Remedios Varo: Una alquimia visual de lo imposible

La magia del surrealismo en la pintura de una visionaria

12 de Abril de 2025
Actualizado el 13 de abril
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Detalle de Papilla estelar (1958) de Remedios Varo.
Detalle de Papilla estelar (1958) de Remedios Varo.

El surrealismo no solo fue un movimiento artístico; fue una puerta abierta hacia mundos que solo existían en los sueños, y en este universo fantástico, Remedios Varodejó una huella imborrable. Con su obra, no solo exploró los límites de la mente humana, sino que creó un espacio donde lo imposible se volvía tangible, y la realidad se transformaba en una forma fluida de interpretación. Su contribución al surrealismo mexicano es más que relevante: es una expansión de los límites de lo que la pintura y el arte pueden lograr. 

Remedios Varo fotografiada en 1958 por Kati Horna.
Remedios Varo fotografiada en 1958 por Kati Horna.

Remedios Varo nació en 1908 en Anglès, Girona, España, en una familia de ascendencia española y argentina. Su vida fue tan fascinante como su obra: su padre, un intelectual con un interés por la ciencia, la mineralogía y el esperanto, fue una figura influyente en su vida temprana. Sin embargo, a pesar de su herencia académica, fue su curiosidad insaciable y su fascinación por lo místico y lo oculto lo que la impulsó hacia el arte. Su infancia, marcada por problemas de salud, no detuvo su deseo de crear, y a una edad temprana, demostró un interés por la pintura y la filosofía oriental que sería clave en su carrera futura. A los 15 años, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde comenzó a forjar una carrera que la llevaría a convertirse en un referente dentro del surrealismo, aunque su camino hacia el éxito fue todo menos convencional. 

Invocación (1962), El encuentro (1962).
Invocación (1962), El encuentro (1962).

En su juventud, Remedios Varo ingresó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en ser aceptadas en esta prestigiosa institución. Fue durante este tiempo que conoció a figuras como Salvador Dalí y Federico García Lorca, quienes dejaron una marca profunda en su estilo.  

Ojos sobre la mesa (1935)
Ojos sobre la mesa (1935)

Con el estallido de la Guerra Civil española, Remedios se vio obligada a huir, primero hacia Francia y más tarde hacia México, un destino que, aunque inicialmente se percibía como provisional, se convertiría en su hogar y en el lugar donde su obra florecería de manera definitiva. En México, Remedios encontró la inspiración que necesitaba para canalizar todas las influencias que había absorbido a lo largo de su vida, desde el misticismo indígena hasta la ciencia y la alquimia. En este contexto, Varo creó una obra profundamente simbólica y poética, que no solo la consagró dentro del surrealismo, sino que también le permitió destacarse de sus compañeros como una de las voces más singulares del movimiento.  

Mujer saliendo del psicoanalista (1960), Ascensión al monte Análogo (1960), La llamada (1961).
Mujer saliendo del psicoanalista (1960), Ascensión al monte Análogo (1960), La llamada (1961).

Su paso por el surrealismo no fue solo una pertenencia a un movimiento; Remedios lo convirtió en un lenguaje propio, un medio para expresar su visión del mundo, un mundo que estaba lleno de conexiones misteriosas entre la naturaleza, el cosmos y el ser humano. Su obra pasó de ser una reacción a las convenciones sociales y políticas de su tiempo a convertirse en una mirada crítica, pero esperanzadora, que exploraba la fragilidad humana a través de los elementos más insólitos. Como en Recuerdos de la valquiria (1938), donde Varo dio una nueva interpretación a figuras mitológicas, reemplazando los convencionalismos patriarcales por una visión de la libertad femenina. 

Creación del mundo o Microcosmos (1959).
Creación del mundo o Microcosmos (1959).

Entre sus obras más emblemáticas destacan piezas como El agente doble (1936), un óleo que marca el comienzo de su estilo único, y Las almas de los montes (1938), en la que las figuras femeninas se funden con el paisaje montañoso, simbolizando la conexión entre la mujer y la naturaleza. Estas obras, junto a otras como Títeres vegetales (1938), donde seres humanoides se mezclan con plantas, reflejan su fascinación por los mundos invisibles y los vínculos entre el cuerpo humano y el universo. 

Tres destinos (1956).
Tres destinos (1956).

