‘Ronson’, las novelas gráficas son para el verano

César Sebastián aborda la memoria colectiva de la ciudadanía española de mediados del siglo pasado en tiempos de la grisura que imponía una implacable dictadura

Octavio Maestre
06 de Julio de 2024
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Ronson.

Las vacaciones son una cosa muy seria. Hace falta estar muy seguro de lo que se habla cuando se recomienda un libro para estas fechas y no me la voy a jugar. Llegué a Ronson (Autsaider Cómics), la novela gráfica de la que quiero hablarles, a raíz de una entrevista con su joven autor, César Sebastián. Apunto lo de joven porque es un libro de madurez en el que se reflexiona sobre la vida, los recuerdos y la memoria de los pueblos españoles de mediados del siglo pasado, cosa que a priori, no correspondería con su edad. Con una sensibilidad magnífica recorre los primeros años de infancia en el campo hasta la adolescencia. Recuerdos de la casa familiar, de los trabajos, oficios, pasatiempos y ocasiones más o menos festivas. Lejos de un enfoque nostálgico, enumera con neutralidad esos pasajes en los que hay de todo, momentos felices, conexión con la naturaleza y con la vida, maltrato, violencia, pobreza y desprecio. Nada se juzga. Se muestra, consiguiendo conectar de una manera muy especial con el lector.

En la entrevista a la que hacía referencia, César Sebastián hablaba de la necesidad de verdad en su obra. Los recuerdos sobre los que construye Ronson son los de su padre principalmente, los de su familia y vecinos, en los pueblos de Sinarcas (Valencia) y Landete (Cuenca). Con esa proximidad real en el embrión de la obra, entendía que carecía de sentido tratar de falsear o blanquear elementos que formaban parte de su propia biografía, y que, de algún modo, parte de esa crudeza había sido el motor para poner en marcha su obra. El enfrentarse a relatos familiares que le incomodaban era, en cierta medida, lo que hacía que esta novela gráfica tuviera ese tono entre documental y costumbrista, para poder contemplar el pasado sin juzgarlo con los criterios y parámetros de hoy en día.

Ronson.
Ronson.

Este encuentro con tus predecesores, con tus orígenes, esta muestra de lo que era España hace no tanto y lo diferente que es hoy en día en muchas cosas, de los que ya no están y sus recuerdos, y la reflexión, no menor por evidente, de que a no mucho tardar formaremos parte del grupo de los que se fueron, hace que Ronson llegue de manera muy profunda a todo tipo de lectores. He tenido ocasión de acudir a diferentes conferencias y presentaciones de la obra en la que los asistentes eran de lo más variado. Gente mayor, no lectora de cómic, que se emocionaba por lo cercano de sus vivencias a las relatadas en Ronson, otros más jóvenes, ufanos de descubrir lo que intuían como la memoria de sus ancestros, y urbanitas recalcitrantes, sin conexión con el campo, enganchados a Ronson como a una novela de Delibes o una película de Erice.

Porque si bien es cierto que en otras disciplinas artísticas como el cine o la literatura, la memoria del campo español ha sido un género cultivado, el cómic había dado la espalda a esta realidad, bien por vocación de modernidad, o  por circunstancias del propio medio y sus tendencias, pero Ronson, entre sus muchas virtudes, tiene el mérito de ser pionero en este terreno.

Lejos de un enfoque nostálgico, enumera con neutralidad esos pasajes en los que hay de todo, momentos felices, conexión con la naturaleza y con la vida, maltrato, violencia, pobreza y desprecio

El reconocimiento le está llegando por todos los lados, en apenas un año, ha llegado a su quinta edición, diez mil ejemplares, que se dice pronto, y ha recibido galardones en los salones y convenciones de cómic más importantes del país: Barcelona, Valencia, Avilés, Tenerife… Así como uno de los reconocimientos más relevantes que se otorgan en este país en lo que se refiere a jóvenes creadores, el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España. Entre los méritos que reconocía el jurado a la obra de César Sebastián, afirmaba que se trata de “un joven autor que, sin embargo, demuestra una enorme madurez y un gran talento en Ronson, su primera obra larga, un ejercicio de recuperación de la memoria histórica y personal que apela a todas las generaciones de nuestro país. (…) Ronson brilla también por su dibujo exquisito, clásico y al mismo tiempo experimental que se refleja en la cuidada edición de Autsaider Cómics”, concluye. Y es que el apartado gráfico es tan destacable como la historia relatada. Un dibujo exquisito, preciso y minucioso. A la vez sencillo, más cercano a una línea clara realista que a un ejercicio academicista, sin que falten detalles y una precisa documentación en la ambientación de la época. Retrata las diferentes edades con maestría, el tratamiento de la luz –con tan solo dos colores– traslada temperaturas, horarios y épocas del año, todo el aspecto técnico, sin caer en lo barroco, es de gran gusto y altura. Dentro de este tratamiento fiel a la realidad, deja algún hueco para la experimentación con pasajes nocturnos contados tan solo con siluetas, o las deformidades generadas en las imágenes vistas a través del agua.

Ronson.
Ronson.

Quienes disfruten apreciando las viñetas encontrarán en Ronson un verdadero placer. Créame si les digo, que si tiene la suerte de no haber leído aún Ronson y lo incluye entre las lecturas de su maleta, la experiencia será muy grata, viajará dos veces y le quedará un hondo recuerdo de la vida del muchacho protagonista y su familia, y de la suya propia, porque de eso va, de nosotros, nuestros seres queridos y nuestros recuerdos, de aceptación y de la vida misma. Si estos días los pasa en el campo y sucede allí su lectura, la experiencia seguramente sea imborrable.

Novela gráfica. Ronson.
Novela gráfica. Ronson.
 
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