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«El fentanilo me convirtió en un yonki de receta»

Entrevista a Albert Puñet, ex-adicto

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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¿El suyo es el primer caso de adicción al fentanilo por prescripción médica en España? 

Desconozco si soy el primero, el segundo o el vigésimo octavo. Lo que tengo claro es que soy de los primeros que lo verbaliza porque, al fin y al cabo, no es fácil verbalizar y explicar que has tenido un problema de adicción, independientemente de que sea de receta, independientemente de que sea porque has tenido un accidente. Al final, explicar las vergüenzas de uno nunca es plato de buen gusto. Pero sí que soy de los primeros que habla sobre el tema, porque bueno, al final es una droga bastante nueva de la que no se hablaba, no había información al respecto. A raíz de todos los casos que están llegando de Estados Unidos se está empezando a hablar de ese tema por fin. 

¿Cómo llegan a recetarle el fentanilo? 

El día 21 de noviembre de 2018, volviendo del trabajo, tengo un accidente de tráfico. Yo iba en moto, una persona se salta un stop, me embiste y lo que al principio parecía que no era nada, porque me diagnosticaron como policontusionado y a las 3 horas yo estaba en mi casa, pues era más grave. Digamos que me fui encontrando mal, cada vez peor, tenía mareos, vértigos, etcétera, y después de volver 3 veces a urgencias en un periodo de 10 días de separación, pues consigo que me hagan caso. Me hacen un TAC y entonces descubren que, a raíz del accidente, se ha creado una hernia de un tamaño considerable que está muy cercana a la médula. Entonces me dicen que me tienen que trasladar a un hospital porque allí no me pueden atender, porque no hay neurocirujano, me derivan a otro hospital en Terrassa, allí me dicen que con cortisona conseguirán solucionar la hernia, pero no se consigue y al final pues padezco una lesión medular. Me tienen que trasladar a un tercer hospital donde me ingresan en la UCI. 

Y el 5 de diciembre me intervienen. Imagínate todo el tiempo que pasó hasta que me operaron. Entonces, el diagnóstico es tetraplejia incompleta, es decir, tetraplejia porque es lesión medular alta a nivel cervical e incompleta porque la médula no acaba de romperse. 

«Me dicen: tómate esto tres veces al día. Y a mí, ni me explican que eso es un opiáceo, ni que es 50 veces más fuerte que la heroína…no. Me dicen: mira, para el dolor esto va muy bien y no me indican ningún riesgo de dependencia, de adicción, ni de nada»

Después de estar un mes ingresado voy al Instituto Guttman, en Badalona, donde me enseñan a caminar otra vez. Salgo de allí bastante recuperado. Las lesiones naturales tardan un año en estabilizarse. Entonces, dentro del periodo de ese año, en el mes 10, de repente, un día me empiezan a doler muchísimo las piernas. Yo había padecido dolor neuropático en el brazo, sobre todo, pero bueno, era un dolor fuerte y lo iba trampeando como podía. Pero en septiembre me empiezan a aparecer unos dolores muy fuertes en las piernas. 

Entonces estos dolores empiezan a repetirse. Pido cita con el neurocirujano, me manda una resonancia magnética y descubren que es que la médula se me ha atrofiado. Es decir, como si se hubiera secado como una pasa, en la zona de la lesión. Entonces este atrofiamiento deriva en problemas de movilidad, pero sobre todo en un dolor neuropático que me diagnostican como dolor neuropático crónico severo. Entonces, para tratar el dolor -piensa que yo me caía fulminado al suelo del dolor- y era un dolor incesante, agobiante, que no podía controlar y que no tenía herramientas para hacerlo… me recetan Tramadol, que es un opiáceo bajo, digamos, pero no me hacía nada. Vuelvo a la clínica, donde me iba a atender una persona especializada en el dolor y lo que me recetan es fentanilo. Pero lo que me dan es una receta que pone Actiq 400 miligramos. Y me dicen: tómate esto tres veces al día. Y a mí, ni me explican que eso es un opiáceo, ni que es 50 veces más fuerte que la heroína…no. Me dicen: mira, para el dolor esto va muy bien y no me indican ningún riesgo de dependencia, de adicción, ni de nada. Yo no digo que esto sea una práctica habitual. Siempre se dice que esto está muy controlado, pero yo digo que debo ser la excepción que debe confirmar la regla.  

«Realmente me ayudó un montón, pero yo desconocía los riesgos, yo no sabía lo que me estaba tomando, pero lo que me estaba tomando me iba bien. ¿Por qué iba yo a desconfiar de nadie?»

