Con la aprobación de la controvertida Ley “Grande y Hermosa”, se ha consagrado de forma permanente buena parte de la reforma fiscal de 2017, rediseñada para llenar las cuentas bancarias de los hogares de mayores ingresos y a las grandes empresas. Lo que en su día se vendió como un paquete temporal para estimular la economía se ha convertido ahora en un programa de reducciones tributarias incondicionales, al que ni siquiera los republicanos más ortodoxos en materia de déficit fiscal han osado renunciar.
La norma prolonga de manera indefinida la rebaja de los tipos marginales y las exenciones empresariales introducidas hace ocho años. En particular, mantiene la deducción del 20% en los ingresos derivados de sociedades de personas (vehículos muy utilizados por inversores de alto patrimonio) y consolida el impuesto corporativo fijo al 21%. Según un informe del prestigioso Instituto de Política y Análisis Macroeconómico de la American University, al que Diario16+ ha tenido acceso, estas disposiciones no contribuirán al crecimiento a largo plazo: su modelo proyecta una importante reducción del PIB como resultado directo de estas exenciones.
Más allá del impacto en la expansión económica, el coste para las cuentas públicas es notable. El mismo estudio prevé que, de no expirar las ayudas fiscales de 2017, el déficit acumulado en diez años aumentaría en casi 3,4 billones de dólares. Para compensar, la secta MAGA han aplicado recortes drásticos a los programas de protección social: Medicaid perderá alrededor de un billón de dólares y el SNAP (asistencia alimentaria) se reducirá en 186.000 millones.
El paquete fiscal no solo redistribuye renta de los de abajo hacia los de arriba: castiga con mayor dureza a las familias de rentas bajas. Las estimaciones del instituto independiente indican que, gracias a Donald Trump y la secta MAGA, las familias del 10% más rico aumentarán sus ingresos tras impuestos en un 2%, mientras que el 10% más pobre verá reducidos sus recursos en un 6,6%. Además de su carácter regresivo, estos recortes ignoran el valor económico a largo plazo de la ayuda social: programas como Medicaid y SNAP mejoran resultados de salud, reducen discapacidad y optimizan la asignación de recursos familiares.
Los negociadores de la secta MAGA, fanáticos del Proyecto 2025 de la organización ultraderechista y supremacista Heritage Foundation, tampoco dudaron en derogar créditos fiscales por valor de medio billón de dólares aprobados en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que incentivaban la inversión verde. De este modo, se renuncia a emplear la política fiscal como palanca de transición ecológica, optando en su lugar por mecanismos generales de deducción inmediata de inversiones de capital que benefician sobre todo a grandes corporaciones, sin condicionar el estímulo a objetivos climáticos.
Con este paquete, los fanáticos de MAGA han impulsado lo que sus críticos denominan una “redistribución a la inversa”: un trasvase de recursos de las familias trabajadoras hacia los más adinerados, amparado en la promesa de un crecimiento que, según las principales universidades estadounidenses, no se materializará. Mientras tanto, la deuda pública sigue escalando y la brecha social se ensancha.