Tarsila do Amaral, figura fundamental del modernismo brasileño, ha dejado una huella imborrable en la historia del arte, no solo por su indiscutible talento, sino por su capacidad para reinventar el paisaje cultural de Brasil. Su obra, que abarca desde lo indígena y popular hasta lo vanguardista y cosmopolita, refleja la búsqueda de identidad de un país en transformación y marca la creación de una visión brasileña única dentro de la modernidad global.

La retrospectiva "Tarsila do Amaral. Pintando el Brasil moderno", que se está llevando a cabo en el Museo Guggenheim Bilbao hasta el 1 de junio de 2025, es una oportunidad invaluable para adentrarse en el universo visual de una artista que, como pocas, supo conectar las inquietudes sociales, culturales y políticas de su tiempo. La exposición, que cuenta con 147 obras de la pintora, abarca toda su trayectoria, desde sus primeras obras influenciadas por el cubismo y el primitivismo hasta sus últimas composiciones, marcadas por la reflexión sobre la modernización de Brasil.
El puente entre dos mundos: de São Paulo a París
Nacida en 1886 en Capivari, una localidad del interior paulista, Tarsila tenía todo el perfil de una heredera de una familia cafetera acomodada. Sin embargo, su destino artístico la llevó a abandonar las convenciones sociales y a forjar una carrera vinculada a la vanguardia artística europea. En 1920, viajó a París, donde se formó en la Académie Julian y en el taller de Émile Renard, rodeada de artistas que estaban revolucionando el panorama artístico de la época.
![Tarsila do Amaral Autorretrato [Auto-retrato (Manteau rouge)], 1923 Óleo sobre lienzo 73 × 60,5 cm Museu Nacional de Belas Artes / Ibram, Río de Janeiro © Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Museu Nacional de Belas Artes/Ibram, Rio de Janeiro / Jaime Acioli Tarsila do Amaral Autorretrato [Auto-retrato (Manteau rouge)], 1923 Óleo sobre lienzo 73 × 60,5 cm Museu Nacional de Belas Artes / Ibram, Río de Janeiro © Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Museu Nacional de Belas Artes/Ibram, Rio de Janeiro / Jaime Acioli](/uploads/s1/21/47/81/8/tarsila-do-amaral-3_19_540x540.jpeg)
Tarsila se empapó del cubismo, un movimiento que le permitió analizar y reinterpretar la realidad brasileña desde una óptica completamente diferente, fusionando lo autóctono y lo moderno. A través de su obra, la artista se erige como una especie de puente entre dos mundos aparentemente dispares: el Brasil indígena y el París de la modernidad. Su obra más emblemática, Abaporu (1928), da nombre al movimiento Antropofágico, que reivindicaba la necesidad de que Brasil "devorara" las influencias extranjeras y creara una cultura auténtica, propia y revolucionaria.

La modernidad brasileña: transformación y lucha
Tarsila no solo plasmó paisajes o retratos, sino que su arte se convirtió en un reflejo de los procesos sociales y políticos de Brasil. En los años 30, su obra abordó la vida de los trabajadores y las tensiones derivadas de la industrialización y la urbanización acelerada del país. La pintora no se limitó a capturar la belleza de la tierra brasileña, sino que reflejó la lucha social y la construcción de un país que aún estaba forjando su identidad.
![Tarsila do Amaral Estudio (Academia n.º 2) [Estudo (Academia nº 2)], 1923 Óleo sobre lienzo 61 × 50 cm Colección particular. Cortesía Almeida & Dale © Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Sergio Guerini Tarsila do Amaral Estudio (Academia n.º 2) [Estudo (Academia nº 2)], 1923 Óleo sobre lienzo 61 × 50 cm Colección particular. Cortesía Almeida & Dale © Tarsila do Amaral Licenciamento e Empreendimentos S.A. Foto: © Sergio Guerini](/uploads/s1/21/47/80/0/tarsila-do-amaral-1_19_540x540.jpeg)
En esta fase, Tarsila ya se había separado de su esposo, el escritor Oswald de Andrade, y vivía entre Europa y Brasil, participando activamente en la vida cultural de ambos continentes. Durante este tiempo, su pintura evolucionó, volviéndose más expresiva y enraizada en las realidades de un Brasil que enfrentaba grandes desafíos. Sus composiciones de la década de 1930 no solo fueron una reflexión estética, sino también un acto político: una defensa de la autenticidad brasileña frente a la dominación cultural europea

De la vanguardia al renacimiento: la madurez de Tarsila
A lo largo de su carrera, Tarsila do Amaral estuvo dispuesta a renovarse constantemente. Pese a los obstáculos que enfrentó como mujer artista en una sociedad predominantemente patriarcal, su arte fue evolucionando y adaptándose a las circunstancias cambiantes de Brasil. A principios de los años 40, las tensiones políticas se intensificaron en Brasil, y la dictadura militar instaurada en 1964 no fue ajena a sus trabajos, que a menudo llevaban consigo una crítica implícita a las injusticias sociales y políticas de la época.

En los años posteriores, Tarsila continuó su trabajo a pesar de las dificultades personales, como una operación que la dejó parapléjica. Sin embargo, nunca abandonó su pasión por la pintura y su compromiso con la modernidad. En las décadas de los 50 y 60, siguió siendo una figura clave en el panorama artístico brasileño, participando en exposiciones internacionales como la Bienal de Venecia y siendo reconocida en Brasil con una importante retrospectiva en 1969.

Un legado que sigue vigente
La muestra de Tarsila do Amaral en el Museo Guggenheim Bilbao es más que una simple exposición de arte. Es una invitación a explorar una de las obras más significativas de la modernidad latinoamericana, que sigue vigente tanto en Brasil como en Europa. En sus pinturas, Tarsila no solo retrató paisajes y figuras, sino que creó un lenguaje artístico que resonó con la realidad social, política y cultural de su tiempo.
La curaduría de la exposición, encabezada por Cecilia Braschi y Geaninne Gutiérrez-Guimarães, resalta la evolución de la obra de Tarsila, desde su primer encuentro con el cubismo hasta sus últimos trabajos de los años 60. Es un recorrido a través de siete secciones que exploran las diferentes facetas de su arte: desde la invención del paisaje brasileño hasta los nuevos paisajes urbanos, pasando por su fascinación por lo indígena y lo popular, y su exploración de las identidades brasileñas.

La exposición también subraya el impacto que Tarsila tuvo en los movimientos de vanguardia de Brasil, como el Pau-Brasil y Antropofagia, que buscaban una renovación cultural a través de la fusión de elementos autóctonos y europeos. En este sentido, su legado no solo está en la pintura, sino también en la construcción de una identidad nacional que, aún hoy, sigue siendo un tema de debate en Brasil y más allá.
Un vistazo a la modernidad a través de Tarsila
Con esta exposición, el Museo Guggenheim Bilbao ofrece un espacio único para reflexionar sobre la complejidad de la modernidad, un concepto siempre en transformación. Tarsila do Amaral, a través de su arte, invita a un cuestionamiento constante de la identidad, la cultura y el papel del artista en la sociedad. Su obra sigue siendo una poderosa herramienta para entender la lucha por la autenticidad en un mundo globalizado y la constante reinvención de lo que significa ser moderno.