Harriet Backer: una mirada artista que transformó el arte escandinavo

La pintora noruega desafió las normas de su época con una obra profunda, emotiva y luminosa, dejando una huella perdurable en la historia del arte del siglo XIX.

12 de Julio de 2025
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Harriet Backer, Uvdal Stave Church and Churchyard, 1906
Harriet Backer, Uvdal Stave Church and Churchyard, 1906

La figura de Harriet Backer (1845-1932) brilla con luz propia en el arte escandinavo del siglo XIX. Nacida en un pequeño pueblo costero de Noruega, la artista se destacó no solo por su maestría técnica, sino por la capacidad de transmitir una profunda carga emocional en cada uno de sus lienzos. Aunque su carrera estuvo marcada por desafíos personales y sociales, Backer rompió barreras en un mundo artístico dominado por hombres, dejando un legado que sigue siendo relevante hoy en día.

The Farewell (also known as Avskjeden by Harriet Backer (1878)
The Farewell (also known as Avskjeden by Harriet Backer (1878)

Criada en un hogar acomodado pero con un estilo de vida austero, Backer mostró desde joven una inclinación por el arte, impulsada por el apoyo de sus padres. Su formación comenzó a temprana edad en la escuela de pintura de Christiania (hoy Oslo), y continuó en las principales ciudades artísticas de Europa: Munich y París. Fue en estas dos últimas ciudades donde desarrolló su estilo único, que la hizo destacar entre la comunidad artística de su tiempo.

Una de las características que define la obra de Backer es su magistral dominio de la luz. Obras como “Blått interiør” (1883), donde una mujer se encuentra sentada frente a una ventana iluminada por luz natural, revelan la fascinación de la pintora por la relación entre la luz y el espacio. Este cuadro, que se inscribe dentro de la corriente impresionista, no solo resalta la destreza de Backer con la técnica, sino también su capacidad para transmitir una sensación de calma y melancolía a través de la atmósfera creada por la luz.

Harriet Backer (1845 1932)
Harriet Backer (1845 1932)

Backer fue también una gran retratista, y su capacidad para capturar la esencia de sus modelos es evidente en trabajos como “Kitty Kielland” (1880), en el que retrata a su amiga y colega pintora. A través de sus retratos, Backer no solo plasmaba las características físicas de sus sujetos, sino también sus emociones, creando una conexión única entre el espectador y la persona retratada.

Una de las obras más representativas de su carrera es “The Farewell” (1878), en la que retrata una emotiva despedida familiar. La obra refleja no solo el dolor de la separación, sino también la tensión entre el deber familiar y la vocación profesional, un tema que Backer experimentó personalmente cuando decidió quedarse en Europa para seguir su carrera artística, a pesar de la muerte de su padre en 1877. Esta obra es un claro reflejo de las decisiones difíciles que la pintora tuvo que tomar a lo largo de su vida, decisiones que a menudo ponían su carrera por encima de las expectativas sociales y familiares.

A lo largo de su vida, Harriet Backer se mantuvo comprometida con su arte y con la evolución del panorama artístico noruego. A pesar de la limitada aceptación que las mujeres artistas enfrentaban en la sociedad de la época, Backer fue reconocida en su país y en el extranjero. En 1908, recibió la medalla de mérito del rey, y en 1925, fue nombrada caballero de la 1ª clase de la Orden de San Olav. También fue miembro activo del Museo Nacional de Arte de Oslo, contribuyendo al desarrollo cultural de Noruega durante más de dos décadas.

Harriet Backer, Chez moi, 1887. Courtesy of Kode Museums
Harriet Backer, Chez moi, 1887. Courtesy of Kode Museums

Además de su producción artística, Backer dejó una marca significativa como profesora. A partir de 1889, fundó una escuela de pintura en Sandvika, donde enseñó a futuras generaciones de artistas. Su enfoque pedagógico fue clave para transmitir la tradición artística francesa, que ella misma había absorbido durante su estancia en París, a la vez que ayudaba a los jóvenes pintores a desarrollar su propia voz creativa.

Harriet Backer también fue una de las primeras artistas noruegas en hacer incursiones en la pintura de interiores, un tema que la fascinó durante toda su carrera. En sus obras de interiores, como “Chez Moi” (1887), la luz que entra por las ventanas juega un papel crucial en la atmósfera de la pintura. La habilidad de Backer para representar el juego de sombras y luces dentro de un espacio cerrado la convierte en una de las artistas más destacadas del siglo XIX. En muchas de sus pinturas, la luz no es solo un elemento técnico, sino que se convierte en un personaje más, que transforma el espacio y la emoción que transmite.

Harriet Backer, The Old Cottage at Kolbotn, Hulda and Arne Garborg's Home, 1896 (photo by Nasjonalmuseet, CC BY SA 4.0)
Harriet Backer, The Old Cottage at Kolbotn, Hulda and Arne Garborg's Home, 1896 (photo by Nasjonalmuseet, CC BY SA 4.0)

La influencia de Harriet Backer se extendió más allá de su tiempo, ya que su obra ayudó a forjar el camino para nuevas generaciones de artistas noruegos. Su habilidad para integrar la tradición del realismo con las innovaciones de la pintura impresionista marcó el final de una era y el comienzo de una nueva visión del arte en Escandinavia. A pesar de que su producción fue relativamente pequeña, con aproximadamente 180 pinturas, su legado perdura como una de las figuras más importantes del arte noruego.

Harriet Backer murió en 1932 a los 87 años, dejando un vacío en el mundo del arte escandinavo. Aunque nunca se casó ni tuvo hijos, su legado sigue vivo a través de su obra y su contribución al desarrollo cultural de Noruega. Sus pinturas, que exploran la luz, las sombras y las emociones humanas, siguen siendo admiradas por su profundidad y técnica, y su nombre está hoy en día asociado con la lucha por la igualdad de género en el arte y la cultura.

En definitiva, Harriet Backer fue mucho más que una pintora: fue una pionera, una mujer que rompió barreras, desafió expectativas y dejó una marca indeleble en el mundo del arte. Hoy, sus obras siguen siendo estudiadas y celebradas, y su vida continúa inspirando a quienes creen en el poder transformador del arte.

 

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