La artista Carrie Ann Baade: memoria y arte para las mujeres invisibles de la historia

La creadora estadounidense combina historia familiar, óleo y collage para dar voz a protagonistas invisibles entre los siglos XVII y XVIII

06 de Septiembre de 2025
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Carrie Ann Baade, Allegory of Bad Government, 2018, oil on canvas, 36 x 48
Carrie Ann Baade, Allegory of Bad Government, 2018, oil on canvas

En un estudio lleno de lienzos, pinceles, telas y fragmentos de papel, Carrie Ann Baade trabaja como si pudiera viajar en el tiempo. Su última exposición, Birthplace: Remembering Louisiana’s Forgotten Women, se inauguró en LeMieux Galleries de Nueva Orleans, proponía un recorrido por los siglos XVII y XVIII, devolviendo presencia y rostro a mujeres que habían quedado borradas de la memoria histórica.

Antes de la fotografía, la pintura era el medio para registrar la identidad, la moda y la vida cotidiana de las personas, explica Baade mientras guía por su taller. La reconstrucción de estas figuras históricas no es sencilla: la mayoría de los retratos que han llegado hasta nosotros pertenecen a familias adineradas, mientras que la vida de mujeres anónimas apenas está documentada.

Terpsichore, Thalia, Urania, and Marie Agnes Simon; paintings from Birthplace Remembering Louisiana's Forgotten Women by Carrie Anne Baade's 2025 exhibition at LeMieux Galleries, New Orleans.
Terpsichore, Thalia, Urania, and Marie Agnes Simon; paintings from Birthplace Remembering Louisiana's Forgotten Women by Carrie Anne Baade's 2025 exhibition at LeMieux Galleries, New Orleans.

Un viaje al árbol genealógico

El proyecto nació de un impulso personal: explorar su propia historia familiar. Entre pruebas de ADN y archivos históricos, Baade rastreó más de 9.000 antepasados y decidió centrarse en un periodo concreto, de 1690 a 1740, antes incluso de la fundación de Nueva Orleans. “Elegí ese lapso porque me permite dar cuerpo y rostro a mujeres cuyas vidas, aunque fundamentales, nunca fueron registradas”, comenta la artista.

Cada retrato se construye a partir de decenas de referencias, que incluyen documentos culturales, vestimenta de la época y patrones históricos que ayudan a imaginar la vida diaria de estas mujeres. Baade mezcla óleo, collage, telas y pequeñas perlas, incorporando mapas o alusiones a eventos históricos que situan a las protagonistas en un contexto real. Algunos fondos evocan motivos franceses como el toile de Jouy, recreando escenas domésticas y reflejando la estética del periodo.

Carrie Ann Baade, MelancholiaDemons
Carrie Ann Baade, MelancholiaDemons

Entre culturas y memorias

El interés de Baade no se limita a la familia: reconoce la compleja interacción de culturas en Luisiana, incluyendo pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y otros grupos marginados que configuraron la región. “Cada mujer tiene su propia historia, y su vestimenta nos habla de sus miedos, sus pasiones y su entorno”, asegura la artista.

Muchas de estas mujeres llegaron a América como fille du roi, jóvenes francesas enviadas por Luis XIV para poblar Nueva Francia. Sus rostros se habían perdido con los años y Baade los reconstruye mediante un equilibrio entre documentación histórica y técnicas contemporáneas, incluida la inteligencia artificial, que le permite imaginar rasgos faciales y posibles vínculos familiares.

Primeros pasos y formación

Carrie Ann Baade nació en Estados Unidos y desde muy joven mostró una fascinación por la pintura y la historia. Creció rodeada de libros de arte y recuerdos familiares, lo que despertó su interés por narrativas invisibles. Durante su adolescencia comenzó a experimentar con óleo y técnicas mixtas, desarrollando un estilo que combinaba realismo, surrealismo y atención al detalle histórico.

Carrie Ann Baade, Collage for Allegory of Bad Government, 2012
Carrie Ann Baade, Collage for Allegory of Bad Government, 2012

Su formación formal se consolidó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Estatal de Florida, donde actualmente también ejerce como profesora. Allí aprendió no solo a perfeccionar su técnica pictórica, sino a investigar la historia material y cultural detrás de los retratos, conocimiento que aplicaría más tarde en su proyecto de recuperación de la memoria femenina.

Una carrera marcada por retos

La trayectoria profesional de Baade no estuvo exenta de dificultades. Tras terminar su formación, sus primeros años como artista independiente fueron complicados: el mercado del arte es competitivo, y su obra, centrada en temas históricos y personajes olvidados, no siempre era comprendida. Sin embargo, su persistencia y su capacidad para combinar rigor académico con sensibilidad artística le abrieron puertas.

En 2006, con un portafolio digital limitado, consiguió llamar la atención de consultoras y galerías, lo que le permitió exponer en Nueva York y consolidar su carrera. Publicó su primer monográfico de autorretratos surrealistas, y desarrolló un estilo reconocible, caracterizado por la mezcla de óleo, collage, telas y elementos históricos. Cada obra es un ejercicio de memoria y reivindicación.

Durante la crisis económica de 2010, Baade llegó a cuestionarse su papel como docente y creadora, temiendo que enseñar arte pudiera empujar a los estudiantes hacia la inestabilidad. Sin embargo, la disciplina, la perseverancia y el aprendizaje continuo —incluyendo talleres en Bali con artistas como Alex y Allyson Grey— reforzaron su confianza en la capacidad del arte para transformar vidas y generar reflexión.

Carrie Ann BaadeSelf Portrait as Medusa as Athena 14x11 2022.
Carrie Ann Baade Self Portrait as Medusa as Athena 14x11 2022.

Arte como puente entre generaciones

El trabajo de Baade se distingue por su precisión histórica y su sensibilidad estética. Cada cuadro funciona como un homenaje silencioso, rescata del anonimato a mujeres que sostuvieron comunidades enteras y transforma recuerdos fragmentarios en imágenes con vida propia. Sus retratos narran historias de supervivencia, cultura y legado, invitando al espectador a reconsiderar la historia y la importancia de dar voz a quienes fueron ignoradas.

Birthplace no es solo una exposición; es un archivo emocional, una cartografía de memorias olvidadas y un acto de justicia poética. Las obras invitan a reflexionar sobre la identidad, la herencia y el poder del arte como herramienta para preservar la memoria de quienes la historia relegó al silencio.

Para Carrie Ann Baade, la pintura no es únicamente un medio artístico: es un puente entre generaciones, un vehículo para redescubrir vidas y una afirmación de que la historia está compuesta no solo por grandes nombres, sino por mujeres comunes que moldearon sociedades enteras. Gracias a su obra, esas vidas vuelven a ocupar un lugar en la memoria colectiva, celebradas y reconocidas finalmente.

Un legado que perdura

Más allá de la técnica, la sensibilidad y la documentación, el legado de Baade reside en su capacidad de humanizar la historia. Cada obra es un recordatorio de que la memoria cultural no puede limitarse a los grandes acontecimientos: son las historias cotidianas, las pequeñas decisiones y las vidas anónimas las que construyen una sociedad. En sus retratos, las mujeres de Luisiana recuperan voz, identidad y presencia, y nos enseñan que la historia se escribe también a través del cuidado, la imaginación y la reivindicación artística.

“Quiero que quienes miren mis cuadros sientan que estas mujeres existieron, que vivieron, amaron y sufrieron, y que, gracias a ellas, la historia de Luisiana y América es más rica y compleja”, concluye Baade.

 

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