Fui a la farmacia y empecé a vivir. Descubrí lo que era poder pasar un día sin dolor, cosa que hacía mucho tiempo que no sabía lo que era. A los 10 días tuve visita en la Clínica del Dolor, que hasta entonces no había conseguido que me visitaran, y el médico de la Clínica del Dolor me confirma el Actiq 400 miligramos en formato “chupa chups”, para que tú me entiendas. Es que no sé cómo llamarlo sin hacer publicidad de una marca, pero me confirma ese tratamiento y además me añade parches de Fentanilo. 

El dolor neuropático es de dos tipos: dolor irruptivo y dolor basal. El dolor irruptivo es el dolor, digamos que explota, las crisis de dolor…es decir, hace un momento no tenía dolor y ahora mismo tengo un dolor de 8 sobre 10. Y para tratar el irruptivo lo que te daban era estos “chupa chups”, que son de acción rápida. Es decir, en 10 o 15 minutos ya te había hecho efecto y tenías el efecto balsámico en tu cuerpo. Y para el dolor basal, los parches, que son de liberación prolongada. 

¿Cómo cambio su vida con el tratamiento de fentanilo? 

Bueno, yo empecé a vivir una vida… la verdad que estaba súper bien. Es decir, realmente me ayudó un montón, pero yo desconocía los riesgos, yo no sabía lo que me estaba tomando, pero lo que me estaba tomando me iba bien. ¿Por qué iba yo a desconfiar de nadie?. Incluso en la clínica, en la visita, mi madre le preguntó al médico: ¿Esto es un opiáceo? ¿esto puede generar dependencia? Y las palabras textuales del doctor fueron: “no, no se preocupe. Por las características psicológicas de su hijo, esto no va a generar ningún tipo de dependencia”.  

Lo empecé a tomar y cuando ya habían pasado unos meses, digamos que empezó a dejar de hacerme efecto. Entonces yo mismo me di cuenta de que necesitaba tomar un poco más de medicación. Si antes pasaba con tres al día, pues de repente había días que llegaba la noche y decía: ¡Pero si ya me he tomado 3! ¡Y hoy me tomado 4! ¡Y hoy 5! Pero al final, como tienes una lesión, tampoco sabes muy bien qué tienes ni por qué te aparece el dolor, pues esto empezó a ser una tónica hasta que contacté con el doctor para decirle que la pauta autorizada no me llegaba y me aumentó la dosis hasta un máximo de 5 chupa chups diarios.   

«Tienes como una fase de negación: No, esto no puede haberme pasado a mi. Yo no estoy enganchado. No, no puede ser… Cuando te das cuenta de que sí, entonces lo que tienes es mucha vergüenza de ¡cómo puede haberme pasado esto a mi!» 

¿Cuándo tuvo la prueba definitiva de su adicción? 

Un día, de repente, durante la pandemia, me despierto con un frío que me moría, pero estaba sudando como si hubiera corrido una maratón, con décimas de fiebre, con descomposición intestinal…me encontraba fatal. Claro, con todo lo que veías en las noticias, nos fuimos al Centro de Salud y nos dijeron que me quedara en casa, que venían a hacerme una PCR porque eran los síntomas de COVID. Las tres veces que me hicieron la PCR di negativo. Entonces cuando ya en postpandemia, en la nueva normalidad, me volvió a pasar un día, yo mismo me dije: ¿y si esto va a ser por culpa del fentanilo?. Y me tomé un chupa chups como prueba del algodón, sin tener dolor en aquel momento, pero teniendo todos estos síntomas que te he dicho y me desaparecieron en 15 minutos. 

¿Cómo dice…? 

Fue cuando me di cuenta. O sea, tienes como una fase de negación: No, esto no puede haberme pasado a mi. Yo no estoy enganchado. No, no puede ser… Cuando te das cuenta de que sí, entonces lo que tienes es mucha vergüenza de ¡cómo puede haberme pasado esto a mi!  

¿Y qué hace en ese momento? 

Callarme, y tener mucha vergüenza. En ese momento dije: pues ya no lo tomo más, pero luego viene el peso de la realidad. La realidad es que no puedes no tomar, porque cuando no tomabas te aparecía un síndrome de abstinencia que era insoportable. La única cosa que yo tenía para el dolor era el fentanilo. Entonces, no podía dejar de tomarlo, pero tampoco quería tomarlo. Entro en una etapa de mucha vergüenza, de no querer reconocerlo, pero al final también, como aceptando mi situación de decir: bueno, pues soy un drogodependiente, pero es que no tengo alternativa. Y también un poco de miedo a decir: estoy con la dependencia y me van a quitar el fentanilo y cómo cojones voy a vivir yo sin él. Es decir, se suman muchos factores. 

