La creciente guerra comercial entre Estados Unidos y China está provocando ondas expansivas que impactarán de lleno en el corazón de la economía europea. Un análisis publicado por el Banco Central Europeo (BCE) alerta sobre las posibles consecuencias de la nueva política arancelaria de Donald Trump, la cual podría impulsar un redireccionamiento de las exportaciones chinas hacia el mercado europeo. El efecto inmediato: una intensificación de la competencia para los productores de la eurozona y durísimas repercusiones sobre millones de empleos.
Según el estudio elaborado por las economistas del BCE Clémence Berson, Claudia Foroni, Vanessa Gunnella y Laura Lebastard, el endurecimiento de las barreras comerciales entre Estados Unidos y China podría empujar a los exportadores chinos a buscar nuevos destinos, con Europa como una de las principales alternativas. Esta situación, advierten, no solo tiene implicaciones económicas sino también laborales, ya que “hasta un tercio del empleo en la zona euro” se verá afectado si la competencia china se incrementa de forma sostenida.
No es sólo el “Made in China” barato
El informe pone de relieve una transformación profunda: China ya no compite únicamente en sectores de bajo coste. Ha escalado en la cadena de valor y ahora representa una amenaza directa en industrias de alta tecnología y valor añadido. Esto plantea "un desafío cada vez mayor para las empresas europeas", que deben enfrentarse a productos chinos no solo más baratos, sino también de calidad creciente.
En este contexto, la política comercial estadounidense, especialmente bajo la influencia del presidente Donald Trump, que ha promovido reiteradamente la imposición de aranceles a China, podría tener un efecto colateral no deseado: una mayor presencia de productos chinos en Europa. “Es probable que la actual política comercial estadounidense y la imposición de aranceles incrementen la competencia china” en Europa, indica el informe del BCE.
Empleo en descenso
El documento detalla que los sectores europeos más expuestos ya están sintiendo los efectos. Entre 2019 y 2024, la demanda laboral en la industria automovilística de la eurozona cayó un 55%, mientras que en la industria química el desplome alcanzó el 95%. En contraste, los sectores con menor exposición a las importaciones chinas mantuvieron una demanda laboral relativamente estable.
Una de las cifras más preocupantes aportadas por el informe estima que un aumento de 1.000 euros en importaciones chinas por trabajador en un sector entre 2015 y 2022 se tradujo en una caída de 0,1 puntos porcentuales en la tasa de empleo de ese mismo sector. En términos absolutos, esto equivaldría a la pérdida o reasignación de unos 240.000 empleos en la zona euro durante ese período.
Incertidumbre a corto plazo
Si bien las autoras del estudio consideran que, a largo plazo, el total del empleo podría estabilizarse gracias a la movilidad laboral y duros ajustes salariales, advierten que este proceso no estará exento de dificultades. Las rigideces del mercado laboral, los costos de transición y la eficacia de las políticas públicas podrían determinar si la eurozona logra adaptarse con rapidez o sufre perturbaciones prolongadas.
En cuanto a la posible ganancia competitiva de las empresas europeas en el mercado estadounidense, el informe es tajante: aunque los aranceles a China podrían abrir ciertas oportunidades, "es poco probable que esto compense las pérdidas en el mercado interno europeo".
Entorno más hostil
El BCE concluye que la combinación entre la desviación comercial desde Estados Unidos y la creciente competitividad de las exportaciones chinas en sectores de alto valor añadido exige una respuesta urgente y coordinada. Las empresas europeas “deben adaptarse a un entorno global cada vez más competitivo”, y los gobiernos deberán preparar medidas de apoyo para mitigar el impacto social y económico de este nuevo mapa comercial.
La guerra comercial entre Trump y China ha dejado de ser un asunto bilateral. Sus consecuencias están cruzando fronteras y afectando a terceros actores como Europa. El redireccionamiento de las exportaciones chinas hacia la eurozona podría convertirse en un factor determinante para el futuro del empleo europeo. La pregunta ahora es si el viejo continente está preparado para hacer frente a este nuevo desafío global.