Quizás sea el único que lo dice, pero seguro que no soy el único que lo piensa el partido de Jannik Sinner contra Taylor Fritz en la final del US Open 2024 me ha aparecido entre patético y ridículo.
Una final en la que el perdedor ni siquiera es capaz de conseguir un set.
¡Por favor!
¿Como diablos ha llegado hasta allí? ¿Tan malos eran todos sus rivales anteriores?
¿Y Sinner? Sinner, alias El Dopado, según opina muchísima gente. Porque resulta que le quitaron un torneo por dopaje, pero no lo aplicaron la sanción de estar dos años sin jugar.
-Es que luego declararon que era inocente, Tigre.
-No tiene sentido, porque le quitaron los puntos del dinero en Indian Wells. Si era inocente, era inocente. Y si se le quitaron los puntos y el dinero es porque lo encontraron culpable.
En cualquier caso feo y poco verosímil. Hasta el mismísimo Nadal lo dijo en la tele.
"No es lo mismo ser un dopado si eres el número uno que si eres el número 338". No lo dijo así, pero ese era el sentido. Y nos recuerda que la vida sigue igual que cuando Víctor Hugo escribió Los miserables: solo se castigaba a los ladrones de manzanas si eran muy pobres.
El US Open de este año ha sido una verdadera patata, salvo unas pocas y honrosas excepciones.
Pero como la calidad del juego al parecer a los organizadores del torneo les trae al pailo ha subido el premio al ganador hasta tres millones seiscientos mil dólares. ¡Bravo! Tengo payasos que no hacen reír a nadie, pero los pago más que si fueran deslumbrantes.
Aunque las chicas, y que me diga lo que quiera quien quiera, han estado mejor pagadas, porque les han dado la misma cantidad jugando al mejor de tres sets en lugar de al mejor de a cinco. Dos veces Bravo para ellas.
Las derrotas demasiado tempranas de Alcaraz y Djokovic le quitaron todo glamour y esplendor al torneo.
Jack Draper, que parecía iba hacer algo, se quedó en pompa de jabón. A los tenistas con el apellido terminado en EV, se los comió impasiblemente la mediocridad circundante.
En suma: una edición del Open USA para olvidar, aunque no parece imposible que esto sea el segundo escalón de una carrera meteórica inolvidable para Jannik Sinner.
Que patético que no haya más tenistas del máximo nivel, en la línea de Djokovic, Nadal, Alcaraz o Federer. Casi cuesta entenderlo. O no. Están ahí -por dinero- los mediocres capaces de resultados más o menos regulares. A los jugadores geniales, tipo Kirgios, que seguro no es el único capaz de imposibles, se les va empujando hacia la orilla.
Estoy pensando en dedicarme a observar el fútbol. Al menos en ese mundo está siempre latente la interesante trama negra de la compra y venta de árbitros.
Tigre Tigre