Las estatuas mudas de Roma: testigos silenciosos de la historia

21 de Junio de 2024
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Marforio_-_Palazzo_Nuovo_-_Musei_Capitolini,-Roma

Roma, la Ciudad Eterna, no solo es conocida por su impresionante arquitectura, sus monumentos históricos y su rica cultura, sino también por sus estatuas mudas, un conjunto de esculturas cargadas de historia y simbolismo. Estas estatuas, repartidas por toda la ciudad, han sido testigos de los cambios sociales y políticos a lo largo de los siglos. Hoy, repasamos su historia, las anécdotas más fascinantes y su relevancia en la actualidad.

Orígenes y significado de las estatuas mudas

Las estatuas mudas de Roma surgieron durante el Renacimiento, una época de gran transformación cultural y política en Europa. Estas estatuas fueron utilizadas como una forma de expresión popular, permitiendo a los ciudadanos de Roma expresar sus opiniones y críticas de manera anónima. En un tiempo en el que la libertad de expresión estaba restringida, estas estatuas se convirtieron en los portavoces de la gente común.

Las estatuas mudas más conocidas son Pasquino, Marforio, Madama Lucrezia, IlFacchino, Abate Luigi, y el Babuino. Cada una tiene su propia historia y características únicas, pero todas compartían el propósito de ser vehículos para los comentarios satíricos y políticos.

Madama Lucrezia a piazza
Madama Lucrezia a piazza

Las estatuas y sus anécdotas

Pasquino: La más famosa de todas es, sin duda, Pasquino. Esta estatua, situada cerca de la Piazza Navona, es un torso antiguo que ha sido el centro de la sátira romana desde el siglo XVI. Se dice que las primeras inscripciones anónimas aparecieron en Pasquino en 1501, criticando a los poderosos de la época. Con el tiempo, el término "pasquinata" se convirtió en sinónimo de comentarios mordaces y satíricos.

«-Povero mutilato dar destino;
come te sei ridotto!-
diceva un cane che passava sotto
ar torso de Pasquino.

-Te n’hanno date de sassate in faccia!
Hai perso l’occhi, er naso… e che te resta?
Un avanzo de testa
Su un torso senza gambe e senza braccia!

Nun te se vede che la bocca sola
Con una smorfia quasi strafottente…-
Pasquino borbottò:- Segno evidente
Che nun ho detto l’urtima parola!»

Hasta un perro siente compasión ante esta estatua mutilada, sin ojos, nariz, brazos… Su voz es arma y esperanza. Su boca, con un gesto de desdeño, se transforma en la muestra de un orgullo que le lleva a decir que ‘aún no ha dicho la última palabra’. Y la última es suya.

Destalle de la estatua Pasquino

Marforio: Situada en los Museos Capitolinos, Marforio es una gran estatua de un río que ha sido utilizada en duelos dialécticos con Pasquino. Estos intercambios se conocieron como "conversaciones" entre las estatuas, donde se respondían las críticas y sátiras. La relación entre Pasquino y Marforio simboliza la interacción entre el pueblo y el poder.

Madama Lucrezia: Esta estatua femenina es la única de su tipo entre las estatuas mudas y se encuentra cerca del Palacio Venezia. Se cree que representa a una diosa egipcia o a una sacerdotisa romana. Su historia está envuelta en misterio, pero ha sido una figura clave en la crítica social y política.

Fontana del Facchino
Fontana del Facchino

Il Facchino: Representando a un portador de agua, Il Facchino está ubicada en la Via Lata. Esta estatua del siglo XVI ha sido menos utilizada para la sátira política y más para temas cotidianos, reflejando la vida de los ciudadanos comunes de Roma.

Abate Luigi: Esta estatua de un sacerdote está situada cerca de la iglesia de Santa Maria di Via Lata. Abate Luigi ha sido objeto de varios robos y vandalismos a lo largo de los siglos, lo que refleja la tumultuosa historia de Roma.

El Babuino: Esta estatua de un sátiro se encuentra en la Via del Babuino, una de las calles más famosas de Roma. Aunque no ha sido tan prominente en la crítica satírica como Pasquino, El Babuino sigue siendo una parte importante del paisaje cultural romano.

