En el escenario político vasco, las elecciones recientes han dejado un panorama bastante definido pero aún susceptible a cambios significativos debido al voto exterior (CERA) y ERTA, es decir, el sufragio de los ciudadanos vascos residentes en el extranjero y de aquellos que temporalmente no se encuentran en la comunidad. Este factor podría ser decisivo en la conformación de la próxima mayoría parlamentaria, donde el PNV y el PSE parecen tener el control… por ahora.
Tras los recientes comicios, el PNV ha logrado mantener una sólida representación con 27 escaños, y en coalición con los 12 escaños del PSE, se perfilan para alcanzar la mayoría absoluta en el Parlamento vasco, establecida en 38 escaños. Imanol Pradales, candidato del PNV, se posiciona así como el probable próximo lehendakari, dado el apoyo combinado de ambas formaciones que, en teoría, les permitiría gobernar con cierta comodidad.
Voto exterior (CERA)
No obstante, la certeza de esta mayoría depende en gran medida del recuento del voto CERA y ERTA, que se conocerá el próximo 26 de abril. Este año, el número de vascos que han emitido su voto desde el exterior asciende a 82.882, una cifra nada despreciable que podría alterar el delicado equilibrio de fuerzas actual. El voto externo ha demostrado en ocasiones anteriores su capacidad para cambiar el curso de los resultados electorales en la región, como se vio en las elecciones de 2016 y 2020, donde Bildu y el PP vieron modificadas sus asignaciones de escaños tras el recuento final.
El detalle que añade tensión al recuento es la distribución de los últimos escaños en Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, actualmente en manos de Bildu y el PSE. Estos escaños están por definirse y podrían cambiar de manos dependiendo de los resultados del voto CERA. Por ejemplo, en Álava, el PNV podría arrebatar un escaño a Bildu, mientras que en Vizcaya y Guipúzcoa, tanto Sumar como Bildu podrían hacer lo propio con los escaños que actualmente ocupa el PSE.
Mayoría absoluta del PNV – PSE en el aire
Si estas modificaciones se materializan, la supuesta mayoría de PNV y PSE podría desvanecerse, dejando al PNV con la necesidad de buscar nuevos aliados para asegurar la investidura de Pradales. La aritmética parlamentaria podría requerir entonces el apoyo de otros partidos como Sumar o el PP, complicando las negociaciones y la estabilidad del futuro gobierno.
Estos posibles cambios reflejan no solo la importancia del voto externo en las elecciones vascas, sino también la volatilidad y la fragmentación creciente del panorama político en el País Vasco. El voto CERA, por tanto, no es solo una curiosidad estadística sino un factor de poder que podría decidir la gobernabilidad de la región.
Así, mientras se espera el recuento final del voto CERA, el PNV y el PSE deben prepararse para cualquier escenario, pues la política vasca podría estar a punto de experimentar un nuevo giro, evidenciando una vez más que en política, hasta el último voto cuenta. La incertidumbre reinará hasta el anuncio oficial de los resultados, momento en el cual se desvelará si la alianza entre el PNV y el PSE logra mantener su primacía o si deberán navegar por aguas más turbulentas para formar gobierno.
