Julian Barnes (Leicester, 1946) es uno de los escritores más brillantes y genuinos de la literatura inglesa actual, aún por redescubrir pese a sus incontables obras maestras publicadas en las últimas décadas, entre ellas la mítica novela El loro de Flaubert, publicada por primera vez en España en 1986, donde realizó una magistral lección de las armas que la realidad puede tener para hacer de la ficción un novedoso artefacto literario que ha multiplicado adeptos en los últimos tiempos a nivel planetario. Ahora, conEl hombre de la bata roja (Anagrama) vuelve a demostrar sus contrastadas capacidades para bucear en los intrincados vericuetos más imponderables de episodios supuestamente anecdóticos de la historia reciente, con el claro objetivo de abrir nuevos caminos de la ficción narrativa.
A través del fascinante perfil biográfico del ginecólogo y cirujano francés Samuel Jean Pozzi, retratado magistralmente por el gran retratista estadounidense John Singer Sargent, Barnes realiza un absorbente retrato de la mítica Belle Époque. Por estas páginas pasean desde Oscar Wilde a Sara Bernhardt, o también el mismísimo Proust y Henry James, entre otros muchos. Sumados todos ellos recrean una época única donde la experiencia de la comuna se solapa con el dandismo o las sui generis concepciones de la homosexualidad y la mujer en una época plagada de puritanismo y doble moral. Barnes es único en esta forma de abordar la historia, la ficción y la realidad todas ellas juntas a un tiempo.
Vuelve a deslumbrar
Como demostró hace décadas en El loro de Flaubert, una obra de referencia para todos aquellos que osen adentrarse en los intrincados vericuetos de la ficción narrativa entreverada con la realidad, el escritor inglés vuelve a asombrar con sus enormes dotes narrativas y una técnica virtuosa que no deja nada al azar. El lector es cogido de la mano de principio a fin por una historia que, a priori, no tiene por qué interesarle lo más mínimo y, al final, no tiene más remedio que quitarse el sombrero ante la capacidad de Barnes para atrapar cuente lo que cuente. Pocos como él en estas lides.
Además de una profusa labor de documentación, Barnes muestra una erudición a prueba de incrédulos, y la pone a disposición de los lectores con todas sus consecuencias. Ese casi desconocido “hombre de la bata roja” pintado por el insigne retratista sirve de espoleta para adentrarnos magistralmente en una época en la que todo parecía renacer de nuevo, con grandes esperanzas en lontananza, sin apenas barruntar que algunos de los años más brutales de la historia aparecían de nuevo por el horizonte más cercano.