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Científicos de Cataluña preparan una vacuna contra el coronavirus

Antonio González Aguayo
Antonio González Aguayo
Licenciado en Historia, Escenografía teatral y con estudios de periodismo. Escribo en diferentes medios digitales.
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análisis

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Gracias a un consorcio formado por tres instituciones científicas que cuenta con el apoyo de la multinacional farmacéutica Grifols, se están desarrollando en Cataluña los primeros tratamientos contra el coronavirus. Dicho consorcio tiene previsto ensayarlos primero en abril, en cultivos celulares y, a continuación, los candidatos más prometedores se probarán unas semanas más tarde, posiblemente antes del verano, en animales. Así se busca crear un anticuerpo que evite que el virus entre en las células que quiere infectar

Dichas instituciones participantes son el Barcelona Supercomputing Center (BSC), sede de los superordenadores MareNostrum, que aplica la bioinformática para deducir cómo debe ser un fármaco capaz de neutralizar el coronavirus; el instituto IrsiCaixa, con sede en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, que diseña anticuerpos a partir de la información facilitada por el BSC y los ensayará en cultivos de células vulnerables al coronavirus; y el Centre de Recerca en Sanitat Animal (CreSA), con sede en Bellaterra, que aprovechará su larga experiencia en coronavirus para realizar los ensayos en animales.

Precisamente la semana pasada se celebró una teleconferencia entre científicos de IrsiCaixa y de institutos de Marsella (Francia) y Munich (Alemania) para establecer una colaboración internacional que acelere el desarrollo de fármacos y vacunas. Tienen previsto presentarse a la inminente convocatoria de la Iniciativa de Medicamentos Innovadores (IMI) de la Comisión Europea, que este mes asignará 30 millones de euros a proyectos de investigación sobre el coronavirus.

Según Alfonso Valencia, investigador Icrea que dirige el departamento de Ciencias de la Vida del BSC, “No empezamos de cero. Durante la epidemia del ébola en el oeste de África, desarrollamos métodos computacionales para desarrollar terapias a partir de la información del genoma del virus. Sin embargo, la epidemia se resolvió antes de que llegáramos a aplicarlas. En cuanto se publicó el genoma del nuevo coronavirus [el 10 de enero], pensé que era el momento de aprovechar todo ese trabajo que habíamos hecho”.

Estos métodos computacionales revelan cuál es la estructura tridimensional de la proteína que el virus utiliza para unirse a las células que infecta. A partir de ahí, permiten deducir cómo deberían ser los anticuerpos que bloqueen la entrada del virus en las células.

En el caso del nuevo coronavirus, dispone de proteínas llamadas Spike (o proteínas S), que sobresalen de su membrana y le dan una apariencia de corona cuando se observa en un microscopio (por eso se llama coronavirus). Estas proteínas Spike son las que le permiten anclarse a unos receptores concretos de la membrana de las células llamados ACE2. La estrategia, por lo tanto, consiste en diseñar anticuerpos que impidan que la proteína Spike se una a los receptores ACE2.

El plan de trabajo prevé crear físicamente los anticuerpos en IrsiCaixa a partir de los datos bioinformáticos facilitados por el BSC. Se están creando cuatro anticuerpos que estarán disponibles para iniciar ensayos en cultivos celulares en un plazo de entre 4 y 6 semanas. Los ensayos se realizarán con un tipo de células que se han utilizado anteriormente en otros laboratorios para estudiar fármacos contra coronavirus distintos.

“Los anticuerpos tienen la ventaja de que tienen un efecto duradero, por lo que una sola inyección debería ser suficiente para tratar una infección aguda”, señala Nuria Izquierdo-Useros, que ensayará los cuatro anticuerpos en los cultivos celulares. Los resultados de los ensayos se pueden tener en poco más de una semana.

Después de los fármacos, el consorcio científico intentará obtener una vacuna contra el nuevo coronavirus, por lo que se seleccionarán uno o dos anticuerpos, los que muestren más eficacia, y se enviarán a Joaquim Sagalés, del CreSA, para que los ensaye en animales. Sagalés, que se especializó en coronavirus a raíz del MERS surgido en Oriente Medio en 2012, los ensayará en ratones transgénicos que expresen el receptor ACE2 en sus células. Si los resultados son óptimos, el tratamiento se probará en otros animales (cerdo, pollo, civeta) antes de administrarlo a personas.

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