El conejo blanco de Santiago Ydáñez

Carmen Fernández
29 de Septiembre de 2021
Actualizado el 18 de octubre de 2024
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El pintor Santiago Ydáñez, uno de los artistas andaluces con mayor proyección internacional, expone en la iglesia de San Lorenzo de Úbeda algunas de sus obras más impactantes, donde despliega la personal iconografía que le caracteriza y que ha reunido bajo el título «Ve hacia la luz». En este caso, se trata de seis retratos de santos, martirizados con hachas y clavos, junto con el de un enorme conejo blanco.

Los retratos de los cartujos muestran rostros virtuosos, atónitos, lacerados unos o embelesados otros, pero todos reflejan una extraña quietud. Poseen un confuso gesto hierático que parece expresar sentimientos de dolor y de placer al mismo tiempo. Parafraseando al pensador alemán Mendelhsson, es como si con ello Ydáñez nos quisiera mostrar «que en el corazón del dolor yace, escondido, su extraño reverso», según explica el también filósofo Marius Christian Bomholt, quien ha reflexionado y teorizado sobre la obra del aplaudido artista giennense.

A menudo a Santiago Ydáñez se le ha encuadrado dentro de la corriente neoexpresionista, con un gusto por la interpretación abstracta del barroco que, según Bomholt, es como «una actitud estética ante la vida, un modo atemporal de hacer arte». En sus obras, siempre sin título, emplea una singular paleta de colores de tonos suaves y melancólicos. Curiosamente, aquellos que contempló por primera vez en su querida tierra natal, Puente Génave.

Pero, por si las imágenes de santos torturados no fuera suficiente revulsivo, Ydáñez añade a la exposición «Ve hacia la luz» el interrogante de un conejo blanco de grandes dimensiones. El animal, de mirada errante, contempla la nave de la iglesia de San Lorenzo desde su altar mayor. No es extraña, sin embargo, la presencia de animales en la obra del pintor puenteño. Unos seres que han estado muy presentes en su infancia y juventud, transcurrida en un lugar de sierra y bosque donde, según sus palabras, «la vida y la muerte, humana y animal, están casi entrelazadas». A Ydáñez le gusta ese juego de asociaciones, «esa animalización del hombre y esa personificación de los animales» como explica él mismo.

Para Bomholt la figura del conejo blanco sirve como contrapunto, «como contraste vivificante que anima y complejiza la exposición». Y aún va más lejos al encontrar paralelismos con el famoso personaje orejudo de Alicia en el país de las maravillas, cuando afirma que «tanto el conejito blanco de Carroll, eternamente apurado, como el santo que dedica su vida a la fe y la caridad, […] viven, en cierto sentido, apartados de la realidad que compartimos todos los demás». Sus acciones y razonamientos no obedecen a la lógica cotidiana.

Gran parte del universo imaginario de Santiago Ydáñez se nutre de los recuerdos y experiencias infantiles vividas en el pueblo jiennense de Puente Génave, donde nació en 1967. De aquella época guarda, archivados en su cabeza, «los paisajes, las imágenes relacionadas con la religión —fui monaguillo de los ocho a los doce años—, los animales, los personajes de mi pasado…», confirma el artista. Son escenas y figuras que terminan plasmadas de un modo u otro en el lienzo con su inconfundible estilo. Utilizando, incluso, los mismos colores terciarios que se asemejan a los tonos de la tierra y el paisaje natal. Una tierra con la que nunca ha perdido la conexión, a pesar de haber pivotado su prolífico trabajo entre las ciudades de Berlín, Málaga, Granada y, sobre todo, Puente Génave. «Allí tengo a mi familia, mis amigos de la infancia y mi taller de referencia», sentencia Santiago Ydáñez.

Pero, si por algo se distingue este genial creador es por la rapidez con la que realiza sus cuadros, de una «ejecución tan asombrosamente veloz como impecablemente precisa», asegura Bomholt. La energía y contundencia de su lenguaje pictórico dota a sus creaciones de una enorme frescura y espontaneidad. Su pincelada, instantánea, transmite, con absoluta personalidad, los intensos sentimientos que alberga el artista, quien asegura nutrirse para ello de todo cuanto le rodea. Esta vertiginosa cualidad le permite a Santiago Ydáñez ofrecer sus servicios in situ, una suerte de «pintura a domicilio» como él la llama, que le ha permitido conocer mundo y trabajar con los grandes formatos que suele utilizar. Algunos, desmesurados, hasta el punto de tener que entablar con ellos una auténtica y literal «batalla física».

El pintor giennense Santiago Ydáñez (Puente Génave, 1967) se inició en la pintura con 19 años. Su vocación era la de paleontólogo. Sin embargo, comenzó a despertar también un interés por el arte y la pintura que le llevó a obtener, finalmente, el título de Bellas Artes en la Universidad de Granada. Desde entonces, su exitosa carrera profesional lo ha situado entre los pintores jóvenes españoles con mayor proyección internacional. De ello dan fe las numerosas e importantes distinciones que ha recibido, como los premios de pintura ABC y Generación 2002 de Caja Madrid.

También las becas de la Fundación Marcelino Botín, de la Academia de España en Roma o la del Colegio de España en París, del Ministerio de Cultura. Su obra se encuentra repartida en colecciones e instituciones de prestigio como la Fundación Botín o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, entre otros. En la actualidad vive y trabaja a caballo entre Berlín y su pueblo natal Puente Génave.

La muestra de Santiago Ydáñez «Ve hacia la luz», forma parte de un proyecto expositivo de la Diputación Provincial de Jaén y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Úbeda y la Fundación huerta de san Antonio. Esta última entidad es responsable de la rehabilitación de la iglesia de San Lorenzo donde tiene lugar la exposición desde el 3 de septiembre hasta el 1 de noviembre de 2021.

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