Un año después de comenzar el ciclo de relajación monetaria, el Banco Central Europeo se dispone a recortar nuevamente los tipos de interés. La inflación controlada, el crecimiento estancado y el recrudecimiento de la guerra comercial empujan a la institución a tomar medidas para estimular la economía de la eurozona.
Desaceleración económica
Todo apunta a que este jueves el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) anunciará una reducción de 25 puntos básicos en el tipo de facilidad de depósito, el principal referente del coste del dinero en la eurozona. De confirmarse esta previsión, los tipos se ubicarían en el 2%, lo que marcaría un retorno a los niveles de finales de 2022.
Este posible movimiento se enmarca en una tendencia iniciada hace justo un año, cuando el BCE dejó atrás su política agresiva de subidas para combatir una inflación desbocada, que llegó a superar el 10%. Desde entonces, la autoridad monetaria ha recortado los tipos en siete ocasiones consecutivas, tras haberlos incrementado del 0% al 4,5% en apenas dos años.
El actual viraje responde a una inflación ya contenida —cerró mayo en el 1,9%—, pero también a una economía europea que apenas da señales de recuperación, con un crecimiento del PIB del 0,3% en el primer trimestre del año.
Guerra comercial
El panorama se complica aún más con la incertidumbre provocada por el aumento de las tensiones comerciales. Estados Unidos ha endurecido sus medidas proteccionistas, con nuevos aranceles al acero y al aluminio importado, lo que ha generado inquietud entre sus socios.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha rebajado recientemente sus previsiones de crecimiento para la eurozona: un 1% en 2025 y un 1,2% en 2026, frente al 1,3% y 1,5% estimados anteriormente. La Comisión Europea ya ha advertido que adoptará represalias si no se alcanza una solución negociada con Washington antes del 14 de julio.
Estas turbulencias exteriores, sumadas a la escasa vitalidad interna, refuerzan el argumento de quienes dentro del BCE abogan por proseguir con la política monetaria expansiva.
Incertidumbre sobre el futuro
Pese a que todo indica que este recorte se aprobará, no existe consenso total sobre la conveniencia de nuevas bajadas en el corto plazo. Voces como las de Isabel Schnabel, del comité ejecutivo del BCE, el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, y el gobernador austríaco Robert Holzmann, han pedido mayor prudencia.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, será la encargada de despejar dudas en la rueda de prensa posterior a la reunión, en la que también se conocerán las nuevas proyecciones de crecimiento e inflación. En marzo, el organismo proyectaba un crecimiento del 0,9% para 2025 y del 1,2% para 2026, con una inflación del 2,3% y 1,9% respectivamente.
El mensaje que transmita Lagarde será clave para interpretar si este movimiento marca el final de la fase bajista o si, por el contrario, habrá margen para nuevas reducciones en los próximos meses. Todo dependerá de la evolución de los indicadores y, sobre todo, del incierto contexto internacional.