El cuadro "Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia" (1897), pintado por Camille Pissarro, ha estado en el centro de una batalla legal que pone en duda los derechos de los museos y gobiernos para conservar obras de arte expoliadas por los nazis. Hoy, el "Pissarro" del Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid se enfrenta a una serie de litigios que involucran a los descendientes de Lilly Cassirer, su legítima propietaria, despojada de la obra por el régimen nazi en 1939. Esta disputa ha revelado, además, una vez más, las sombras del robo sistemático de arte que los nazis llevaron a cabo en Europa, y cómo muchas de estas obras aún permanecen en colecciones públicas y privadas.

La propietaria original del cuadro
El origen del caso se remonta a los primeros días de la Segunda Guerra Mundial, cuando Lilly Cassirer, una empresaria judía de origen alemán, fue obligada a vender el "Pissarro" por un precio irrisorio a un marchante de arte al servicio de los nazis, bajo la presión de huir del régimen y escapar hacia Inglaterra. En 1941, el cuadro fue finalmente vendido en una subasta en Düsseldorf a un comprador anónimo, iniciando un largo recorrido que llevaría la obra por distintas manos hasta llegar, en 1976, a la colección del barón Thyssen-Bornemisza. Posteriormente, en 1993, el Estado español adquirió la totalidad de la colección, incluida la pieza de Pissarro, por la cifra de 350 millones de dólares, sin saber del todo el turbio pasado de la obra.

La reclamación por parte de los herederos de Lilly Cassirer comenzó en el año 2000, cuando Claude Cassirer, nieto de Lilly, se enteró de que el cuadro estaba expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid. A partir de allí, la familia inició una lucha legal que culminó en 2005, con una demanda formal para la restitución del cuadro, la cual fue rechazada. El Tribunal Supremo de Estados Unidos, sin embargo, recientemente ha revivido el caso, ordenando un nuevo juicio para determinar si la reciente legislación de California, que favorece la devolución de arte expoliado, debería aplicarse en este contexto.
Las heridas del expolio nazi
Este caso resucita una vez más las profundas heridas dejadas por el expolio nazi y cuestiona el derecho de los museos y gobiernos a mantener en su posesión obras que fueron adquiridas de manera ilegal, incluso si dichas adquisiciones se realizaron bajo la premisa de "buena fe". La ley de California, recientemente promulgada por el gobernador Gavin Newsom, pretende otorgar a los residentes de ese estado la oportunidad de recuperar arte y propiedades robadas durante la persecución política, particularmente el expolio nazi, que afectó a millones de personas y comunidades judías.

Para los descendientes de Lilly Cassirer, la restitución del "Pissarro" no es solo una cuestión de valor monetario, sino una cuestión de justicia histórica. "No estamos pidiendo dinero, estamos pidiendo que nos devuelvan lo que nos fue arrebatado", afirma David Cassirer. En su opinión, el hecho de que el cuadro esté actualmente en un museo español no justifica que España lo retenga, dado su origen ilícito. A pesar de las indemnizaciones que se recibieron en su momento, la restitución sigue siendo un imperativo moral para reparar un daño histórico.
España actal propietaria del cuadro
Desde la perspectiva del Museo Thyssen, y apoyado por las leyes españolas sobre usucapión, que reconocen el derecho de propiedad tras la posesión pública durante un período determinado, la obra se considera legítimamente adquirida. Según los abogados del museo, la fundación ha actuado conforme a la ley y defiende que el "Pissarro" forma parte de una de las colecciones más importantes del mundo, cuya integridad cultural debe ser preservada.
No obstante, el caso pone en evidencia las complejidades y contradicciones del sistema legal internacional en cuanto a la restitución de arte expoliado. Los "Principios de Washington" y la "Declaración de Terezin", acuerdos internacionales adoptados por varios países, incluidos España, exigen la devolución de las obras de arte robadas por los nazis. Sin embargo, la interpretación de estas directrices y su aplicación en cada país ha sido dispareja y, en muchos casos, problemática.

En este contexto, el caso del "Pissarro" se convierte en un símbolo de las tensiones entre la propiedad cultural y el derecho a la reparación. La familia Cassirer ha sostenido que la legislación actual favorece a los museos y coleccionistas privados, a menudo en detrimento de los derechos de los herederos de las víctimas del expolio nazi, quienes, en muchos casos, no pueden recuperar las obras de arte que una vez pertenecieron a sus familias.
Este es un tema que también ha cobrado relevancia en el contexto actual, donde el aumento de la conciencia sobre el antisemitismo y las injusticias históricas ha impulsado a gobiernos y organizaciones internacionales a revisar sus políticas sobre el arte robado. Sin embargo, las nuevas leyes, como la promulgada en California, también enfrentan críticas sobre su constitucionalidad y sus posibles implicaciones internacionales. Algunos abogados sostienen que los tribunales estatales no tienen la jurisdicción para modificar las reglas establecidas por la comunidad internacional sobre el arte expoliado.
La resolución de este caso, aún incierta, tiene el potencial de sentar un precedente para la restitución de obras de arte saqueadas durante el Tercer Reich. Lo que está claro es que, más de 80 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, las cicatrices del expolio nazi siguen abiertas, y la restitución del arte robado continúa siendo una cuestión pendiente de resolver en muchos países. Al final, la verdadera pregunta es si se puede realmente reparar un daño tan profundo y si la restitución de estas piezas artísticas puede ayudar a restaurar el honor y la justicia para las víctimas y sus descendientes.