La inflación en España sigue su tendencia a la baja y ha alcanzado en septiembre un mínimo histórico de los últimos tres años y medio, situándose en un 1,5%. Este descenso de ocho décimas respecto a agosto (cuando la inflación era del 2,3%) supone la caída más pronunciada del año, según los datos provisionales publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los principales motores de esta moderación son la caída de los precios de los carburantes y, en menor medida, la de los alimentos y la electricidad.
Este dato no solo representa un alivio para los consumidores, sino que también coloca a la economía española en una situación destacada en el contexto europeo, al estar por debajo del 2%, el umbral de referencia que utiliza el Banco Central Europeo (BCE) en su política monetaria.
Los factores detrás de la caída
La moderación de los precios de los combustibles ha sido el principal desencadenante de este retroceso inflacionario. En septiembre, los carburantes han registrado una caída cercana al 5% respecto al mes anterior, un alivio que se ha dejado notar en los bolsillos de los conductores y en la cadena productiva, especialmente en el transporte de mercancías y la producción alimentaria.
Este descenso se ha visto favorecido por la caída del precio del petróleo, con el barril de Brent (referencia en Europa) situándose por debajo de los 70 dólares, un nivel que no se alcanzaba desde noviembre de 2021. Esta reducción ha tenido un impacto inmediato en los precios de la gasolina y el gasóleo, que son un 13% más baratos que en septiembre del año pasado.
Los alimentos, otro factor clave en la inflación, también han registrado una moderación en sus precios, contribuyendo a que la tasa de inflación general continúe su tendencia a la baja. En agosto, la inflación de los alimentos ya se situaba en el 2,5%, su nivel más bajo desde octubre de 2021, y los analistas esperan que en septiembre siga una trayectoria similar.
La inflación subyacente, aún resistente
A pesar de la caída de la inflación general, la subyacente —que excluye los componentes más volátiles como los alimentos frescos y la energía— sigue resistiéndose a descender con la misma fuerza. En septiembre, la inflación subyacente se situó en el 2,4%, tres décimas menos que en agosto, pero aún lejos de la meta del 2% marcada por el BCE.
Este comportamiento dispar entre la inflación general y la subyacente refleja la influencia de factores estructurales en la economía española. El sector servicios, especialmente el turismo, ha jugado un papel importante en mantener la presión inflacionaria. La alta demanda de servicios como la restauración, el alojamiento y el transporte durante la temporada turística ha encarecido los precios en estas áreas.
Solo en agosto, los vuelos nacionales aumentaron un 21% en comparación con el año anterior, mientras que los paquetes turísticos subieron un 12%, según datos de BBVA Research. Aunque la temporada de verano ha llegado a su fin, es probable que el sector servicios siga influyendo en la inflación en los próximos meses.
Reacciones del Gobierno y los expertos
Desde el Ministerio de Economía, se ha valorado positivamente la bajada de la inflación. El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, ha destacado que la moderación de los precios es un reflejo de "la eficacia de las medidas de política económica" implementadas por el Gobierno. Según Cuerpo, esta bajada, junto con el crecimiento económico y la evolución positiva del mercado laboral, está permitiendo mejorar la capacidad de compra de los ciudadanos y la renta real de los hogares.
Los analistas también han señalado que la caída de la inflación general está en línea con las expectativas del mercado. Sin embargo, advierten que el descenso de la inflación subyacente será más lento debido a las presiones estructurales, principalmente en el sector servicios. De hecho, el Banco de España prevé que la inflación subyacente termine el año en torno al 2,8%, antes de descender gradualmente en los próximos años.
Perspectivas a futuro
Con la inflación general acercándose al objetivo del 2%, las perspectivas para la economía española son optimistas. El descenso de los precios de los carburantes y la moderación de los alimentos han sido claves para este ajuste, y se espera que continúen aliviando la presión sobre el índice de precios al consumo en los próximos meses.
No obstante, la inflación subyacente sigue siendo un punto de preocupación, especialmente en un contexto donde el sector servicios juega un papel tan importante en la economía española. Si bien la temporada turística ha terminado, su impacto en los precios aún podría mantenerse durante un tiempo, lo que dificultaría una mayor reducción de la inflación subyacente.
A pesar de estos retos, la tendencia actual es positiva. La economía española, que ha demostrado una notable capacidad de crecimiento en comparación con el resto de la zona euro, parece estar en una senda de moderación inflacionaria que podría beneficiar a consumidores y empresas por igual. La clave estará en ver si esta tendencia se mantiene y si los precios siguen su ajuste a la baja en los próximos meses.