Por un momento pensé, creo que lo pensamos mucha gente, que Gregor Dimitrov iba a morirse allí mismo, sobre la pista de hierba de Wimbledon.
Se sienta en el suelo con la mano en el pecho y gesto de dolor intolerable. Un infarto. Eso es lo que parece desde fuera.
Luego ya descubrimos que no era tan grave, aunque al mismo tiempo era gravísimo: un desgarro en el pectoral que le iba a impedir seguir jugando un partido que ya tenía prácticamente ganado.
Sí, lo tenía prácticamente ganado y Sinner casi lo daba por perdido. Pero más vale caer en gracia que ser gracioso. Y eso es lo que le sucedió a Sinner. Como dicen los catalanes: le creció la flor en el culo. Y le dieron como ganador de un partido que en absoluto merecía haber ganado. Circunstancia que por otra parte nos estaba dejando atónitos, pero es incontestable que Dimitrov se lo estaba comiendo y si no hubiese sido por la dramática e injusta lesión sería el búlgaro quien se enfrentaría el miércoles nueve de julio a Ben Shelton.
Debemos admitir, sin embargo, que como espectáculo es una alegría porque el mundo espera un Sinner vs Djokovic, y a continuación un Sinner vs Alcaraz para rematar este Wimbledon.
Pero ya veremos, porque la suerte es caprichosa y están los hados revueltos. Capaz Flavio Cobolli de conseguir frenar al tenista que ha ganado más Grand Slam de todos los tiempos.
Y por el otro lado... No, mejor no decir nada. No adelantemos acontecimientos.
Tigre Tigre