Una nueva infamia de Vox: votar en contra de la ley que protege los derechos del niño

16 de Abril de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Teresa-López

¿Es posible que un partido político en un sistema democrático pueda votar en contra de una ley que protege los derechos de los niños frente a los abusos de los adultos? Es posible. Vox lo hizo ayer. El Pleno del Congreso debatía el proyecto de ley orgánica de protección a la infancia y la adolescencia frente a la violencia y, cuando le llegó el turno, la extrema derecha dijo no. Los nostálgicos del régimen anterior están en contra de todo lo que suponga democracia y avances en derechos sociales, pero resulta difícil entender que alguien pueda negarse a una ley que trata de amparar a los menores. ¿Por qué mantienen semejante disparate ideológico? Porque según ellos el Estado pretende decirle a los padres cómo educar a sus hijos, porque la ley amenaza la vida, la familia, la tradición y a España misma, según la diputada de Vox, Teresa López.

La exposición de la representante verde rozó el esperpento, cuando no el delirio, y fue un claro ejemplo de totum revolutum, de demagogia y de verborrea barata sin ningún sentido. Los representantes de Vox ya ni siquiera se preparan las intervenciones parlamentarias, acuden a San Jerónimo con las cuatro ideas manidas de siempre y las sueltan en cualquier asunto de debate nacional. Da igual de lo que se hable ese día en el hemiciclo: siempre van a decir no a cualquier cosa que vaya contra sus cerriles dogmas y mandamientos patrióticos y religiosos (Dios, patria, familia tradicional y orden). Que se discute sobre el cambio climático o el precio de los alquileres, enseguida aparece ETA y la conspiración separatista-bolchevique; que se habla de la pandemia mundial, todo forma parte de un plan de los rojos para engañar al país; que el tema del día es la eutanasia, España se rompe por culpa de los comunistas. No tienen programa, no tienen proyecto de país, no son más que un partido de amiguetes nostálgicos salidos de algún banquete de homenaje a Franco que se les fue de las manos a los postres y a las copas. Y así es como pretenden llevar el timón del país: con cuatro topicazos falangistas fuera de todo tiempo y toda lógica.

La nueva legislación, conocida como Ley Rhodes por el pianista que sufrió abusos en su infancia y que ha visibilizado el drama de miles de niños maltratados, contiene aspectos tan loables como la ampliación de los plazos de persecución de los delitos (eleva a 35 años la edad desde la que empieza a contar la prescripción de los abusos a menores); incorpora el deber de todos los ciudadanos de denunciar cualquier indicio de violencia contra un niño; y contempla la privación de la patria potestad para los condenados por homicidio o maltrato (quizá sea eso lo que más ha molestado a Vox, ya que ellos son patriarcales y a partir de ahora se perseguirá al macho maltratador que se ceba no solo con la mujer sino con los hijos). Además, se establece la obligación de los colegios de prevenir los casos de abusos y aborda el problema del bullying o acoso escolar, así como la violencia contra colectivos vulnerables y el ciberdelito. El PNV también se opuso, pero por cuestiones de competencias territoriales, no porque rechace el texto legal.

Por tanto, ¿qué hay de malvado o demoníaco en todos esos artículos aprobados ayer? ¿Acaso el espíritu de la ley no contiene lo mejor del ser humano? Sin duda así es. Pero el negacionismo es fantástico, vale lo mismo para un roto que para un descosido. En apenas cinco minutos de intervención, la ponente de Vox despachó una cuestión tan importante y trascendental como es la violencia contra la infancia mezclando la demagogia con una sarta de mentiras, el socialcomunismo, los enemigos de la patria y ETA (ya hemos dicho que la banda terrorista, derrotada y extinta hace años, aparece en cada intervención con independencia de quién sea el ponente y cuál sea el asunto a debatir). Y en un nuevo alarde delirante, la señora diputada invitó a los partidos de izquierdas a “rezar el rosario”, porque falta les hace, antes de exigir al Gobierno de coalición que “deje de mecer las cunas de los niños que nos les pertenecen y dejen a los padres educar a sus hijos en los valores que ellos elijan”. Claro que sí, permitamos que los maltratadores aporreen a sus hijos hasta matarlos, dejemos que los abusones acosen a sus compañeros de clase, volvamos a la ley de la selva, al feudalismo sin derechos y a la liquidación del Estado democrático, que es lo que les motiva a ellos. Al final, un rifle o una pistola para cada ciudadano y la ley libertaria del Far West, como en la América trumpista donde cada día liquidan a un negro.

Llegado ese momento lisérgico nadie entendía nada, todo era pura verborrea sin ningún sentido, y ese es precisamente el leitmotiv de Vox: confundir a los españoles, embaucarlos en una neolengua extraña e ininteligible, trastornar sus cabezas y llenarlas de odio. Con cada intervención del partido de Abascal la razón y la lógica estallan en mil pedazos; el sentido común se evapora; y aparece el mismo teatro del absurdo de siempre, el críptico mantra, la letanía de ideas míticas, extrañas, enfermizas y aberrantes regadas con una buena dosis de odio guerracivilista.  

Vox dice que el proyecto que ayer pasó el trámite en el Congreso de los Diputados es una ley de “adoctrinamiento”. ¿Pero adoctrinamiento de qué, qué quiere decir esta señora, por qué tratan de volver loco al personal retorciendo la realidad y la verdad de las cosas? ¿Acaso proteger a la infancia de los malos tratos de un monstruo no es una idea buena y noble? Pues a los señoritos no les gusta la ley. Por momentos parece que están deseando una sociedad de palos, palos en las calles, palos del macho contra la parienta, palos de la policía contra los menas, palos del padre borracho contra sus hijos. Todo lo que dicen y hacen es de puro psiquiátrico, como cuando alegan que esta normativa es un paso más en la batalla por potenciar “la cultura antifamilia y las leyes antihombres”. Han perdido el juicio y quieren enloquecer también al país.

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