Antienvejecimiento y suplementación con oligoelementos (III)

Dolors Muntané
14 de Junio de 2021
Actualizado el 21 de octubre de 2024
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El aceite de oliva

Sentadas las bases de una gestión de la salud (I), vigilando los niveles óptimos de vitaminas, oligoelementos, enzimas, coenzinas y demás  aportaciones necesarias, admitimos asimismo la necesidad de una dieta saludable y restrictiva (II). Nos queda solo asumir la necesidad de la suplementación a partir de cierta edad. Es evidente que esta ha de estar en manos expertas que sepan solicitar los análisis adecuados para poder actuar en consecuencia, en función del desgaste cotidiano, la edad y la individualidad de un intestino.

Pero, a pesar de esta individualidad y de la necesidad de manos expertas en su evaluación, vamos a considerar una serie de suplementos que son generalizables detallando las aportaciones de cada uno a nuestro metabolismo. Por ejemplo, los ácidos grasos son casi siempre recomendables, en razón de que no tomamos suficientes en el pescado azul o en las legumbres. Y es importante señalar que los ácidos grasos son anti-inflamatorios naturales, lo cual es perfecto a partir de cierta edad. Pero son asimismo antidepresivos y reguladores de nuestro sistema neuro-cortical. Y de ellos, los podemos tomar procedentes de pescado o bien veganos como perlas de extracto de lino. El lino, además, es un gran captador de oxígeno. Por ello, los artistas pintores utilizan en sus pinturas al óleo, las de aceite de lino, porque seca antes. Así que el lino es portador de oxígeno a las células, lo cual no deja de ser revitalizante y anticancerígeno.

Otro suplemento a generalizar es el magnesio, porque se trata de un mineral imprescindible para una buena asimilación del calcio y de hecho, participa en unas trescientas funciones metabólicas. El calcio, por lo general, lo tomamos en muchos alimentos, como en la leche o el queso, pero también en las almendras y frutos secos o en los vegetales de hojas verdes. Pero su asimilación solo tiene efecto en los huesos, en presencia de magnesio y vitamina D, particularmente, además de las vitaminas A y C y fósforo.

Es importante hablar del magnesio porque hay varios trabajos que relacionan el déficit de magnesio con un aumento del riesgo de cáncer. Y se ha visto que esta enfermedad es menos frecuente en regiones con mayor cantidad de magnesio en el suelo. Otros trabajos, como los del médico húngaro doctor Kuti, hablan de que el magnesio aumenta la resistencia del cuerpo a la enfermedad y previene problemas circulatorios, así como cefaleas, insomnio y aumento de la sudoración.

La absorción del magnesio es gastrointestinal pero esta es retrasada si hay un exceso de grasa y de proteínas o un exceso de calcio, de vitamina D o de diuréticos. Su absorción se acelera en presencia de las vitaminas B6 y C, progesterona e insulina o vitamina E y fósforo. La absorción del magnesio es importante porque controla el mecanismo del calcio/fósforo  que interviene en el metabolismo energético. Mejora la absorción de la vitamina B, la C y la E y tiene un importante papel en la coagulación. La hipomagnesia se asocia a la hipocalcemia. Por tanto, es importante la toma de magnesio para equilibrar el metabolismo del calcio.

Pero, además, el déficit de magnesio puede producir nerviosismo, cefaleas, irritabilidad, hiperactividad, psicosis, tics y depresión. Lo suelen prescribir a pacientes con fatiga crónica por sus efectos beneficiosos en el tejido muscular y nervioso. Hay que considerar pues al magnesio como un mineral esencial, tanto para los huesos, donde permanece el 60 por ciento del que tenemos y también en los dientes y en los músculos o en el tejido extracelular. Lo contienen las frutas, como el plátano y el albaricoque. Pero, su suplementación es necesaria a partir de cierta edad, porque contribuye a la no degeneración muscular y a prevenir la osteoporosis. 

La Autoridad Europea EFSA definió en 2015 que para los adultos la ingesta necesaria de magnesio había de ser de 350 mg/día. Pero los estudios demuestran que un 77% de mujeres y un 72% de varones presentan déficits de magnesio porque los alimentos que tomamos suelen tener contenidos muy bajos. Y de ahí, la necesidad de la suplementación. Los calambres y hormigueo son otras de las manifestaciones de este déficit.

