El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha confirmado este martes que España volverá a crecer más que el resto de economías avanzadas, con una previsión del 2,5% para este año, muy por encima de la media de la eurozona. La actualización de verano del organismo internacional refleja, sin embargo, un escenario mundial vulnerable: el freno de la productividad en Europa, el déficit de Estados Unidos y la tensión permanente de la política comercial dibujan un horizonte de riesgos que no están resueltos.
España, motor de la eurozona frente a la atonía de Francia, Alemania e Italia
Los datos del FMI confirman que el país será, un año más, el que más crezca entre las grandes economías de la zona euro, que apenas alcanzará un 1% de avance. Esta mejora se explica en parte por el impacto excepcional de las exportaciones irlandesas, que aportan un crecimiento estadístico muy por encima de su peso real en el PIB de la región.
España, sin ese efecto puntual, se consolida como la excepción europea, mientras Alemania, Francia e Italia siguen atrapadas en cifras anémicas: 0,1% en el caso alemán, 0,6% en Francia y 0,5% en Italia. La previsión española para 2026 se mantiene en el 1,8%, lo que muestra un crecimiento sólido, pero no ajeno a las incertidumbres externas.
El informe sitúa también la inflación de la eurozona dentro de los objetivos del Banco Central Europeo a partir de 2025 (2%), lo que abre la puerta a políticas monetarias menos restrictivas en los próximos años si el equilibrio se mantiene.
Un mundo condicionado por la política arancelaria y los déficits
La mejora de las previsiones globales —que se sitúan ahora en el 3% para 2025 y el 3,1% para 2026— no oculta la advertencia que lanza el FMI: el comercio internacional sigue en un “precario equilibrio”. La reducción temporal de los aranceles entre Estados Unidos y China ha aliviado las tensiones, pero cualquier paso atrás en las negociaciones podría reactivar la escalada proteccionista y volver a frenar el crecimiento mundial.
El Fondo también alerta de las vulnerabilidades fiscales en las principales economías, especialmente en Estados Unidos, donde el plan presupuestario impulsado por Donald Trump aumentará el déficit público en 1,5 puntos del PIB en 2026. La combinación de deuda elevada y volatilidad financiera podría trasladarse al resto del mundo a través de los tipos de interés y la presión sobre los mercados.
En contraste, las economías emergentes mantienen un ritmo dinámico, con China e India como motores, con previsiones de crecimiento superiores al 4% y al 6% respectivamente, favorecidas por un comercio más fluido y la retirada parcial de algunas barreras arancelarias.
El FMI describe un escenario en el que España logra destacar gracias a su dinamismo, pero insiste en que la política económica global sigue atrapada entre riesgos geopolíticos y tensiones proteccionistas. La fortaleza del crecimiento español contrasta con la fragilidad de un mundo que, a pesar de crecer, aún no ha logrado construir un marco estable ni justo para afrontar los desafíos de esta década.