En 2024, el Producto Interior Bruto (PIB) español creció un 3,2%, una cifra que multiplica por cuatro la media de la eurozona. Así lo ha confirmado este miércoles el Instituto Nacional de Estadística (INE), que ratifica que la economía nacional mantiene un ritmo de expansión sólido, estable y, sobre todo, muy por encima del resto de países europeos.
España pisa el acelerador mientras Europa avanza con el freno echado.
Este repunte se debe, en gran parte, a dos motores internos: el consumo de los hogares y la recuperación de la inversión. Pero también al tirón del empleo y a una mejora en el poder adquisitivo de las familias, tras años de inflación. Con estos datos, España encadena ya cuatro años seguidos de crecimiento económico, consolidando una senda que, pese al ruido político y la incertidumbre internacional, resiste mejor de lo esperado.

Un último trimestre muy dinámico
Entre octubre y diciembre de 2024, el PIB avanzó un 0,8%, igual que en los dos trimestres anteriores. Y si se compara con el mismo trimestre del año anterior, el crecimiento interanual fue del 3,4%. Es decir, la economía no solo no se frena, sino que mantiene un ritmo constante, pese al frenazo generalizado en la Unión Europea.
La demanda nacional, es decir, lo que gastamos y producimos dentro del país, fue la gran protagonista: aportó 2,8 puntos del total del crecimiento anual. En cambio, el sector exterior (las exportaciones menos las importaciones) apenas sumó tres décimas. Esto demuestra que el crecimiento depende sobre todo de la actividad interna, un indicador clave en tiempos de inestabilidad global.
Los hogares, protagonistas de la recuperación
Uno de los datos más relevantes está en el bolsillo de las familias. El consumo de los hogares creció un 1% en el último trimestre, apoyado en una mejora de los salarios y una inflación más contenida. En el conjunto del año, se estima que el poder adquisitivo de los trabajadores mejoró gracias a subidas salariales cercanas al 5% y una creación de empleo que rozó el medio millón de nuevos puestos. El resultado: más consumo, más actividad económica y más ingresos para el Estado. El crecimiento, en este caso, se retroalimenta.
La inversión empresarial vuelve con fuerza
Otra clave del buen dato de cierre de año ha sido la recuperación de la inversión. Tras una caída en el tercer trimestre, la inversión repuntó con fuerza entre octubre y diciembre, creciendo un 3,5%. Las empresas han vuelto a gastar en maquinaria, tecnología e infraestructuras, un síntoma de confianza en la economía a medio plazo.

Este repunte corrige meses de parálisis provocada por los altos tipos de interés y demuestra que la actividad empresarial está encontrando nuevas oportunidades de crecimiento, en parte gracias a los fondos europeos y a la recuperación del turismo.
En paralelo al crecimiento del PIB, el mercado laboral sigue generando buenas noticias. A lo largo de 2024, se crearon cerca de 500.000 nuevos empleos y el número total de horas trabajadas aumentó un 2,8% respecto al año anterior. También mejoró la productividad por hora trabajada, con un incremento del 0,6%, un dato poco habitual en tiempos de crecimiento.
Esto implica no solo más empleo, sino empleo más eficiente, lo que refuerza la idea de que el crecimiento no es una burbuja, sino que tiene fundamentos sólidos. Además, el gasto público siguió contribuyendo positivamente, aunque de forma más moderada que en años anteriores.
España lidera el crecimiento en la eurozona
Desde el Ministerio de Economía, Carlos Cuerpo ha celebrado los datos con entusiasmo: “España mantiene un crecimiento equilibrado, sostenible y robusto. Hemos liderado de nuevo el crecimiento en la zona euro, creciendo 3,5 veces más que nuestros principales socios y aportando la mitad del crecimiento de toda la eurozona”.
El valor total del PIB a precios corrientes se situó en 1,59 billones de euros, un 6,2% más que en 2023. Y lo más relevante es que España no solo crece más, sino que lo hace con un modelo apoyado en el consumo interno, el empleo y la inversión, sin necesidad de grandes desequilibrios.
El buen momento económico también se ha visto favorecido por un sector turístico en máximos históricos. En 2024 llegaron a España 94 millones de turistas extranjeros, que gastaron más de 130.000 millones de euros. Esta inyección de capital ha tenido un impacto directo en sectores como la hostelería, el comercio, el transporte o la construcción, y ha ayudado a sostener el empleo en regiones clave como Baleares, Canarias, Andalucía y la Comunidad Valenciana.
Un contexto internacional lleno de nubarrones
Pese a estos datos positivos, el entorno internacional no invita al optimismo. La guerra arancelaria entre grandes bloques, la incertidumbre política global y los tipos de interés aún elevados son amenazas que podrían frenar la recuperación. Sin embargo, España ha demostrado resiliencia y capacidad de adaptación, dos cualidades que, en el actual contexto, valen oro.
La gran pregunta ahora es si este ritmo puede mantenerse. El Gobierno insiste en que sí, pero dependerá de factores externos y de la estabilidad política y presupuestaria interna.
España ha cerrado 2024 con un crecimiento económico sólido, basado en fundamentos tangibles: más empleo, más consumo, más inversión y una mejora real del bienestar de los hogares. Lejos de los titulares alarmistas, la economía española ha demostrado que puede liderar en tiempos difíciles sin recurrir a recetas milagrosas ni a burbujas financieras.
Frente al estancamiento de Europa, España crece. Frente al pesimismo, los datos. Y frente a la incertidumbre, una economía que, por ahora, parece haber encontrado el rumbo.
📈Tenemos buenas noticias económicas:
— Carlos Cuerpo (@carlos_cuerpo) March 26, 2025
🔸Según @es_INE, España🇪🇸 creció un 3,2% en 2024, liderando la eurozona, aportando el 50% de su crecimiento
🔸Creando casi 500.000 empleos
✅Es un crecimiento equilibrado, robusto y sostenible que genera más empleo y mayor poder adquisitivo pic.twitter.com/CjyVP6KwGB