Calificar como genocidio a lo que está perpetrando Israel en la Franja de Gaza y en Cisjordania no es una cuestión ideológica, ni de izquierdas ni de derechas, es definir las cosas como son. Israel está perpetrando un genocidio y está cometiendo crímenes contra la Humanidad que acerca al país hebreo cada vez más a lo que los nazis hicieron a los judíos en Europa.
Afirmar que Israel es un país que practica el apartheid sistemático y que lleva implementando una política de exterminio contra el pueblo palestino no es antisemitismo, tal y como pretenden hacer los políticos conservadores ignorantes y analfabetos o los países que no han superado su complejo de culpabilidad por lo sucedido en la II Guerra Mundial. Defender al pueblo palestino no conlleva la condena a todos los judíos del mundo. Ese es el simplismo al que la propaganda israelí, junto a sus mamporreros europeos y norteamericanos, quieren llevar a la opinión pública.
La problemática en Oriente Medio sólo se solucionará si Estados Unidos da un vuelco respecto a su posicionamiento de dar protección e impunidad a los crímenes de Israel. Sin embargo, candidato a la Casa Blanca ha perdido votos por ello. Es más, les resulta rentable desde un punto de vista económico, puesto que está demostrado que las donaciones del lobby proisraelí pueden dar un vuelco a los resultados electorales de noviembre. Por eso, ni a Biden ni a Trump les preocupa lo más mínimo que Israel esté asesinando a decenas de miles de civiles, que bombardee hospitales y escuelas o que sus francotiradores disparen a la cabeza de los niños. Saben que eso no les quitará compromisarios.
Faltan seis meses para las elecciones presidenciales. Los movimientos de apoyo al pueblo palestino y en contra del genocidio de Israel que se han iniciado en las universidades americanas podrían provocar un cambio en esta situación histórica. Es muy complicado, pero podría suceder.
Sin embargo, en la Casa Blanca y en la Torre Trump están tranquilos, sobre todo por la posición ambivalente del actual presidente, quien es capaz de decir que está desolado por las imágenes que le llegan desde Gaza, mientras aprobaba un envío masivo de armas a Israel.
A principios de mayo, en respuesta al plan del gobierno israelí de seguir adelante con su asalto a Rafah, la administración Biden anunció que suspendería un envío de armamento militar. Esa fue una medida importante porque cada bomba retenida significa que algunas vidas palestinas pueden salvarse.
Sin embargo, sólo se detuvo un envío. Biden, con el silencio cómplice de Trump, no ordenó el fin del apoyo militar estadounidense a Israel. En una declaración pública, el presidente estadounidense afirmó que no enviaría armas ofensivas si se atacaba Rafah. Esa comunicación ignoró la realidad de que, además de los aviones y drones que bombardeaban la ciudad, las tropas israelíes ya habían tomado el control del cruce fronterizo con Egipto, habían vuelto a ocupar el área y habían izado la bandera israelí en el lado palestino de Gaza.
El 13 de mayo, la ONU informó que cerca de medio millón de palestinos ya habían huido para salvar sus vidas para escapar del asalto a Rafah. En cambio, los funcionarios de la administración Biden justificaron la acción israelí al calificarla como «limitada». Es decir, que no era lo suficientemente grande como para cortar el envío de armas a Israel, como afirmó el presidente.
Israel no parará de ser un Estado genocida hasta que Estados Unidos, sea quien sea el presidente, no comience a imponer sanciones con consecuencias reales que hagan que el país hebreo conozca que sus acciones tienen un precio. Hasta que Estados Unidos no retire su apoyo militar, tecnológico y financiero a Israel, la impunidad seguirá siendo lo habitual.
No obstante, eso no pasará porque, a priori, lo que suceda en Gaza no tiene coste electoral. Eso sí, según fuentes del Partido Demócrata, existe cierta preocupación con lo que puede ocurrir en noviembre con el voto joven, sobre todo después de un estudio publicado por la Universidad de Harvard en el que un 80% de los encuestados se mostraban favorables a un alto el fuego en Palestina.
En estados tradicionalmente republicanos se está comprobando, según indican las mismas fuentes, que entre los jóvenes está creciendo la opinión de que el apoyo ciego a Israel, un país que está siendo investigado por la Corte Penal Internacional por genocidio, no es algo de lo que se enorgullecen como norteamericanos.