España sigue avanzando en medio de un contexto internacional difícil. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la economía española creció un 0,6% en el primer trimestre de 2025 respecto al trimestre anterior. Aunque supone una ligera moderación frente al 0,7% registrado en los últimos meses de 2024, mantiene a España como una de las economías más dinámicas de Europa. Además, la inflación también dio un respiro en abril, reduciéndose al 2,2%, gracias a la caída del precio del gas, la luz y los carburantes.
Estos resultados ofrecen un balón de oxígeno en un momento en que crecen los temores ante una guerra comercial internacional impulsada por Estados Unidos. De momento, la solidez del consumo interno, el repunte de la inversión y el buen comportamiento de sectores como la hostelería y el comercio, sostienen el crecimiento.
Un crecimiento más moderado, pero firme
El Producto Interior Bruto (PIB) ha mantenido su senda positiva, aunque a un ritmo ligeramente inferior. El consumo de los hogares, uno de los motores tradicionales de la economía española, aumentó un 0,4% en el primer trimestre, frente al 0,9% del trimestre anterior. También el consumo de las administraciones públicas se moderó, con un alza de apenas el 0,2%.
Sin embargo, otras partidas mostraron signos positivos. La inversión creció un 1,1%, encadenando dos trimestres de recuperación, especialmente en bienes de equipo. Esto es importante porque la inversión es clave para mejorar la productividad, un aspecto que España necesita reforzar. Además, el comercio exterior volvió a aportar al crecimiento: las exportaciones de bienes y servicios aumentaron un 1%, mientras que las importaciones subieron un 0,7%.
En términos interanuales, la economía avanza un 2,8%, una cifra que, aunque sujeta a revisión, sitúa a España entre los países de la zona euro con mejor desempeño.

Ladillo: Inflación en descenso, pero con matices
En paralelo al crecimiento económico, el Índice de Precios de Consumo (IPC) experimentó una nueva caída en abril. El dato provisional publicado por el INE sitúa la inflación en el 2,2%, una décima menos que el mes anterior. Esta bajada se explica, sobre todo, por el descenso de los precios de la energía, en particular del gas y la electricidad, y por el abaratamiento de los carburantes.
La inflación subyacente —que excluye alimentos frescos y energía—, sin embargo, subió cuatro décimas, hasta el 2,4%. Esto indica que, aunque los precios de la energía están bajando, otros productos y servicios mantienen presiones inflacionistas. Se trata del mismo nivel que se registró en enero de este año, y supone un recordatorio de que el control de la inflación sigue siendo un desafío.

El Gobierno destaca que el crecimiento económico, junto con una inflación moderada, está mejorando la situación de empresas y familias. Desde el Ministerio de Economía, se subraya que “España sigue siendo capaz de combinar el mayor crecimiento entre las economías desarrolladas con una inflación controlada, a pesar de las incertidumbres internacionales”.
Sectores que tiran de la economía
El análisis por sectores muestra que algunos ramos siguen creciendo con fuerza. La agricultura y ganadería repuntaron un 7,1% trimestral, beneficiándose de mejores condiciones climáticas y de mercado. La industria también creció un 0,8%, a pesar del estancamiento que sufre en otras economías europeas.
El comercio, transporte y hostelería continúan siendo pilares fundamentales, con un avance del 1,3%. La recuperación del turismo, en particular, sostiene buena parte de este dinamismo. En cambio, actividades como la información y comunicaciones (-3,8%) y las recreativas (-1,4%) muestran retrocesos significativos.

Por su parte, el sector inmobiliario sigue en expansión (+1,4%), aunque, como señalan los expertos, el volumen de construcción sigue siendo insuficiente para resolver el problema de acceso a la vivienda en España.
Riesgos en el horizonte
Pese a estos datos positivos, persisten varios riesgos. El principal, la escalada de tensiones comerciales a nivel internacional. Según las estimaciones de Funcas (la fundación de las cajas de ahorro), si la guerra arancelaria impulsada por Estados Unidos se intensifica, podría restar hasta 1,2 décimas al crecimiento del PIB en los próximos dos años.
Aunque España tiene una exposición relativamente limitada al mercado estadounidense, el aumento de la incertidumbre global puede afectar a la inversión empresarial, uno de los motores de la recuperación actual. La inversión es especialmente sensible a los entornos inestables, y un frenazo en esta área tendría efectos negativos sobre la productividad y el crecimiento a medio plazo.
Otro punto de vigilancia será la evolución de la inflación subyacente. Aunque el descenso de la inflación general es una buena noticia para los bolsillos de los ciudadanos, las subidas en los precios de bienes y servicios básicos podrían limitar la capacidad de consumo en el futuro.
Una posición sólida ante la incertidumbre
A pesar de todo, los analistas coinciden en que la economía española se encuentra en una posición relativamente sólida. El crecimiento del 0,6% registrado entre enero y marzo, combinado con un avance interanual del 2,8%, permite afrontar los retos globales con un cierto margen de maniobra.
La combinación de consumo interno resistente, dinamismo en el mercado laboral, inversión en recuperación y una inflación controlada proporciona un escudo frente a los choques externos. Sin embargo, la economía española no es inmune, y será fundamental mantener el impulso de reformas que mejoren la productividad y refuercen la resiliencia ante futuros impactos.
Por ahora, España mantiene el pulso: crece, crea empleo y contiene los precios. El desafío será mantener esta senda en un mundo cada vez más incierto.