Fontana del Babbuino
Fontana del Babbuino

Su supervivencia

A lo largo de los siglos, las estatuas mudas han sobrevivido a innumerables cambios políticos y sociales, desde la caída del Imperio Romano hasta el Renacimiento y la modernidad. Hoy, estas estatuas siguen siendo símbolos de la libertad de expresión y la resistencia popular. Los romanos y turistas continúan admirándolas, y a veces incluso colocan mensajes en ellas, manteniendo viva la tradición de las pasquinatas.

Abate Luigi
Abate Luigi

En una era donde la comunicación es instantánea y global, las estatuas mudas de Roma nos recuerdan la importancia de la voz del pueblo. Aunque ya no son el principal medio de crítica política, su legado perdura como un testimonio de la ingeniosidad y el coraje de los romanos a lo largo de la historia.

Las historias más fascinantes

Entre las muchas historias que rodean a estas estatuas, algunas destacan por su ingenio y relevancia histórica. Por ejemplo, durante el papado de Adriano VI, conocido por su rigor y austeridad, apareció una pasquinata en Pasquino que decía: "¡Oh, Adriano, si no quieres que se te critique, deja de hacer cosas criticables!". Este tipo de comentarios reflejaban el sentir del pueblo y su capacidad para desafiar a la autoridad con humor e inteligencia.

Otra anécdota notable es la historia de un intento del Papa Sixto V de eliminar las estatuas para silenciar las críticas. Según se cuenta, una noche ordenó a sus guardias remover a Pasquino, pero el pueblo se levantó en defensa de la estatua, forzando al Papa a retractarse. Esta acción no solo salvó a Pasquino, sino que también solidificó su papel como defensor de la voz popular.

Foto de la estatua parlante del Abate Luigi en Poems & Polaroids de Kate McBride

Giuseppe Tomassetti compuso estos versos que podemos leer en el pedestal de esta estatua hablante:

“Fui dell’antica Roma un cittadino
Ora Abate Luigi ognun mi chiama
Conquistai con Marforio e con Pasquino
Nelle satire urbane eterna fama
Ebbi offese disgrazie e sepoltura
Ma qui vita novella al fin sicura.”

Cuántas estatuas sobreviven hoy

De las estatuas originales, todas mencionadas anteriormente sobreviven hasta hoy. Algunas, como Pasquino y Marforio, están más accesibles y visibles, mientras que otras, como Abate Luigi y Il Facchino, han sido reubicadas o protegidas para preservar su integridad. Estas seis estatuas siguen siendo puntos de referencia importantes y continúan atrayendo tanto a los locales como a los turistas, que las buscan para conocer un aspecto único de la historia romana.

Las estatuas mudas de Roma son testigos silenciosos de los acontecimientos pasados, guardianes de anécdotas fascinantes y emblemas perdurables de la resistencia popular. Su legado continúa inspirando y fascinando a quienes las descubren en su peregrinaje por la Ciudad Eterna.

Algunas de las «Pasquinadas» más jocosas son las siguientes:

Durante la dominación Napoleónica, hubo un diálogo entre Pasquino y Marforio:
– Marforio: «Es verdad que los franceses son todos ladrones?»
– Pasquini: «No todos, pero Bona-parte».

Durante el Fascismo, en ocasión a los preparativos para la visita de Hitler a Roma, Pasquino dijo:
«Pobre Roma mía de Travertino!
Te han vestido toda de cartón
para hacerte mirar por un pintor,
tu próximo patrón»

A la muerte del papa Pablo III, Pasquino dijo:
«Aquí fue enterrado un tal Pablo
fraudulento, «vulpon», ladrón, asesino,
aquí famoso en boca de Pasquino
Allá doliente en la boca del diablo»

A la muerte del papa León X, famoso por la venta de indulgencias, Pasquino dijo:
«En los últimos instantes que León había vivido,
no pudo tener sus sacramentos, pues los había vendido»

Actualmente sobre la base del Abate Luigi hay un epitafio que dice:
«Yo era de la antigua Roma un «citadino» (ciudadano),
Ahora Abate Luigi todos me llaman,
Conquisté junto a Marforio y Pasquino
en las sátiras urbanas eterna fama,
Sufrí ofensas, desgracias y sepultura
pero aquí vida nueva es aún segura»

Cuando el papa Urbano VIII, de la familia Barberini, ordenó a Bernini de quitar las decoraciones de bronce del panteón para colocarlas en el altar de la Basílica de San Pedro, Pasquino lo sentenció diciendo:
«Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini» (lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini!)

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