Natural versus artificial
¿Conflicto entre lo "natural" y lo "tecnológico"?. Ninguno, mejor lo natural por defecto, con ayuda tecnológica si viene bien. Podríamos mejorar progresivamente la salud y reducir la enfermedad llevando una alimentación cada vez más natural, de cercanía, reduciendo constantemente aditivos tóxicos y ultraprocesados, y en caso necesario hacer uso de alimentos más tecnológicos, como productos sin lactosa o sin gluten. La tendencia, sin embargo, es la contraria: un constante incremento de malestar, sufrimiento y enfermedades en general, fuertemente relacionado con un tipo de alimentación con menos proporción de oferta saludable, forzando el consumo de productos ultramanipulados e hipertoxificados. Un ejemplo de este desastre está bien representado por las semillas transgénicas o modificadas genéticamente (OMG).
Expropiación del derecho de elección. Soberanía Alimentaria
El modelo actual de constante concentración empresarial sin límite, conglomerados empresariales cada vez más gigantescos han colonizado gobiernos, organismos de control y medios de comunicación con una oferta que se impone a la fuerza y hace enfermar. Por el contrario, el agroecológico busca democratizar, la cercanía, la sostenibilidad, facilitando un consumo saludable. La actual organización económico-política del mundo impone modelos globales de consumo, que cercenan de facto el derecho a la libre elección del consumidor, imponiendo uniformidad y atacando frontalmente la Soberanía Alimentaria. Esta toma de control corporativa conlleva dos características: la imposición del producto más insano y el desplazamiento de alternativas más sanas. A menudo los tratados internacionales son utilizados contra el campesinado y la cultura ancestral.
El control de la producción y distribución, junto al continuo descenso del poder adquisitivo, fuerzan a consumir lo más insano, impidiendo la oferta de una producción más saludable, diversificada y nutritiva.
Monocultivos
Los grandes monocultivos son una fábrica de enfermedades para las plantas, el planeta y las personas. Clonar y patentar son una de las herramientas neoliberales más eficaces y extendidas para imponer un tipo de consumo, reduciendo la biodiversiad. Enormes extensiones que favorecen plagas y enfermedades, necesitan toneladas de fitosanitarios (paquete propiedad del dueño de la patente transgénica), que envenenan el medioambiente, empobrecen la fertilidad de la tierra, reduciendo progresivamente la mano de obra para una siembra y cosecha hiper-tecnologizada, yendo hacia una agricultura sin agricultores. La tecnodependencia es un desastre que necesita de otros desastres, como la extracción masiva de minerales raros, la contaminación electromagnética exponencial, los centros de datos devoradores de energía, de agua, etc.
Prácticamente la totalidad de las mal llamadas "mejoras" de las semillas conllevan el aumento de los agrotóxicos, permitiendo rociar la plantación con elevados niveles de venenos, haciendo que sobrevivan únicamente las plantaspatentadas. Una plaga en estas condiciones de uniformidad podría significar una catástrofe alimentaria a nivel mundial. Por ejemplo, la soja transgénica supera el 80% de la totalidad de toda la soja cultivada en el planeta sin ayudar a acabarcon el hambre.
Impunidad
Pretenden actuar sin rendir cuentas. Las normativas legales son desarrolladas por las mismas corporaciones que mantienen económicamente a los organismos que otorgan las aprobaciones. Generan legislación y normativas ad hoc, como, por ejemplo, la autorización del consumo de transgénicos sustentada en el ambiguo e inconcreto "principio de equivalencia sustancial", tan alejado de una ciencia rigurosa. ¿Cuánto es sustancial?. Además, el coste de aprobación de determinadas normativas solo es asequible para grandes empresas, quedando desprotegidos los intereses de los pequeños productores.
Imposible coexistencia al aire libre
El derecho a cultivar de forma natural es incompatible con la agricultura de semillas modificadas genéticamente en laboratorio, que contaminarán sin remedio a las convencionales. La contaminación de las variedades autóctonas no solo queda impune, sino que paga el contaminado, al dictaminar la Justicia a favor del dueño de la patente. Las demandas judiciales del contaminador relegan los cultivos convencionales y ecológicos, que se pierden por contaminados o no se
cultivan por el riesgo a contaminarse. Es algo así como pasar por una instalación nuclear averiada, irradiarse, desarrollar un cáncer, y pagar por haber "utilizado" la radioactividad gratuitamente sin permiso.
Colonización alimentaria
Los organismos de control y autorización están plagados de intereses privados, conflictos de interés y puertas giratorias, además de depender económicamente de quien solicita las autorizaciones. Como sucede en otros ámbitos, como en el de la industria farmacéutica, se da la captura del regulador. No se realizan estudios propios o independientes, sino que el dictamen se basa en los documentos entregados por el patentador/comercializador. El colonialismo alimentario con patentes sobre las semillas impide su guarda y reproducción, su intercambio y mejora colectiva de forma natural, anulando, en definitiva la sostenibilidad y soberanía alimentaria.
Manipulación del lenguaje
Hemos visto con perplejidad redefinir, sin pestañear, las nociones de pandemia, vacuna, inmunidad natural..., para justificar medidas políticas. Ahora se persigue normalizar el cambio en el genoma si no tiene genes externos (transgénico), con las nuevas técnicas genómicas (sin genes externos), eliminando garantías de seguridad y engañando al consumidor, haciendo creer que carecen de riesgos e impidiendo, al mismo tiempo, la libre elección. Otra nueva pseudo-equivalencia que se da se centra en el número de cambios genéticos: si no son muchos, ¡tiramos p’alante!
En resumen
Ni el acceso a los alimentos, ni su producción, ni su adaptación a nuevas condiciones medioambientales, necesitan de manipulaciones genéticas en laboratorio. Son cuestiones políticas como la distribución y el control de la propiedad semillera lo que produce hambrunas, miseria y enfermedad. Siendo la alimentación sana una de las principales fuentes de salud, el modelo de alimentación tecnoindustrial, basado en organismos modificados genéticamente, nos lleva a sociedades enfermas, física y mentalmente.