Se cuenta por las noches en las hogueras, alrededor de las que se reúnen los mecánicos, que un expiloto, que ahora es mánager del piloto que va liderando el campeonato, recurre a todo tipo de ayudas para que los resultados de su pupilo sean los mejores y sus rivales sean desafortunados. Se cuentan historias de ungüentos y muñecos vudú manipulados por poderosos brujos australianos.
Cuesta creerlo con la pinta que tiene de simpático y buen chaval Mark Webber, el mánager y responsable de la carrera actual de Óscar Piastri, pero por otra parte es un clásico que se recurra a la magia de todo tipo, incluidos ungüentos y males de ojo, en todos los deportes para perjudicar a los rivales.
Aunque también está la luz, la magia blanca, la simpatía y limpieza de los hados blancos. La madre de Lando Norris, siempre sonriendo y esparciendo buenas vibraciones y buen rollo por todos lados. Mamá Norris, en ese aspecto, hace excelentemente su trabajo.
En cualquier caso, con brujos y hadas o sin ellos, los coches de color fruta tropical no tienen rival de ningún tipo.
O quizás sí. Red Bull ha empezado una nueva era y el aterrizaje de Laurent Mekies ha sido afortunado: Yuki Tsunoda ha entrado por primera vez en mucho tiempo en la Q3, y el gran Max ganó ayer la sprint.
Max, siempre afilado como el hocico de un lobo, siempre hambriento como un lobo. Observándolo todo, dueño de sí mismo y esperando para saltar a la yugular de quien sea en busca de convertir en reales sus posibilidades de ganar el Campeonato Mundial de este año.
Tigre Tigre