Es un partido durísimo. El vencedor pasará a cuartos de final en el Open de Pekín (me gusta escribirlo así). El jugador español que ha recogido el testigo del incomparable Nadal tiene enfrente a un verdadero oso. Kachanov siempre nos hace pensar en un oso. La envergadura, la barba, la mirada... Si se deja volar un poco la imaginación es fácil hasta dibujarle mentalmente las garras sosteniendo la raqueta. Lo anterior a pesar de su nombre, que es Karen. Conozco muchas chicas que se llaman Karen, pero es la primera vez que veo a un hombre que se llama así.
Literatura aparte Karen Kachanov es un jugador magnífico y temible. Su saque es digno, y perdonen la insistencia, de un plantígrado.
El noveno juego del primer set es la guerra toty. Alcaraz quiere ganarlo a cualquier precio y para ello logra puntos que serían imposibles para el mismísimo Spiderman. Pero el Oso se defiende porque sabe que si pierde ese juego ha perdido el partido. Siguiendo la similitud con Spiderman podríamos decir que en el noveno juego del primer set Kachanov es Kinping.
Pero al final ni Spiderman ni Alcaraz pueden con el Oso ni con Kinping ni con Kachanov. Y Karen se lleva el disputadísimo y muy largo noveno juego.
Pero en el siguiente servicio del ruso Alcaraz ya no es ni una pizca Carlitos y es absolutamente don Carlos. Le rompe el servicio y gana el suyo.
7-5.
En el tercer juego del segundo set le rompe otra vez el servicio el Hombre Araña al Hombre Oso.
Esto está hecho, pienso. Y empiezo -mi impaciencia natural- a dictar este artículo. El sexto juego del segundo set se lo lleva Alcaraz en blanco. Y a continuación vuelve a romperle el servicio a su rival: pega con tal fuerza que ya no está muy claro quien es de los dos tenistas más oso.
7-5
6-2 (con el último juego en blanco)
Alcaraz ya está en semifinales y es lícito -aunque aún nos quede Medvedev (que también tiene su apodo)- pensar en una final contra Sinner.
¡Vamos a ver quién es aquí la ley!
Tigre Tigre