«Llego a un punto donde vivía el día entero drogado, en un estado de letargo y cada vez tenía menos ganas de salir, menos ganas de hacer cosas, menos ganas de nada»  

¿Cómo conseguía el fentanilo extra para satisfacer la dependencia? 

Fueron pasando los meses hasta que me di cuenta que yo ya empezaba a mentir para poder conseguir más fentanilo, porque me quedaba corto, porque claro, cada vez necesitaba más. Tenía autorizados cinco al día, pero claro, a lo mejor había un día que tomaba ocho. Esos tres de más se descontaban de los que yo tenía autorizados. Iba a la farmacia cada quince días a buscar el fentanilo y me daban 5 al día por 15 días. Si me tomaba más, cuando llega aún no habían salido nuevos en la receta, pero lo mencionaban. Entonces empiezas a entrar en una espiral que no es guay, ¿sabes?. O sea, que tú mismo te das cuenta que no estás bien. Y bueno, el click para para para decidir cambiar fue que tenía la sensación de que perdía a mi mujer y a mis hijas. Ahora me estoy separando. Pero bueno, en aquel momento, mi exmujer siempre me quería levantar de la cama… llego a un punto donde vivía el día entero drogado, para que tú me entiendas. Es decir, vivía en un estado de letargo y cada vez tenía menos ganas de salir, menos ganas de hacer cosas, menos ganas de nada.  

¿Y su familia cómo vivía la situación? 

Yo vivía completamente sumido por el dolor, porque al final el fentanilo ya no me hacía efecto con las dosis que tenía autorizadas. Mi exmujer siempre me decía: “venga, vale, levántate, vamos al teatro, vamos al parque, vamos a no sé dónde…” hasta que un día, como es normal también, supongo, se cansó, y vino y me dijo: nos vamos al parque. Y no me ofreció ir con las niñas y ella, ¿sabes? Y allí fue donde yo hice como un click y cuando vi que se iban yo estaba con el chupa chups en la boca, tirado en la cama, y me acuerdo perfectamente de que tiré el chupa chups y teníamos un jardín con una bicicleta estática, y no me preguntes por qué, empecé a pedalear muy rápido como diciéndome a mí mismo: tengo que sudar toda esta droga, tengo que salir de aquí y tal, no sé qué…pero bueno, llegó la cruda realidad. Yo mismo me paré de repente y me dije: es que esto solo no lo voy a poder hacer. Porque ya habían empezado a llegar noticias de Estados Unidos y ya estabas viendo dónde te habías metido, que era en la boca del lobo.

«Al final conseguimos quitar el fentanilo y sustituirlo, porque claro, al final yo no es que estuviera enganchado a una droga por el hecho de drogarme… Era un drogodependiente de receta buscando una solución para mi dolor»  

¿Y qué hizo? 

Envié un correo a la mutua, porque lo mío es del accidente laboral, porque volvía del trabajo, y le dije: yo antes del accidente no era un drogodependiente. A día de hoy lo soy por culpa de una medicación por el accidente y solicito ingresar en un centro de desintoxicación. Y entonces, me derivaron al centro de drogodependencia de aquí, de Tarragona, y ellos me derivaron al Hospital de San Pau, al centro de drogodependencias de allí y al cabo de unos meses conseguí ingresar.  

¿Y allí?  

Al final conseguimos quitar el fentanilo y sustituirlo, porque claro, al final yo no es que, entiéndame, estuviera enganchado a una droga por el hecho de drogarme… Era un drogodependiente de receta buscando una solución para mi dolor. Entonces había que encontrar un equilibrio. Y allí hicimos pruebas con medicaciones y al final con un tipo de morfina que se llama morfina retard, porque el efecto dura 12 horas.  

«Creo que hay cosas que se podrían mejorar como el hecho de que cuando te receten un opiáceo, en cada receta, tengas que firmar un consentimiento informado de lo que te están dando, los riesgos que tiene y que haya un teléfono de ayuda a la drogodependencia»

¿Y ahora se encuentra mejor? 

Ahora me tomo mi medicación cada 12 horas. Aparte que es una medicación que no afecta a la cabeza. Yo vuelvo a ser el de antes del accidente. Recuperé el control sobre mi cabeza, que lo había perdido por completo. El ingreso fue lo más duro. Piensa que son 15 días en los que sólo tienes una llamada de teléfono al día, en los que no ves la luz del día, estás ingresado con gente que también tiene problemas de drogadicción. Verte allí es muy duro. Pero conseguí salir y aquí estoy. 

¿Ha conocido a personas en su misma situación? 

