Encontrar la felicidad parece algo difícil en la vida. Unos la buscan en el poder, otros en el gozo sensual, en el conocimiento, la afectividad, la seguridad o la comodidad, pero muy pocos en el servicio y parece que ese es el camino. Se puede estar meditando, aprendiendo, gozando y sintiéndose querido, o queriendo estarlo, pero al final todo eso lleva al hastío. Sacian durante un tiempo hasta que pierden su sentido. Lo que nos trae la vida parece más significativo porque implica un aparente valor, o un por algo será, pero en última instancia, uno descubre que lo que tiene valor es aquello que se da.Y es más valioso por el hecho que tenga mérito el darlo. En la esfera causal, en donde nadie puede engañarse a sí mismo, a la que se tiene acceso solo en contadas ocasiones, se está cara a cara con la verdad, y esta es dura a veces, pero como dice Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.Ese estar cara a cara con la realidad, sin medias palabras, sin dobleces ni justificaciones injustificables es la verdadera esencia de la madurez, de haber crecido del todo, y estar dispuesto a admitir y a intentar reparar los errores, al mismo tiempo que uno se reconoce sinceramente los méritos. Dicen que eso ocurre en el momento de la muerte, y uno observa su vida con una mirada autentica, exenta de barnices, sabe lo que hizo, como lo hizo, que consecuencias tubo y por qué.Como decía Jesús Cristo: “Buscad la verdad, porque ella os hará libres”. Nos engañamos con los vestidos, con los distintos ropajes que exhibimos ante la sociedad que de tanto enseñarlos, nos creemos que son verdaderos.Pero lo real brilla por su propia naturaleza, es evidente, aunque tiene la nobleza y la delicadeza de no ser insistente, y solo asiste a fiestas a las que es llamado.La apariencia no es la naturaleza de lo que existe, es solo su aspecto, igual que el revestimiento que nos da la piel que nos recubre, es solo un envoltorio. Necesario pero no esencial. Y perseguir apariencias lleva a sentirse engañado.Se puede fracasar en la vida en los afanes personales, pero como dice Sri Nisargadatta Maharash, “en el dar no se puede fracasar”. Se pueden tener más o menos medios, pero lo importante es el continuo afán generoso, y la consciencia y el desarrollo de sí mismo es hijo de las buenas obras que abrirán un canal interior y exterior que llevará al ser a su fuente ya que estará actuando en consecuencia consigo mismo. Nunca sobran los apoyos de todo tipo para la personalidad siempre que no encadenen y la lleven a las virtudes y los valores reales.El conocimiento llegará, la ayuda llegará, lo verdadero se manifestará cuando ser pacifico, generoso y autentico se convierta en una costumbre. La vida entonces será una permanente aventura, en la que la buena intención es la estrella que guía en el proceloso mar lleno de incógnitas, y se sabrá que es la mejor manera de unirse a ella, trabajando en su armonía y equilibrio, de manera que ya no existirá un tú ajeno, distante y peligroso, o deseado, sino que todos con los que se está en contacto se sienten dentro del corazón, que ha crecido mediante la acción generosa hasta convertirse en algo que lo contiene todo, es una copa sin fondo, el Grial que une sujeto y objeto y disuelve la dualidad. Es mayor que lo más grande y menor que lo más pequeño, el fuego no lo quema, el agua no lo moja, no se puede cortar, y aunque siente no es el sentimiento. Es uno y está integrado, no formado por partes, y aunque la mente se manifiesta en él, se reconoce como la raíz y la copa, el alfa y el omega sin pretensiones ni expectativas, pura consciencia de ser actuando en el mundo con nobleza y generosidad, y aunque vea que a veces cae en la oscuridad, ya que ella está siempre de fondo a la luz, renace como el Sol.
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