El cuadro robado por un nazi reaparece en Argentina tras ocho décadas de misterio

Una investigación periodística y un descuido familiar permiten localizar la obra del italiano Giuseppe Ghislandi, valorada en 50.000 dólares, mientras la justicia argentina investiga posibles delitos de contrabando y encubrimiento

07 de Septiembre de 2025
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El cuadro robado por un nazi reaparece en Argentina tras ocho décadas de misterio
Foto: Robles Casas & Campos

En una sorprendente vuelta del destino, el “Retrato de una dama” del pintor italiano Giuseppe Ghislandi, desaparecido durante la Segunda Guerra Mundial tras ser apropiado por un funcionario nazi, ha sido finalmente localizado en Argentina, casi 80 años después de su sustracción. La obra, datada en 1710 y representando a la condesa Colleoni, se encontraba en la residencia de los herederos de Friedrich Kadgien, un abogado alemán vinculado al régimen de Adolf Hitler.

El cuadro fue detectado gracias a un anuncio de venta de una casa en Mar del Plata, a 400 kilómetros de Buenos Aires, donde la pintura aparecía colgada en una sala de estar. Este detalle despertó la alerta de autoridades y expertos en arte, iniciándose así un proceso que combinó investigación periodística, allanamientos judiciales y peritajes técnicos.

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El rastro histórico de la obra

El destino del “Retrato de una dama” comenzó a complicarse en 1940, cuando la invasión nazi de los Países Bajos obligó a Jacques Goudstikker, un marchante judío de Ámsterdam con una colección de más de mil piezas, a huir del país junto a su familia. Durante su traslado hacia Estados Unidos, Goudstikker falleció en un accidente, y gran parte de su colección fue apropiada a precio reducido por altos cargos del régimen, incluido Kadgien, estrecho colaborador de Hermann Göring y miembro de las SS.

Tras la derrota nazi, Kadgien escapó hacia Suiza, luego Brasil y finalmente Argentina, donde se instaló como empresario hasta su fallecimiento en Buenos Aires en 1978. Durante décadas, la pintura permaneció fuera del radar de las autoridades y de los herederos de Goudstikker, que desde los años 90 han logrado recuperar más de 200 obras de la colección original.

La pista argentina

El hallazgo del cuadro fue posible gracias a la labor del diario holandés Algemeen Dagblad y a un descuido de Patricia Kadgien, hija del antiguo funcionario nazi, quien puso en venta su vivienda en Mar del Plata y publicó fotografías del interior en un portal inmobiliario. Entre los muebles y la decoración, la obra aparecía con toda claridad, lo que permitió a las autoridades argentinas iniciar las diligencias pertinentes.

Sin embargo, al acudir a la propiedad, los investigadores encontraron que el cuadro había sido retirado. Tras varios allanamientos sin éxito, finalmente los herederos de Kadgien entregaron la pintura a la fiscalía local, donde permanece custodiada en condiciones óptimas de preservación. Peritos de arte han certificado su buen estado y estiman un valor de mercado cercano a los 50.000 dólares.

El caso ha derivado en la detención domiciliaria de Patricia Kadgien y de su esposo, Juan Carlos Cortegoso, por presunto encubrimiento y obstrucción a la justicia. La justicia federal investiga si ambos participaron en el contrabando del cuadro y si otras piezas localizadas en sus propiedades también podrían ser objeto de litigios por expolio nazi.

Entre los objetos incautados se encuentran pinturas, grabados y dibujos de los siglos XVIII y XIX, algunos vinculados a colecciones europeas saqueadas durante la Segunda Guerra Mundial. La identificación y autenticación de estas obras continuará en los próximos meses.

El abogado de la pareja, Carlos Murias, defendió la postura de sus clientes alegando que Patricia Kadgien no había nacido cuando se cometieron los delitos y que, de haberse producido, estarían prescritos. Sin embargo, expertos en derecho internacional advierten que los crímenes de guerra y los cometidos en el contexto de genocidio son imprescriptibles, lo que podría complicar la situación legal de los acusados.

El valor histórico y cultural de la obra

El “Retrato de una dama” no solo posee un valor económico relevante, sino también un peso simbólico en la historia del arte y de la memoria histórica. Representa el testimonio de una de las muchas obras que fueron objeto de saqueos sistemáticos por parte del régimen nazi, y cuyo destino ha permanecido incierto durante décadas.

La restitución de la pintura a los herederos de Goudstikker no solo sería un acto de justicia material, sino también un reconocimiento de la memoria de aquellos que fueron despojados de su patrimonio durante el Holocausto. Hasta ahora, los descendientes del marchante judío han logrado recuperar más de 200 piezas de su colección, y esperan que el caso actual se resuelva de manera similar.

Expertos en arte y representantes de la comunidad internacional han celebrado el hallazgo del cuadro, subrayando la importancia de mantener activa la investigación y la colaboración entre países para la recuperación de obras robadas durante conflictos bélicos. La colaboración entre periodistas, autoridades judiciales y peritos especializados ha sido clave para localizar la pintura, que podría permanecer bajo custodia judicial hasta la resolución definitiva del litigio.

El fiscal federal Carlos Martínez destacó la relevancia del caso: “Este hallazgo demuestra que la memoria histórica y la justicia pueden encontrarse incluso décadas después. No se trata solo de una obra de arte, sino de la reparación de un daño histórico”.

Por su parte, los herederos de Goudstikker han manifestado su intención de seguir los pasos legales necesarios para que el cuadro vuelva a manos de la familia, como ocurrió con otras obras de la colección. La expectativa es que, en las próximas semanas, la pintura se integre a los procedimientos de restitución, reafirmando la posibilidad de justicia tras años de impunidad.

El descubrimiento del “Retrato de una dama” en Mar del Plata marca un nuevo capítulo en la historia de las obras de arte expoliadas por los nazis. Tras casi ocho décadas de incertidumbre, la combinación de investigación periodística, descuidos familiares y diligencias judiciales ha permitido que una pieza de gran valor artístico y simbólico resurja, recordando que la memoria histórica y la justicia pueden coincidir incluso tras generaciones de olvido.

Mientras la fiscalía continúa con la investigación y se evalúa la autenticidad y procedencia de otras piezas halladas, el caso se perfila como un ejemplo de cómo la historia, el arte y la justicia se entrelazan en la recuperación de patrimonios robados, ofreciendo una lección de perseverancia y vigilancia frente a los crímenes del pasado.

 

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