Sí, pero no allí. A raíz de salir en algunos medios, otra chica que tiene un problema con los parches de fentanilo me contactó, gente que me pide ayuda, en plan tengo un problema similar, ¿cómo lo has hecho?, ¿a qué médico has ido?, ¿qué medicación tomas? Siempre digo lo mismo. Al final, el dolor es muy personal y lo que me sirve a mí no tiene por qué servirle a usted. Lo único que quiero decir es que luches porque se puede salir y hay esperanza porque tienes que encontrar un médico que tenga ganas de ayudarte. 

«Cada caja de fentanilo valía 350 euros y eran 15 chupa chus, 350 euros cada 3 días. Si mi problema se hubiera podido solucionar antes, no vea la burrada de dinero que se hubiera podido ahorrar el sistema»  

¿Fue un error? 

Lo he dicho muchas veces, creo que hay cosas que se podrían mejorar como el hecho de que cuando te receten un opiáceo, en cada receta, tengas que firmar un consentimiento informado de lo que te están dando, los riesgos que tiene y que haya un teléfono de ayuda a la drogodependencia. Porque, entiéndeme, cuando yo estaba en aquel momento en que me daba vergüenza reconocerlo, si a lo mejor hubiera podido llamar al teléfono de forma anónima y preguntar mira: me está pasando esto, creo que puedo tener un problema, a lo mejor no hubiera acabado tan mal como acabé. Lo que quiero decir es que la información tiene que estar accesible a la gente. 

Como también considero que el seguimiento de una receta crónica de un opiáceo no lo tiene que hacer un médico de cabecera. Creo que van suficientemente ahogados. Yo creo que se tendría que hacer desde los  CAS, los centros de la drogodependencia donde dan la metadona, donde están los psiquiatras especialistas en drogadicción. Creo que ellos tendrían que hacer un seguimiento de opiáceos. Piensa que cada caja de fentanilo valía 350 euros y eran 15 chupa chus, 350 euros cada 3 días. Si mi problema se hubiera podido solucionar antes, no vea la burrada de dinero que se hubiera podido ahorrar el sistema.  

¿Falta prevención? 

Tiene que haber más prevención y no podemos ahogar a los médicos de familia con todo, porque al final van a petar. Y creo que una cosa tan seria como es un opiáceo lo tendría que controlar un especialista en la materia?, que cuando dices “no tengo una dependencia”, te miran a los ojos, y saben si la tienes. Y si se coge a tiempo, pues podemos evitar que una persona esté 15 días ingresada con cama, merienda, desayuno, cena y comida. ¿Me entiende lo que quiero decir? Todo eso es muy caro. Pero bueno, vuelvo a lo primero. Para mi, un consentimiento informado y que el seguimiento lo haga un especialista son dos medidas que se podrían implementar de una manera muy sencilla. Creo que es muy barato hacerlo y nos ahorraría disgustos, tragedias y dinero. 

«Decido explicarlo para poder decir a la gente oye: hay esperanza, levanta la mano. Hay que desestigmatizar lo que es un centro de drogodependencia».

¿Lo ha denunciado? 

No, porque al final –y yo he preguntado muchas veces a mí por qué se me recetó esto- lo que me dicen es porque en los manuales pone que para el dolor neuropático crónico severo, el fentanilo va bien. Yo siempre digo, pues a lo mejor habría que revisar los manuales, es decir. no considero que fuera culpa de un médico en concreto, sino que es culpa del sistema en sí. 

Es decir, también todo mi proceso coincidió en medio de la pandemia, el médico que me lo recetó resulta que yo era su último paciente antes de jubilarse. No se debe hacer bien el traspaso de un médico a otro, y yo me quedé ahí, abandonado por la Administración. Al final, la propia Administración que me metió en esto, luego me sacó. Si lo estoy explicando, no es para obtener ningún tipo de rédito, sino para que cualquier persona que se encuentre en una situación similar pueda llegar a tu artículo y decir: ¡pues se puede salir del fentanilo! Porque, cuando yo estaba en aquella fase incipiente, buscabas y no encontrabas nada claro. Ni casos de personas que dijeran tengo esa dependencia, ni personas que dijeran: la he tenido y he podido salir de ella. Entonces decido explicarlo para poder decir a la gente oye: hay esperanza, levanta la mano. Hay que desestigmatizar lo que es un centro de drogodependencia. No pasa nada, porque al final vivimos en una sociedad que estigmatiza mucho las cosas. Y se oye: ¡ahí vanlos yonkis! Disculpa, pues yo también era un yonki, de receta, vale, pero era un drogodependiente. 

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