En su llegada a México, Varo vivió una época de adaptación, en la que la hostilidad inicial de la comunidad artística mexicana hacia los exiliados no impidió que se estableciera como una de las figuras más prominentes del surrealismo. Si bien, en un principio, figuras como Frida Kahlo y Diego Rivera no veían con buenos ojos a los nuevos artistas, la influencia de Varo fue ganando terreno, sobre todo gracias a la profundidad de su trabajo y su capacidad para mezclar lo local con lo universal. Durante estos años, además de sumergirse en un estilo surrealista que ya era suyo, la pintora se relacionó con otros artistas de renombre, como el poeta César Moro y la fotógrafa Kati Horna, creando una red de colaboradores que impulsaron el surrealismo mexicano. 

Personajes libélulas (1951), Jardin d’amour (1951).
Personajes libélulas (1951), Jardin d’amour (1951).

En sus años mexicanos, Varo no solo alcanzó una madurez artística sino que también encontró una estabilidad emocional y económica que le permitió producir algunas de sus obras más conocidas y reconocidas. Obras como El alquimista (1955), Música solar (1955) y Simpatía (1955) son ejemplos de cómo la artista dominó su técnica hasta el punto de convertir cada trazo en un acto de trascendencia. En estos lienzos, las fronteras entre lo real y lo irreal se desdibujan, presentando escenas que parecen existir en un espacio-tiempo fuera de lo convencional, donde la razón y la magia coexisten de manera fluida. Estas obras no solo están impregnadas de simbolismo y misticismo, sino que también muestran una profunda reflexión sobre el rol de la mujer en la sociedad, la espiritualidad y el poder de la imaginación. 

Revelación (1955), Ermitaño meditando (1955).
Revelación (1955), Ermitaño meditando (1955).

El surrealismo de Varo no se limitó a una exploración de lo onírico. A través de sus pinturas, desmanteló las construcciones tradicionales de la realidad, desafiando la lógica y creando mundos alternativos en los que la mujer, la naturaleza y la magia se entrelazaban en una danza visual. Su capacidad para representar lo invisible, para plasmar en sus lienzos la esencia de lo inexplicable, la convirtió en una de las grandes maestras del surrealismo. 

Multipase mexicano de la artista.
Multipase mexicano de la artista.

Durante la década de 1950, su obra comenzó a ser más reconocida en el circuito artístico internacional. En 1955, expuso en la Galería Diana de Ciudad de México, y poco después comenzó a recibir encargos de mayor envergadura, incluso realizando trabajos para empresas comerciales y creando murales que reflejaban su estilo único. Aunque Varo no estaba interesada en ser una pintora comercial, estos encargos le permitieron mantenerse económicamente y continuar desarrollando su arte de manera más personal. 

Exploración de las fuentes del río Orinoco (1959), Creación de las aves (1957).
Exploración de las fuentes del río Orinoco (1959), Creación de las aves (1957).

La última fase de su carrera estuvo marcada por una explosión de creatividad. Obras como Mujer saliendo del psicoanalista (1960) y Ascensión al monte Análogo (1960) muestran a una artista que había alcanzado un nivel de madurez en su estilo, utilizando simbolismos profundos para abordar temas como el crecimiento espiritual, la liberación y la transformación. A través de sus pinturas, Varo se convirtió en una narradora visual, tejiendo historias que desafiaban la percepción convencional del mundo. 

Música solar (1955), Roulotte (1955).
Música solar (1955), Roulotte (1955).

Lamentablemente, la vida de Remedios Varo fue corta. Murió en 1963 a los 54 años de edad, dejando un legado artístico que aún perdura. Su obra fue redescubierta y celebrada en exposiciones internacionales, y hoy, Varo es considerada una de las figuras más importantes del surrealismo mexicano, una visionaria cuya obra sigue fascinando a nuevas generaciones de artistas y amantes del arte. 

Insomnio II (1947), Laboratorio (1947), Angustia (1947).
Insomnio II (1947), Laboratorio (1947), Angustia (1947).

Con su visión única del mundo, logró trascender no solo las barreras del arte, sino las de la cultura misma, abriendo puertas a nuevos significados, explorando la esencia de la creación y dejando un legado indeleble. El surrealismo, en su caso, no fue solo una corriente artística, sino una forma de percibir y transformar el mundo que, a través de su mirada, siguió siendo tan fascinante como en sus primeros días. 

Dolor reumático I (1948), Dolor reumático II (1948).
Dolor reumático I (1948), Dolor reumático II (1948).

 

El alquimista (1955), Simpatía (1955).
El alquimista (1955), Simpatía (1955).
Bordando el manto terrestre (1961). Remedios Varo.
Bordando el manto terrestre (1961). Remedios Varo.

 

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