El selenio constituye otro de los oligoelementos necesarios. Es preventivo del cáncer de próstata. Y en realidad, su función es muy particular. Actúa como un imán que atrae a los metales circulantes por la sangre y los hace expulsar a través de la orina. Por ello, se considera imprescindible para las personas que han sido fumadoras. Pero, hoy en día, con la polución, todos precisamos selenio. Aunque se trata de un mineral que ha de ser administrado en su cantidad exacta sin sobrepasar los límites. Hay que tener en cuenta también que tiene otras funciones, tanto en el sistema inmunitario como en la glándula tiroides o en el sistema muscular y nervioso. Es estimulante del sistema inmune, protege contra influencias cancerosas, regula la función tiroidea, tiene una función de protector hepático. El selenio y la vitamina E son potentes antioxidantes que protegen a los lípidos de las membranas celulares de los efectos destructivos de los radicales libres, de manera que en presencia de selenio no se oxidan y no se depositan previniendo la formación de arterioesclerosis.

Se ha visto que el selenio disminuye el cáncer en animales. Y se sabe que los pacientes con cáncer tienen cifras más bajas de selenio que los sanos. La carencia de selenio puede producir cataratas, atrofias musculares, necrosis hepática, esterilidad y cáncer. Además, el selenio protege contra el estrés.

Las fuentes de selenio  son: riñones, mariscos, brócoli, atún, levadura de cerveza, cereales integrales, cebollas, germen de trigo, granos de sésamo, salmón, algas, ajo, setas, pepino, espárragos.

El zinc es otro oligoelemento imprescindible, después del hierro. Se encuentra en las células de todo el cuerpo y su metabolismo influye en el funcionamiento del sistema inmunitario. Pero es particularmente remarcable su función en la dermis, porque un déficit de zinc puede provocar la caída del cabello o ciertas dermatitis. Tiene muchas funciones metabólicas, entre las más importantes está su participación en la división celular o en la cicatrización de las heridas, o en el metabolismo de los carbohidratos. Hay que tener en cuenta que el zinc aumenta el efecto de la insulina. Es imprescindible en el embarazo, la lactancia y la niñez. Pero, hay que poner atención en su déficit.

Precisamente con la pandemia, el zinc ha sido uno de los oligoelementos recomendados para la prevención, junto a las vitaminas D y C y el selenio.

El óxido de zinc fue utilizado en la antigüedad para el tratamiento de úlceras y quemaduras. Fue utilizado por los egipcios, según el papiro de Ebers (1.500 años antes de Cristo).

El zinc tiene un importante papel en el sistema inmunológico. Se ha demostrado que un déficit de zinc provoca una disminución del desarrollo del timo y disminuye la respuesta inmunitaria o de defensa de nuestro organismo ante las enfermedades. También se asocia el déficit de zinc a una patología renal o gastrointestinal. El déficit afecta la piel y los órganos sexuales, de manera que una esterilidad puede mejorar con un tratamiento con zinc. Sin embargo, su exceso es muy peligroso porque el zinc es necesario para el crecimiento de los tumores y estimula la proliferación celular. Hay regiones de Estados Unidos con personas que tienen una concentración alta en sangre de zinc, pero que su mortalidad no es superior a la de otras regiones sino que está correlacionada con la edad. Y es que el zinc se correlaciona con el selenio y estas personas también presentan un contenido bajo de selenio.

Por eso, hemos de insistir en que la importancia en la administración de oligoelementos se ha de basar en el conocimiento de su función metabólica y en el conocimiento de las interacciones entre ellos.

El acné, por ejemplo, es una de las enfermedades de la piel que responde al tratamiento con zinc y se asocia con un déficit de este oligoelemento. En controles humanos de hombres y mujeres con acné vulgaris, un 28% tenían bajo el zinc en suero y un 24% déficit en el pelo.

El zinc es captador de radicales libres, por esta razón se considera importante como coadyuvante en el antienvejecimiento junto al selenio, en particular porque se le considera cofactor de la enzima SOD (superóxido dismutasa) que es antioxidante. También tiene un importante papel en la captación y almacenamiento de la insulina. Interviene en la movilización hepática de la vitamina A y su déficit se relaciona con problemas menstruales. El ayuno aumenta la tasa de zinc. El ejercicio físico la reduce.

El hierro

El hierro es un importante cofactor que determina la calidad y cantidad de los hematocitos o glóbulos rojos y la hemoglobina. Su déficit es provocador de anemia. Y aumenta la cantidad y calidad de la menstruación en las mujeres. Pero, normalmente, no es un oligoelemento a recetar como antienvejecimiento. Solo es asumible bajo receta médica y por una causa de anemia.

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