¿Es Donald Trump un fascista? Posiblemente, no, aunque sí que es un estafador patológico que sabe que el único modo de ganar políticamente era subirse al tren de la ultraderecha mundial. ¿Hay 73 millones de neonazis, conspiranoicos y supremacistas en Estados Unidos? Evidentemente, no.
Sin embargo, el programa de gobierno que aplicará Trump en su nuevo mandato es un documento muy peligroso porque reniega de valores democráticos que promueven la violación, incluso, de los derechos humanos.
El famoso Proyecto 2025 es un documento de la ultraderecha radical estadounidense que cimenta la Agenda 47 de Trump. Un análisis de este documento que no hay sido muy tratado en España debería poner en alerta a todos aquellos países del mundo en los que el actual presidente electo no cuenta con negocios, porque esa es la base real de la agenda de Trump: sus negocios. Ya destruyó la Oficina de Ética de la Casa Blanca durante su primer mandato porque le llamaron la atención sobre la utilización del cargo para cerrar acuerdos comerciales, tanto por su parte como por las empresas de sus familiares, sobre todo de su yerno Jared Kushner.
Trump mantuvo buenas relaciones con regímenes autocráticos como Azerbaiyán, Rusia, Kazajstán, Israel o Turquía. Casualmente, en esos países Trump tenía negocios o contaba con inversores de sus empresas o de las de su familia. No hay más que recordar cómo fue un oligarca ruso relacionado con la mafia el que salvó de la quiebra al rascacielos de la Quinta Avenida propiedad de la corporación de su yerno.
El Proyecto 2025 fue creado por una parte del equipo que Trump tenía en la Casa Blanca. La sociedad sobre la que se sustenta es la Heritage Foundation, un aquelarre ultra al que se han asociado los principales líderes de la extrema derecha mundial por su agenda radical.
El documento, cuyo original es puesto a disposición de los lectores de Diario16+ al final de este análisis, plantea, entre otras cosas, el despido indiscriminado de millones de trabajadores de la administración pública, la ampliación de los poderes de Trump para acercarlo a los líderes autocráticos que tanto veneran los ultras, el desmantelamiento de las agencias de sanidad y educación y, evidentemente, recortes de impuestos que sólo benefician a los ricos que, casualmente, son los que financian la Heritage Foundation.
Hay otros elementos que preocupan es la llamada a la violencia política contra los que se opongan a la implantación de este proyecto. «Estamos en el proceso de la segunda revolución estadounidense, que seguirá siendo incruenta si la izquierda lo permite», afirmó el presidente de la fundación ultra en el podcast de Steve Bannon.
El documento es tan radical que, por cuestiones electoralistas, Trump intentó desmarcarse de él. Sin embargo, sus creadores trabajaron para Trump durante su primer mandato. El director del Proyecto 2025, Paul Dans, fue jefe de Personal de la Casa Blanca; Spencer Chretien fue asistente especial de Trump; Russell Vought fue miembro de la Oficina de Gestión y Presupuestos. La propia Heritage Foundation ha reconocido que el documento fue creado por miembros de la Casa Blanca designados directamente por Trump.
El Proyecto 2025 pretende eliminar cualquier redistribución de funciones de la administración pública, es decir, que los poderes recaigan en su totalidad en el presidente. Es decir, el modelo autocrático en el que el jefe del Estado tiene el poder absoluto a la hora de tomar decisiones.
El documento, además, aboga por la eliminación de cualquier tipo de protección para los trabajadores públicos de carrera que pueden ser despedidos para ser sustituidos por políticos designados directamente por el presidente, es decir, por Donald Trump.
No se salva ningún departamento, incluso los relacionados con la seguridad. Para estos ultras el FBI es «una organización arrogante que actúa al margen de la ley», según se señala en el documento.
Evidentemente, otro de los puntos vectoriales de lo que será el programa de gobierno de Donald Trump es el de la inmigración. Entre las medidas se encuentra la deportación inmediata y masiva de decenas de millones de inmigrantes, una idea que Trump sí que ha utilizado en su campaña electoral.
Tampoco se libra la cuestión climática. En un momento en el que las catástrofes atmosféricas se están cebando con varias partes del mundo, como España o el propio Estados Unidos, el programa de gobierno oculto de Donald Trump se ceba contra las políticas ambientales.
En concreto, reclama detenga la guerra contra los combustibles fósiles. Casualmente, algunos de los principales donantes de Trump y de la Heritage Foundation son magnates del petróleo. Los objetivos de reducción de emisiones de carbono a la atmósfera son sustituidos por lo contrario, es decir, un incremento de la producción de este tipo de combustibles.
Respecto a la economía, expone dos visiones contrapuestas en lo relacionado con los aranceles y se contraponen dos elementos que son antitéticos: las políticas proteccionistas defendidas por los ultranacionalistas y la defensa del libre comercio del Tea Party.
Eso sí, todos están de acuerdo con la supresión de impuestos fundamentales para garantizar el estado del bienestar y que lo único que provocarán es que los millonarios sean más ricos y las clases trabajadoras más pobres.
Estos ultras que han confeccionado el programa oculto de gobierno de Donald Trump no dudan en pretender cerrar las empresas tecnológicas que, casualmente, son la competencia de Elon Musk.
La realidad es que el Proyecto 2025, que será la base fundamental sobre la que se asiente el próximo gobierno de Donald Trump, es una especie de tratado de la distopía que sólo tiene como objetivo el desmantelamiento de la democracia y de los derechos y libertades de los ciudadanos. Eso sí, se hará en nombre de una libertad que, en realidad, sólo encierra la autarquía.