Anna Weyant, la joven pintora canadiense que comenzó su carrera vendiendo sus obras en la playa por 400 dólares, ha dado un giro de 180 grados que la ha colocado entre las figuras más codiciadas del arte contemporáneo. Con solo 30 años, la artista ha logrado traspasar las barreras del mercado del arte, con piezas que han alcanzado hasta 1.6 millones de dólares en subastas. Ahora, llega al Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid con su primera exposición monográfica en un museo, un hito que profundiza en la ambigüedad de su obra, donde lo perturbador y lo sublime se dan la mano.

La enigmática mirada de Weyant
Desde que Anna Weyant comenzara a vender sus primeros cuadros en ferias de arte en Nueva York y los Hamptons, su nombre ha estado asociado a una explosión de éxito que contrasta con sus humildes orígenes. Nacida en Calgary en 1995, Weyant estudió pintura en la Rhode Island School of Design y pasó una temporada en la Academia China de Arte en Hangzhou, donde forjó el estilo que hoy la define: una paleta de colores apagados y una atmósfera inquietante que destila tanto belleza como tensión. Esta dualidad se refleja claramente en las 26 obras que conforman la exposición en el Thyssen, las cuales recorren su evolución artística.
En sus lienzos, Weyant explora temas como la feminidad, la adolescencia y el paso a la madurez, con un enfoque singularmente perturbador. Sus figuras, mayoritariamente femeninas, parecen estar atrapadas en momentos de vulnerabilidad, atrapadas entre la belleza y el sufrimiento. Lo que inicialmente parecen ser escenas cotidianas se transforman en escenas de una violencia latente, que desafían las convenciones sociales de la feminidad y la juventud. Un claro ejemplo de esto es su serie sobre el doppelgänger, una figura duplicada que representa una máscara social, una distorsión de la realidad.

El director artístico del museo, Guillermo Solana, ha destacado la capacidad de Weyant para capturar el erotismo y la ambigüedad en sus retratos de chicas jóvenes, lo que recuerda a la obra de artistas como Balthus. Sin embargo, a diferencia del pintor francés, que presentaba un erotismo más voyeurista, Weyant utiliza estos elementos para crear una atmósfera inquietante, como una forma de resistencia a la mirada masculina. De hecho, su trabajo se presenta como una respuesta feminista, irónica y de humor negro frente a las convenciones artísticas del pasado.
Una mirada a la obra
En la exposición de Madrid, la obra de Weyant se coloca en diálogo con los grandes maestros de la colección permanente del Museo Thyssen, como Balthus, Mattia Preti y René Magritte. Esta interacción no solo subraya sus influencias artísticas, sino que también resalta su habilidad para hacer referencia al pasado mientras presenta una visión contemporánea y única. Por ejemplo, su fascinación por el surrealismo de Magritte y el barroco de Zurbarán se refleja en sus composiciones, que exploran la violencia latente y la opresión en el contexto de la cultura pop y la sociedad actual.
La obra de Weyant también destaca por sus escenas de naturaleza muerta, un género que a menudo se asocia con la calma y la perfección visual. Sin embargo, en las piezas de la artista canadiense, los objetos cotidianos adquieren una atmósfera inquietante, casi macabra. Un claro ejemplo de esto es su famosa pintura That's All Folks (2024), donde el título de la obra, sacado del famoso personaje de los Looney Tunes, se convierte en una ironía sombría que refleja la contradicción entre lo lúdico y lo oscuro que caracteriza su estilo.

La mujer como protagonista
En su obra, Weyant retrata a mujeres jóvenes que parecen estar atrapadas en una especie de cuento de hadas, pero con una mirada irónica que subraya las contradicciones y los traumas de la adolescencia. “Es una etapa que la artista describe como una época muy traumática, pero también muy cómica y ridícula. Lleno de tragedias que pueden ser también comedias grotescas”, explica Solana. Esta visión de la juventud, como una etapa de confusión y de descubrimiento, es una de las claves de la exposición. Sus personajes, aunque con una apariencia tranquila y serena, están marcados por una tensión subyacente, que invita al espectador a mirar más allá de lo superficial.
Por ejemplo, en su obra Wit Of The Staircase (2020), Weyant nos presenta una escena de lo más común: una figura femenina que parece estar atrapada en su propia burbuja social. Sin embargo, la ambigüedad de la escena genera una sensación inquietante: la mujer parece a punto de caer, pero también podría estar a punto de escapar de una realidad que no comprende completamente. Este es el tipo de tensión que permea toda su obra, invitando al espectador a reflexionar sobre la compleja relación entre la juventud, la belleza y el sufrimiento.

La exposición en el Thyssen
La exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza es un paso importante en la carrera de Weyant, que sigue siendo una de las artistas más prometedoras de su generación. A través de esta muestra, los visitantes pueden apreciar la evolución de su estilo y la profundidad de su visión artística, que continúa desafiando las convenciones del arte contemporáneo. La exposición se puede visitar hasta el 12 de octubre de 2025, y es una oportunidad única para sumergirse en el universo inquietante y fascinante de una artista que ha logrado transformar la angustia en belleza.
Con su mirada única sobre la feminidad, la adolescencia y la sociedad contemporánea, Anna Weyant ha conseguido crear una obra que es a la vez perturbadora y sublime, un testimonio de su capacidad para capturar la complejidad de la experiencia humana a través de su arte. En el Museo Thyssen, su obra cobra vida de una manera nueva, en un diálogo constante con los grandes maestros del pasado y con los problemas del presente. Sin duda, esta exposición será un hito en la carrera de Weyant, y un referente para el arte contemporáneo en los próximos años.