Será en París. No lloverá. Pista descubierta y sol.
Será el domingo 8 de junio. Será a las tres de la tarde.
Si el partido dura más de tres sets lo ganará Alcaraz. Si el partido se ventila en tres sets lo ganará Sinner.
Sinner no ha cedido ni un solo set durante esta edición de Roland Garros. Ni siquiera Djokovic consiguió ganarle uno. Y eso que el gran maestro serbio jugó con lo mejor de sí mismo; se llevaba preparando muchos meses para este Roland Garros, esquivando trofeos y evitando desgastarse innecesariamente.
Sinner, el robot, el "dopado", que quizá haya encontrado alguna forma de esquivar las prohibiciones para evitar el doping de la ATP. Quizá no. Quizá ha sido capaz de realizar un milagro en su interior: físico y mental. Pero no deja de ser inverosímil que alguien de su limitada envergadura física sea capaz de sacar a 250 kilómetros por hora batiendo todos los récords precedentes. En cualquier caso, y aún llamándole El Robot, nadie puede negar que es un gran robot, extremadamente difícil de derrotar.
En la otra esquina del ring, al otro lado de la cancha, estará Alcaraz. El genio. El chaval que sonríe. El niño que entrenaba con un bocadillo en una mano y la raqueta en la otra. El gran don Carlitos. El maravilloso Charly. El mito del Palmar. Asegura el Oráculo, llamamos así a Robert Carretero nuestro comentarista favorito, que si Carlos Alcaraz tiene un día bueno e inspirado en tierra batida nadie le puede ganar.
¿Ni siquiera el robot? ¿Ni siquiera Sinner?
Es inútil especular. Tratar de adivinar el futuro. Sólo queda tener un poco de paciencia y esperar.
La IA contra la IN. La inteligencia artificial contra la inteligencia natural.
Sólo uno puede ganar.
El mundo entero está expectante. La moneda gira en el aire. Si al español le sale cara ¿elegirá, como siempre, restar?
Tigre Tigre