio de la dieta mediterránea. Así, por ejemplo, la mortalidad por infarto de miocardio fue cinco veces mayor en Minnesota (EEUU) que en Gerona (España). En la práctica, 193 mg/dl de colesterol en sangre en un estadounidense de Minnesota equivalen a 239 de un español. Las poblaciones mediterráneas tienen otra "historia natural" del enfermar cardiovascular, y no se pueden trasladar los hallazgos de una poblaciones a otras. De hecho, el colesterol bajo llega a asociarse a mayor mortalidad general incluso en Estados Unidos[5].
1965
La industria azucarera colaboró estrechamente con científicos y nutricionistas de la Universidad de Harward (Estados Unidos) para señalar la grasa y el colesterol como las causas alimentarias de las cardiopatías coronarias y restar importancia al consumo de azúcares[6].
Tras un repunte en 1965 de la atención mediática sobre los riesgos de los azúcares para las enfermedades coronarias, la industria encargó el Proyecto 226, una revisión bibliográfica escrita por investigadores del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, que se publicó en el New England Journal of Medicine en 1967[7]. En él se concluía que «no cabía duda» de que la única intervención dietética necesaria para prevenir las enfermedades coronarias era reducir el colesterol alimentario.
Para llevar a cabo la revisión bibliográfica, la industria azucarera pagó a los científicos de Harvard, fijó el objetivo de la revisión, aportó artículos para su inclusión y corrigió borradores. Sin embargo, la financiación y el papel de la industria no se revelaron en la publicación.
Como era esperable, la revisión bibliográfica criticaba duramente los estudios que relacionaban el azúcar con las enfermedades cardíacas. La revisión sostenía (en falso) que los niveles de colesterol en sangre eran el único factor de riesgo significativo de cardiopatía coronaria.
1968-73
El Minnesota Coronary Experiment, un ensayo controlado aleatorizado llevado a cabo en 1968-73, fue el mayor (casi 10.000 personas) y quizá el más rigurosamente ejecutado ensayo dietético sobre la reducción del colesterol mediante la sustitución de grasas saturadas por aceite vegetal rico en ácido omega linoleico. El Minnesota Coronary Experiment es el único ensayo controlado aleatorizado de este tipo que completó la evaluación postmortem del grado de aterosclerosis coronaria, aórtica y cerebrovascular y del estado del infarto, y el único que probó los efectos clínicos del aumento del ácido linoleico en grandes subgrupos preespecificados de mujeres y adultos mayores. Con la dieta de aceite omega vegetal disminuyeron el colesterol y los lípidos en sangre, pero no disminuyó la mortalidad cardiovascular[8].
1977 y 1983
Los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido introdujeron directrices dietéticas nacionales en 1977 y 1983, respectivamente, con el objetivo de reducir las enfermedades coronarias mediante la reducción de la ingesta de grasas.
En 1977 se introdujeron recomendaciones dietéticas para 220 millones de ciudadanos estadounidenses y en 1983 para 56 millones de ciudadanos británicos.
Estas recomendaciones se basaron en los resultados de 2.467 varones que demostraban que no había cambios en la mortalidad por cambios en la dieta. No hubo ensayos clínicos que demostraran beneficio alguno. No hay beneficio alguno con las dietas que reducen la ingesta de grasas[9].
1993
En su revisión sobre la eficacia de las dietas hipolipemiantes, Walter Rosser[10] demostró que disminuyen el colesterol en sangre alrededor de un 13% cuando el estudio se lleva a cabo en una institución cerrada (hospital, por ejemplo), y un 3-4% cuando el estudio se realiza en una institución abierta o en la comunidad. En ambos casos era nula la repercusión en la incidencia de la cardiopatía isquémica y en su mortalidad. Claramente, la cifra de colesterol es un resultado intermedio que no tiene que ver con el resultado final. Es decir, con dietas pobres en grasa se puede bajar el colesterol en sangre, pero no disminuir la mortalidad consecuente.
1997
Los firmantes de este texto lograron publicar un artículo en la revista Medicina Clínica[11] acerca de la inutilidad del tratamiento con estatinas y dieta en la prevención primaria de la cardiopatía coronaria, donde se citaba la revisión de Rosser. Prevención primaria es cuando no ha habido problemas coronarios, cuando el único problema es que el colesterol y los lípidos están altos en sangre. Tal artículo tardó más de lo habitual en publicarse y sólo vio la luz cuando sus dos autores aceptaron la condición del Comité Editorial de publicar otro texto simultáneo “a favor” de la hipótesis de las ventajas de la prevención primaria de la cardiopatía isquémica; su título: “Sigue el debate sobre el tratamiento de la hipercolesteremia en la prevención primaria de la enfermedad coronaria. ¿Qué ha hecho el colesterol para merecer esto?”[12].
