El viaje infinito de Luis García Montero

24 de Septiembre de 2022
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Luis García

La elegía mantiene intactos todos sus atractivos poéticos desde la noche de los tiempos, desde que la poesía es poesía y el ser humano necesitó comunicar su dolor y hacerlo arte. Hay algo telúrico y mágico en ese llanto al ser querido desaparecido que nos hace partícipes de primera fila del duelo y el sentimiento compartido del dolor por la pérdida. El poeta granadino y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, perdió a su pareja, la escritora madrileña Almudena Grandes, el pasado noviembre después de padecer un cáncer. Este estremecedor y reconfortante a un tiempo Un año y tres meses (Tusquets) es una bocanada de terapia vital que nos humaniza ante el desgarro que produce toda muerte, más si cabe si es cercana y de un ser querido.

García Montero era consciente desde un primer momento de que su intimidad en el proceso de duelo debía disponerse a atravesar la carne para hacerse poesía; y así lo ha hecho sin tapujos ni medias distancias, a corazón abierto, en un ejercicio valiente y apasionado pero contenido. Después de este poemario directo al corazón y la memoria, qué duda cabe que lo seguidores de la trayectoria vital y profesional de Almudena Grandes y del propio García Montero tienen una bandera poderosa a la que asirse, con la que compartir el llanto gracias a unos versos llenos de verdad y desgarro. Porque la poesía del autor de Completamente viernes es una poesía compañera, cercana en el trato e íntima como pocas que se comparte en hermandad.

García Montero era consciente desde un primer momento de que su intimidad en el proceso de duelo debía disponerse a atravesar la carne para hacerse poesía; y así lo ha hecho sin tapujos

Aunque el poeta ha querido –sin conseguirlo, afortunadamente para sus fieles seguidores– tomar distancia de su dolor personal y de la pena hecha poesía, todo se precipita en arte. Así lo certifica en los primeros versos de ‘Ultimos pasos’: “No me atrevo a decir que esto no es un poema, / pero la muerte ahora, lo confieso / y digo la verdad, / no es un asunto literario.”. Al fin y al cabo, la intimidad última de Grandes y García Montero se debe irremisiblemente a todas aquellas personas, que son legión, que los quieren, les profesan afecto y cariño, por su obra, su trayectoria y su propia personalidad y compromiso. El amor es mutuo, y así lo entiende el poeta al publicar este bellísimo, contenido y doloroso Un año y tres meses, donde al final se vislumbra una luz poderosa que ilumina tanta negritud. El poemario completo, que recorre todo el proceso de duelo, desde la noticia fatal de la enfermedad hasta la soledad definitiva por la pérdida, queda todo resumido si cabe en el estremecedor ‘Amor de siempre’: “Supongo que este modo de sentirse / definitivamente hundido / es una forma mía de estar enamorado / para empezar de nuevo / una vida distinta / con el amor de siempre.

García Montero, en definitiva, sigue ahí, en ese “viaje infinito” al que se refiere en ‘La muerte es sueño’. “Después de tantas vueltas, me dijiste, / todo resulta simple.”. Al fin y al cabo, ambos siempre tuvieron la palabra con la que jamás echar de menos la fe y expresar momentos tan bellos como este: “[…] / para observar las alas / en la caída de la noche, / para cerrar los ojos, tu cabeza sobre mi hombro, / en un viaje infinito / en el que sigo todavía.”. El poeta ofrece al lector compartir sin duda el trayecto, viajar juntos con una poesía sanadora que ayuda también a poner sobre los hombros de nuestros seres queridos tanto amor como el que Almudena y él se profesaron.

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