Madrid está celebrando uno de los hitos más importantes de su vida cultural. La famosa Cuesta de Moyano, conocida por ser la feria de libros permanente de la ciudad, cumple 100 años el próximo 11 de mayo de 2025. Este rincón literario, que lleva impregnado el alma de la ciudad desde 1925, ha sido un refugio para generaciones de lectores y escritores, un lugar donde se ha comprado y vendido más que solo libros: se han tejido historias, se han formado amistades y se han vivido momentos que quedarán grabados en la memoria colectiva de la capital.

El origen de un emblema literario
Ubicada entre el Parque del Retiro y el Real Jardín Botánico, la Cuesta de Moyano fue inaugurada oficialmente en 1925, aunque sus orígenes se remontan a 1919, cuando los primeros libreros se instalaron en el Paseo del Prado, cerca del Jardín Botánico, donde comenzaron a vender libros de segunda mano. Los primeros años fueron difíciles, ya que la gerencia del Botánico no estaba muy de acuerdo con la instalación de estos puestos. Finalmente, el Ayuntamiento de Madrid decidió trasladarlos a la actual Cuesta de Moyano, un emplazamiento que ha sido el hogar de la feria desde entonces.

El nombre de la calle hace referencia a Claudio Moyano, un político del siglo XIX que impulsó la Ley de Instrucción Pública de 1857, un hito en la educación española. A lo largo de los años, la Cuesta de Moyano se ha ganado el título de "la calle más leída de Madrid", una definición que Francisco Umbral, escritor y periodista, dejó escrita en su obra.
Un espacio de historia literaria
La Cuesta de Moyano no solo ha sido testigo del paso de miles de libros, sino también de algunas de las figuras más importantes de la literatura y la cultura mundial. Escritores como José Ortega y Gasset, Ernest Hemingway, María Zambrano, Pío Baroja, Lorca o Francisco Umbral se han paseado por sus casetas en busca de libros que se han convertido en auténticos tesoros. Este lugar se ha transformado en una suerte de santuario literario, donde se han encontrado ediciones antiguas y obras que fueron censuradas durante la dictadura, creando un vínculo muy especial entre libreros y lectores, a menudo sellado con un pacto de silencio.

Una feria que ha resistido el paso del tiempo
A lo largo de su historia, la feria ha atravesado diversos periodos de incertidumbre. Durante la Guerra Civil, la dictadura, la transición y hasta la pandemia de COVID-19, la Cuesta de Moyano nunca dejó de abrir sus puertas. Incluso cuando en 1986 se renovaron las casetas y se les incorporaron elementos como electricidad y agua, la esencia del lugar permaneció intacta, respetando su aspecto original. En 2020, debido a la crisis sanitaria, la feria tuvo que cerrar temporalmente, pero los libreros no se rindieron. La asociación "Soy de la Cuesta" nació con la misión de revitalizar este espacio, organizando actividades, firmas de libros y programas de radio para mantener viva la llama literaria que arde en esta calle.

Una visita obligada para los amantes de los libros
La Cuesta de Moyano no solo es un espacio para adquirir libros. Es un lugar donde el tiempo se detiene, donde los libros y los lectores se encuentran en un intercambio que trasciende la simple compra. Se habla, se comparte, se recomienda. La feria es también un homenaje a la historia literaria de Madrid y a todos aquellos que han hecho posible que siga viva. No es solo una feria de libros, es un pedazo de la memoria colectiva de la ciudad.

Hoy en día, a pesar de los retos impuestos por las nuevas tendencias de consumo y la globalización, la Cuesta de Moyano sigue siendo un lugar esencial para cualquier amante de los libros. Como dijo el escritor Arturo Pérez-Reverte, la Cuesta de Moyano es "un analgésico donde puedes refugiarte", y eso es precisamente lo que sigue siendo: un refugio para quienes buscan algo más que un libro, sino una experiencia, un pedazo de historia, un encuentro con el alma literaria de Madrid.

Un lugar que hay que cuidar
El centenario de la Cuesta de Moyano es mucho más que un aniversario. Es una celebración de la literatura, del paso del tiempo, de la resistencia de un lugar que sigue vivo, a pesar de todo. En tiempos de digitalización y cambios en los hábitos de consumo, la Cuesta de Moyano permanece como un recordatorio de la importancia de mantener vivos los espacios de encuentro y de reflexión. Cuidemos este rincón literario para que siga siendo un lugar de inspiración y de encuentro entre generaciones de lectores.