Raquel Forner: la fuerza de una pintora revolucionaria y su lucha contra el canon machista

El legado de Forner en el arte argentino: de la vanguardia a la denuncia social

17 de Mayo de 2025
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Mujeres del mundo pintura, Raquel Forner
Mujeres del mundo pintura, Raquel Forner

Raquel Forner es una de las figuras más significativas del arte argentino del siglo XX. Su obra, marcada por un estilo único que desbordaba vanguardismo y expresividad, rompió con las convenciones artísticas de su época. Además de ser una artista reconocida en todo el mundo, Forner se destacó por su contribución al arte moderno y su capacidad de plasmar el sufrimiento humano en sus lienzos, denunciando las atrocidades de las guerras y explorando las complejidades del espacio y el cosmos. A lo largo de su carrera, Forner tuvo que enfrentar el prejuicio y el rechazo, principalmente por ser mujer, pero con el tiempo, sus obras ocuparon un lugar de honor en los museos y colecciones más importantes del mundo.

Raquel Forner
Raquel Forner

Nacida en Buenos Aires en 1902, Forner descubrió su vocación artística a una edad temprana. Fue durante un viaje familiar a España, cuando tenía solo 13 años, que se encontró por primera vez con las grandes obras de la pintura moderna, lo que despertó en ella una profunda admiración por artistas como Picasso, Matisse y El Greco. De regreso a Buenos Aires, se formó en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde obtuvo el título de profesora de dibujo en 1922. A los 22 años, Forner ya estaba mostrando su talento y presentando sus obras en el Salón Nacional de Bellas Artes, donde recibió su primer reconocimiento importante.

Retrato de Raquel Forner
Retrato de Raquel Forner

Viaje a París

Pero fue su viaje a Europa en 1929 lo que marcó un punto de inflexión en su carrera. Durante su estancia en París, Forner se relacionó con otros artistas argentinos, como Antonio Berni y Horacio Butler, y formó parte del Grupo de París. Fue en la capital francesa donde absorbió las corrientes artísticas más vanguardistas, como el Fauvismo y el Cubismo, lo que le permitió ampliar su lenguaje plástico y darle un giro radical a su pintura. Fue también en París donde Forner comenzó a experimentar con la figura humana de gran escala, un sello distintivo de su estilo.

Raquel Forner
Raquel Forner

A su regreso a Buenos Aires, Forner continuó trabajando en la misma línea de modernidad y vanguardismo. Durante la década de 1930, su obra se vio profundamente influenciada por los horrores de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Sus pinturas, cargadas de simbolismo, expresaban el sufrimiento humano de una manera cruda y directa. Obras como El drama (1942) y Mujeres del mundo (1938) son un claro testimonio de su denuncia contra las atrocidades de la guerra. En estas piezas, Forner plasmó la desesperación de las mujeres que sufrían los efectos de los conflictos bélicos, creando figuras monumentales que transmiten angustia y desesperanza.

Carrera espacial y la exploración del cosmos

A lo largo de su carrera, Forner continuó abordando temas de gran trascendencia social y política. En la década de 1950, su obra comenzó a reflejar la fascinación por la carrera espacial y la exploración del cosmos. Obras como El envío (1956) y Las lunas (1957) muestran su preocupación por el futuro de la humanidad y su esperanza en la superación de las crisis existenciales a través de la exploración de nuevos horizontes. Esta etapa de su carrera se caracteriza por el uso de colores más vibrantes y una mayor libertad en la representación de formas y volúmenes.

Raquel Forner Fin y principio
Raquel Forner Fin y principio

Sin embargo, la obra de Forner no estuvo exenta de controversia. A lo largo de su carrera, fue constantemente cuestionada por su enfoque radical y su falta de sumisión a los cánones artísticos tradicionales, especialmente por el hecho de ser mujer. En la sociedad de su tiempo, el arte femenino era a menudo considerado delicado, sensible y decorativo, mientras que el arte moderno era visto como algo "masculino", agresivo y vigoroso. Forner, con sus mujeres fuertes y poderosas, desafió estas expectativas y, a menudo, sufrió el rechazo de críticos y académicos.

A pesar de las dificultades, Forner nunca dejó de luchar por su lugar en el mundo del arte. Su obra se fue consolidando con el tiempo, y sus pinturas pasaron a formar parte de importantes colecciones, como la del Museo de Arte Moderno de Nueva York. En 1957, Forner recibió el Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de Bellas Artes por su obra El envío, convirtiéndose en una de las primeras artistas argentinas en recibir este galardón. Este reconocimiento marcó el inicio de una etapa de consolidación en su carrera, que la llevaría a exponer en importantes museos internacionales y recibir numerosos premios.

Retrato de Raquel Forner
Retrato de Raquel Forner

La enseñanza del arte

A lo largo de su vida, Forner no solo fue una gran artista, sino también una defensora de la enseñanza del arte. Junto a su esposo, el escultor Alfredo Bigatti, fundó los Cursos Libres de Arte Plástico en Buenos Aires, un espacio dedicado a la formación de jóvenes artistas, que siguió el modelo de las academias libres de París. Esta iniciativa fue fundamental para el desarrollo de la vanguardia argentina y para la promoción de nuevas generaciones de artistas.

Forner también se preocupó por el legado de su obra. En 1982, creó la Fundación Forner-Bigatti con el objetivo de preservar su trabajo y el de su esposo, y de continuar difundiendo su legado artístico. La fundación se convirtió en un centro de investigación y difusión del arte moderno, y hoy en día sigue siendo un referente en la preservación del patrimonio cultural argentino.

Raquel Forner falleció en 1988, pero su obra sigue viva y presente en la memoria colectiva del arte argentino y mundial. Sus pinturas, llenas de fuerza y emoción, siguen siendo una reflexión sobre la condición humana y los horrores de la guerra, pero también una celebración de la capacidad del ser humano para imaginar y trascender. Con una visión única y un talento excepcional, Forner dejó una marca imborrable en la historia del arte, desafiando las convenciones de su tiempo y abriendo camino para las futuras generaciones de artistas.

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