El descubrimiento de los rostros de la antigua civilización tartésica ha marcado un antes y un después en el estudio de esta fascinante cultura que floreció en el suroeste de la península Ibérica entre los siglos IX y V a.C. Hasta hace poco, los tartésicos eran considerados una sociedad que representaba sus creencias a través de símbolos animales y vegetales, sin evidencias claras de esculturas humanas. Sin embargo, el hallazgo de estos rostros en el yacimiento de Casas del Turuñuelo, en Guareña (Badajoz), ha alterado esa percepción, desvelando una riqueza artística y cultural insospechada.
El descubrimiento
En abril de 2023, los arqueólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, descubrieron fragmentos de lo que inicialmente parecía ser la cara de un animal, pero rápidamente se dieron cuenta de que formaban parte de un rostro humano. Con el tiempo, emergieron más fragmentos, revelando una representación de una cara humana con detalles tan precisos como una oreja, una barbilla y una trenza, símbolo de la transición hacia la madurez guerrera en la protohistoria ibérica.
Este descubrimiento, que ha dado la vuelta al mundo, puede verse actualmente en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) en Madrid. La exposición, que estará abierta hasta el 2 de febrero de 2025, presenta no solo estas esculturas, sino también el contexto histórico de su hallazgo, en una sala inaugurada especialmente para esta muestra. La entrada es gratuita, permitiendo que miles de personas puedan acercarse a estas piezas que arrojan nueva luz sobre una de las civilizaciones más misteriosas de la península.
El yacimiento de Casas del Turuñuelo, que se encuentra en un edificio monumental de dos plantas, ha revelado más que solo esculturas. Este complejo, que data del siglo V a.C., parece haber sido un centro económico, político y religioso, muy avanzado para su época. Sin embargo, hacia el final de su existencia, el edificio fue destruido deliberadamente, lo que ha permitido una conservación excepcional de los restos, incluyendo marfiles etruscos y fragmentos de piedra esculpidos.
Uno de los hallazgos más sorprendentes ha sido la aparición de fragmentos de relieves que muestran varios rostros, algunos de los cuales presentan una diadema y pendientes, detalles que muestran claras influencias locales. Estos elementos han sido analizados y comparados con otras joyas funerarias halladas en el mismo periodo, en particular las que se encuentran en la localidad de Aliseda, en Cáceres. Este tipo de ornamentación y simbología indica que los tartésicos tenían una cultura propia y no estaban completamente influenciados por los fenicios, como se pensaba anteriormente.
La técnica de restauración de las esculturas ha sido un proceso minucioso. Elena García, restauradora del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), ha explicado que, en lugar de intervenir excesivamente en las piezas, se ha optado por preservar al máximo la información arqueológica que aportan, como restos de pigmentos y las huellas de ceniza dejadas por el incendio que destruyó el edificio. Gracias a esta restauración, las piezas mantienen su autenticidad y pueden seguir siendo estudiadas con nuevas tecnologías, como análisis fotográficos, infrarrojos y radiografías.
El impacto de este descubrimiento ha sido tan grande que, en solo unas semanas, la exposición ha recibido la visita de más de 5.000 personas. Los visitantes pueden conocer más sobre la cultura tartésica, que hasta ahora ha sido objeto de mitos y especulaciones debido a la escasez de restos encontrados en su núcleo central, situado en el valle del Guadalquivir, entre Huelva, Sevilla y Cádiz.
El yacimiento de Casas del Turuñuelo ha desmentido la idea de que Tarteso era una civilización sin identidad propia, dominada por los fenicios. Los detalles en las esculturas, como la trenza del guerrero o las diademas, muestran una cultura rica y autóctona, que desarrolló su propio estilo artístico, reflejando la importancia de la figura humana en su cosmovisión.
La exposición en el MAN ha sido un punto de encuentro para quienes desean descubrir esta cultura perdida. Además de las esculturas, los visitantes pueden acceder a una serie de visitas guiadas que proporcionan una visión detallada de la protohistoria de la península Ibérica. Estas visitas, limitadas a 15 personas, permiten una inmersión completa en el contexto histórico y cultural de los tartésicos, que no solo dominaron el suroeste de la península, sino que también dejaron una huella indeleble en la historia del arte y la arquitectura del Mediterráneo occidental.
A medida que continúan las excavaciones en Casas del Turuñuelo, los arqueólogos esperan encontrar más fragmentos que completen estas esculturas y que sigan desvelando los secretos de esta civilización. Con cada campaña de excavación, la historia de los tartésicos se enriquece, ofreciendo una nueva perspectiva sobre su forma de vida, sus creencias y su legado.
Los Tartessos: una civilización que no dejó de sorprender
La civilización tartésica, cuya existencia estuvo rodeada de misterio durante siglos, está comenzando a ser entendida de manera más profunda gracias a hallazgos como los de Casas del Turuñuelo. Los restos de esta cultura, que prosperó en el suroeste de la península Ibérica, han permitido descubrir su increíble capacidad artística y su compleja estructura social.
El lugar en el que se encontró el yacimiento de Casas del Turuñuelo es clave para comprender la organización de los tartésicos. Este tipo de arquitectura monumental, con dos plantas y una gran escalera, refleja un nivel de desarrollo cultural avanzado. Los sacrificios de animales, especialmente caballos, documentados en el patio, también sugieren que el edificio desempeñaba un papel ceremonial importante.
Aunque mucho aún queda por descubrir, lo que está claro es que Tarteso no era simplemente una cultura marginal, sino una civilización con una identidad y una historia que, finalmente, está emergiendo de las sombras del pasado. Las investigaciones siguen avanzando, y, a medida que se desvelan más secretos, podemos esperar nuevas sorpresas de los tartésicos.