2009
El grupo de Félix Miguel García[13] publica en el Boletín Farmacoterapéutico de Navarra un texto clave que resume muchas de sus críticas a los consensos sobre “el colesterol” y su tratamiento, con énfasis en la prevención primaria sin límites y con estatinas. Tal texto lleva por título: “Las cifras mágicas en la prevención farmacológica de la enfermedad cardiovascular y de las fracturas. Una valoración crítica”. Coincidía en su análisis con el grupo de Therapeutic Letters[14], también demostró la falta de eficacia de las estatinas en prevención primaria.
Finalmente
Finalmente se admitió el error de aconsejar dietas bajas en grasas para la prevención de las enfermedades coronarias por cardiopatía isquémica. Se publicaron artículos científicos en las mejores revistas científicas al respecto en Estados Unidos[15], Japón[16] y el Reino Unido[17], y las sociedades científicas implicadas admitieron que la dieta sin grasa y la preocupación por el colesterol son cuestiones a olvidar.
Por supuesto, el consumo de huevos no hay porqué impedirlo, si gustan “Higher consumption of eggs (up to one egg per day) is not associated with increased risk of coronary heart disease or stroke” [El mayor consumo de huevos, hasta uno diario, no se asocia a incremento del riesgo coronario ni de ictus]. [18],[19].
CONCLUSIÓN
¡Olvídese del colesterol y sea feliz!
La cifra de colesterol en sangre es un resultado intermedio que no asegura el resultado final que buscamos, la disminución de la mortalidad coronaria.
Los resultados intermedios han llevado a graves errores[20]. En el campo concreto de las estatinas, nada como la historia de la cerivastatina (Lipobay) y de la mortalidad que provocó[21].
Hubo quien propuso el poner estatinas en el agua del grifo.
Y, desde luego, puesto que la toman con más frecuencia los “sanos preocupados” (los más sanos que se “cuidan” más), se ha asociado su consumo a resultados increíbles como tener menos quemaduras, accidentes de trafico y laborales, menos caídas y menos heridas[22],[23].
También se proponen “alimentos funcionales” para bajar el colesterol. Todo ello es puro negocio falto de ciencia y profesionalidad.
La historia es triste porque el mito del colesterol, de las dietas bajas en grasa y de los beneficios sin perjuicios de las estatinas persistirá por muchos años, dañando a los pacientes y privándoles de una dieta a su propio gusto.
Referencias citadas en el texto:
NICE recommends introduction of 10% statin threshold into QOF despite GP opposition
http://www.pulsetoday.co.uk/your-practice/qof/nice-recommends-introduction-of-10-statin-threshold-into-qof-despite-gp-opposition/20010115.article#.VWyy2lInAhM
Like the story of oseltamivir, the statins saga forces us to confront the deep flaws in our current system for evaluating medicines and guiding clinical decisions. In particular, how can it be right to recommend mass treatment of healthy people without independent review of the patient level data, especially the data on adverse effects? Thanks to Alltrials (www.alltrials.net), the European Medicines Agency, and the US Institute of Medicine, solutions are emerging, but we have a long way to go. The statins trialists have huge potential influence, and they have a choice. They can take the lead on transparency or be pulled kicking and screaming into the light.
http://www.bmj.com/content/351/bmj.h3908
[1]https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/CIRCRESAHA.121.319811
[2]https://www.bmj.com/content/351/bmj.h3908
[3]https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1941858/
[4]https://www.sevencountriesstudy.com/about-the-study/history/
[5]https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJM199101033240116
[6]https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/article-abstract/2548255
[7]https://www.nejm.org/doi/abs/10.1056/NEJM196707272770405
[8]https://www.bmj.com/content/353/bmj.i1246
[9]https://openheart.bmj.com/content/2/1/e000196.full
[10]http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2379573/
[11]http://equipocesca.org/las-hiperlipemias-y-la-prevencion-primaria-de-la-cardiopatia-isquemica/
[12]Ros Rahola E. Sigue el debate sobre el tratamiento de la hipercolesteremia en la prevención primaria de la enfermedad coronaria. ¿Qué ha hecho el colesterol para merecer esto? Med Clin (Barc) 1997; 109: 542-5.
[13]http://www.navarra.es/home_es/Temas/Portal+de+la+Salud/Profesionales/Documentacion+y+publicaciones/Publicaciones+tematicas/Medicamento/BIT/Vol+17/BIT+17+4.htm
[15]http://www.lowcarbdietitian.com/blog/academy-of-nutrition-and-dietetics-a-giant-step-in-the-right-direction
[16]https://www.karger.com/Article/Abstract/381654
[17]http://openheart.bmj.com/content/2/1/e000196.full
[18]http://www.bmj.com/content/346/bmj.e8539
[19]http://www.elcorreo.com/alava/v/20101012/pvasco-espana/midan-colesterol-sean-felices-20101012.html
[20]http://www.ti.ubc.ca/sites/ti.ubc.ca/files/92.pdf
[21]http://equipocesca.org/el-resultado-intermedio-como-problema-clinico-y-de-salud-publica-a-proposito-de-la-mortalidad-por-cerivastatina/
[22]http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19349320
[23]http://www.actasanitaria.com/el-mirador-de-juan-gervas-menos-es-mejor/