María José Pintor

El día en que me llamaron etarra

21 de Octubre de 2018
Actualizado el 02 de julio de 2024
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De roja a facha recalcitrante, de vendida a instigadora, de liberal a tecnócrata, de ignorante a elitista. De casi todo me habían llamado en el libre ejercicio de mi profesión en 28 de periodista. Pero jamás nadie se había atrevido a llamarme “directora etarra”.Que me descolocó, lo reconozco, el hombrito que crea su perfil con la bandera española -al que no pienso dar publicidad alguna- como respuesta a un tuit sobre la noticia en Diario16 de Albert Rivera tras saltarse un control en el aeropuerto.Es curioso que quienes más hacen gala de su españolismo, quien se empeña en no pasar página a la sangrienta historia de ETA, quien utiliza las víctimas, hasta para hacer política, son justo los que ni estaban ni se les esperaba en los peores y más duros años del terrorismo etarra.Valga el desafortunado tuit de un descerebrado ignorante para esta reflexión , hecha desde la paz de mi refugio en mi pequeña biblioteca, para mirar al frente y auto analizarme a través de mis libros: Porque lo que abundan en mis estanterías son los poetas del 27 -con lugar de honor para Miguel Hernández y Rafael Alberti-, el para mí más grande novelista del siglo XX en lengua castellana: el castellano y discreto Miguel Delibes, quien dio vida con su obra costumbrista y puso en órbita a los héroes supervivientes de la posguerra en la dura España rural y a las más rancias costumbres de la España de las ciudades de provincias en pleno franquismo.
Quienes más hacen gala de su españolismo, ni estaban ni se les esperaba en los años más duros del terrorismo etarra
Y mi heroína Mafalda, con el ¡gran Quino!, y el espacio de honor para el feminismo y mis feministas: ahí no podían faltar biografías como la de la más grande: Clara Campoamor, escritoras como Rosa Montero o Maruja Torres -que tantas aventuras periodísticas me permitió vivir sin salir de casa- y hasta a Virginie Despentes con su Teoría King Kong.Pero tengo otra debilidad literaria: Miguel de Unamuno. El novelista, ensayista, profesor de la excelencia, Rector de Salamanca para siempre, y quien desde Bilbao, como yo, terminó en tierras castellanas. El inconformismo, la evolución de su pensamiento, la oposición a casi todo - ni le gustó la República ni consintió ni colaboró con el golpe de estado de Franco- su ejemplo, valentía, independencia y, en definitiva, su esencia, me da fuerza cada día. Porque nadie ha superado, para mí, en la historia de España del siglo XX su oportuna frase ante Millán Astray: “Venceréis, pero no convenceréis”. 

Descubierta

Y así me descubro: una feminista que lee a más hombres que mujeres, una mujer progresista -que jamás militó en partido alguno ni se llevó bien con el bipartidismo- a quien el PSOE jamás defendió mientras el PP trataba de borrarla del mapa periodístico, una lectora incansable -lo llevo en los genes heredaros de mi madre- que se arrodilla ante grandes literatos que no representan a la izquierda: como Delibes y Unamuno… Pues ya está, descubierta. Esa soy yo, quien me conoce, lo sabe.Soy esa española que no apoya el independentismo y que, sin embargo, sufre cada día por los presos del procés. Soy y, sobre todo fui cuando era necesario serlo, una activa militante antietarra -en la calle y con la pluma-, y, por encima de todo, soy una periodista romántica que cree en la libertad de expresión, en el Periodismo de verdad, en el que casi nunca se ejerce, y en vivir con pasión para dar voz a quien no la tiene: el Periodismo social de toda la vida. Que no dará entradas, pero que sí hace justicia y aporta mucha paz interior.Pues nada, que el descerebrado ése del tuit me ha permitido reivindicarme. Así que, como diría mi amiga Pilar: ¡Qué Dios le confunda!Jamás llegaré al nivel de ninguno de mis autores y autoras de cabecera, lo sé, pero vivo con la certeza absoluta de que ninguno de ellos me hubiera llamado etarra. Con eso me vale. Sigamos…
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