El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha inaugurado una exposición única que explora una faceta menos conocida de Marcel Proust, una de las figuras más influyentes del siglo XX. “Proust y las artes”, abierta al público desde el 4 de marzo hasta el 8 de junio, no es simplemente una exposición sobre literatura, sino una inmersión en el universo artístico que inspiró y dio forma a la vida y obra de Proust. La muestra ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el escritor, reconocido principalmente por su obra monumental En busca del tiempo perdido, se vio profundamente marcado por las artes visuales, la moda y las innovaciones tecnológicas de su época.
El arte como puente hacia la modernidad
Proust vivió una época de transformaciones radicales. París, la ciudad que marcó su vida, estaba sometida a profundos cambios urbanos tras las reformas del barón Haussmann, y la llegada de la electricidad y los automóviles redefinió la vida cotidiana. Esta modernidad, tan fascinante para el escritor, es el núcleo de la exposición. La obra de Proust refleja una ciudad en transición, llena de nuevos rumbos y rupturas, y esa atmósfera cosmopolita se ve representada en una serie de cuadros de pintores como Manet, Monet, Renoir, y otros artistas impresionistas que describen la vida urbana y sus dinámicas sociales.
El comisario de la muestra, Fernando Checa, ha querido destacar que la exposición no está centrada en los textos literarios de Proust, sino en su visión artística y sus intereses estéticos. La figura del pintor Elstir, un personaje de En busca del tiempo perdido, es el hilo conductor de este recorrido, ya que refleja la fascinación de Proust por la pintura impresionista y los artistas contemporáneos de su tiempo, algunos de los cuales conoció personalmente. “Elstir es un modelo de Proust, un pintor que representa el interés del autor por la modernidad y su admiración por figuras como Manet y Monet”, explica Checa.
La influencia de Venecia y la moda española
Uno de los aspectos más sorprendentes de la exposición es la exploración de la conexión de Proust con Venecia, una ciudad que visitó en varias ocasiones y que ejerció una fuerte influencia sobre él. A través de las obras de Turner y Fortuny, la muestra ilustra cómo la ciudad de los canales se convirtió en un símbolo de decadencia, misterio y lujo, temas que Proust no solo admiraba, sino que también integró en su visión artística. Venecia aparece en sus obras como un espacio de contrastes, entre la ruina y la grandeza, un tema recurrente en la obra del escritor que se ve reflejado en una serie de cuadros impresionistas que capturan sus paisajes y atmósferas.
Por otro lado, la exposición subraya un vínculo poco conocido de Proust con España, particularmente a través de los artistas Mariano Fortuny y Raimundo de Madrazo. Proust, un apasionado de la moda y los tejidos, encontró en los diseños de Fortuny una fuente de inspiración, lo que se refleja en las prendas de la exposición, como el icónico vestido Delphos. Estos detalles sobre la moda y los trajes, que parecieran periféricos en la obra de un escritor, en realidad son claves para comprender su enfoque estético y su aprecio por las formas artísticas que iban más allá de la literatura.
Entre las salas del Thyssen: un recorrido por la vida de Proust
La exposición se estructura en varias secciones, cada una centrada en diferentes aspectos de la vida y la obra de Proust. Desde su interés temprano por la pintura en Los placeres y los días, hasta su fascinación por la modernidad reflejada en los avances tecnológicos de la época, como la llegada de los automóviles y los trenes. La muestra presenta no solo pinturas de artistas impresionistas, sino también fotografías, esculturas, y otros objetos que permiten al visitante adentrarse en el mundo de Proust, sus pasiones, sus viajes y sus interacciones sociales.
Uno de los momentos culminantes de la exposición es la sección dedicada a París, su ciudad natal y el escenario principal de En busca del tiempo perdido. Aquí, la ciudad de los grandes bulevares, los jardines y la vida cultural, se presenta a través de las pinturas que capturan la esencia de una sociedad en plena efervescencia. Retratos de la actriz Sarah Bernhardt, quien inspiró el personaje de Berma en la novela, y escenas de la vida cotidiana en París, permiten comprender la profunda conexión de Proust con su entorno. La influencia del teatro, una de sus pasiones, se ve reflejada en una serie de retratos y documentos que ilustran su admiración por la escena cultural parisina.
Reflexión sobre el tiempo y la memoria
La última parte de la muestra se centra en uno de los temas más trascendentales de la obra de Proust: el paso del tiempo. A través de una selección de obras que abarcan desde la pintura renacentista hasta los impresionistas y las primeras vanguardias, la exposición invita a reflexionar sobre la relación entre el arte y la memoria. Las pinturas de Rembrandt y los retratos de Proust, junto a fragmentos de su obra, constituyen una meditación visual sobre la fugacidad de la vida y la constante reconstrucción de la memoria a través del arte.
La exposición Proust y las artes no solo ofrece una nueva lectura del escritor francés, sino que también plantea una invitación a descubrir cómo el arte, en sus diversas formas, ayudó a construir la visión literaria de uno de los autores más complejos y profundos del siglo XX. Sin duda, una visita indispensable para quienes buscan entender no solo a Proust, sino la intersección entre arte, literatura y vida.
