Kolozsvár para los húngaros, Klausenburg para los alemanes y Cluj Napoca para los rumanos, es la capital de la Transilvania histórica enclavada en el corazón de Centroeuropa o Mitteleuropa, en su acepción alemana. Tres nombres para una historia plagada de infortunios, guerras, masacres, matanzas, traiciones y conflictos. Pero Cluj Napoca, capital de una Transilvania multiétnica y multicultural, es mucho más que todo eso y desde la caída del régimen comunista, en 1989, ha vivido una profunda y rápida transformación, sobre todo tras el ingreso de Rumania en la Unión Europea (UE), en el año 2007.
Cluj Napoca es una urbe fascinante, abierta en todos los sentidos e interesante, una de las puertas a estos Balcanes convulsos pero con una identidad e idiosincrasia innegablemente centroeuropea en su arquitectura y en su forma de organización. Esta urbe es un cruce de fronteras, quizá, entre Oriente y Occidente. Por aquí han pasado los romanos, los húngaros y los rumanos. También los pobladores alemanes de la Edad Media y los judíos sefardíes que llegaron tras la expulsión de España en 1492. Más tarde, en ese proceso de simbiosis étnico-cultural, llegarían los judíos asquenazíes procedentes de Centroeuropa. Sin embargo, pese a estas migraciones, Transilvania siempre ha representado la secular rivalidad entre magiares y rumanos; ambos buscando su espacio vital y siempre tratando de conquistar más tierras a costa del oponente. Cluj Napoca, con su diversa y variada arquitectura, es fruto de esos conflictos, de esa mixtura de culturas entre el Este y el Oeste y una suerte de crisol de las mismas variado y diverso.
Y resulta inevitable, cuando uno se refiere a la ciudad de Cluj Napoca, hablar del rey húngaro Mátías Corvinus, quien al mando del Ejército Negro conservó intacto y ajeno a las agresiones extranjeras al reino de Hungría, incluyendo a Cluj Napoca. Aunque gobernó tan sólo 32 años Hungría (1458-1490), Corvinus dejó su firma en la ciudad: construyó la bella catedral de San Miguel en apenas tres años, justo antes de su muerte. El templo católico, con inscripciones latinas y magiares en su interior, es una de las más bellas muestras del gótico que se pueden encontrar en Transilvania y la iglesia más grande de la región. Pero eso es historia y hoy Cluj Napoca es una ciudad vibrante repleta de terrazas, bares, restaurantes, hoteles y sugerentes posibilidades para todos los gustos, precios y públicos. Aquí presentamos algunos de los lugares imperdibles que no deben faltar en un viaje a esta ciudad.
La antigua residencia de Mátyas Corvinus
En Cluj podemos visitar el lugar de nacimiento y antigua residencia de Matías Corvinus, en pleno centro histórico, donde se puede ver su exquisita biblioteca y las grandes estancias en las que vivió este legendario personaje hoy no muy reivindicado por los rumanos y olvidado por los húngaros. Corvinus había nacido allí el 23 de febrero de 1440, siendo hijo del principal vaidova rumano de entonces, Iancu de Hunedoara, y habiendo recibido una educación noble en la Transilvania de entonces. La casa, que fue un lúgubre hospital en el siglo XVIII, fue restaurada a principios del siglo XX y es una bella muestra del gótico transilvano.
Museo de Arte
De la época de los Habsburgo (1700-1918) de la región data el edificio que alberga al Museo de Arte, vieja construcción que fue levantada entre los años 1774-1785 por el arquitecto alemán Johann Eberhardt Blaumann de Sibiu para la familia del noble húngaro Banffy Gyorgy. Dentro del recinto museístico podemos encontrar bellas alfombras, iconos, armas de la época y una buena representación del arte de este período, quizá una suerte de Renacimiento de la región pero con unas características indiscutiblemente magiares y me atrevería a decir que también vienesas.
Antiguas fortificaciones
De la época barroca, en pleno siglo XVIII, nos quedan los restos de las fortificaciones del antiguo castillo y consideradas por los expertos como el más viejo monumento laico de este tipo de arte. Situadas en un lugar estratégico, muy cerca del imponente complejo hotelero Transilvania (antes Belvedere), fueron construidas entre 1712 y 1735 con una finalidad defensiva ante la difícil situación político-militar que vivía la región.
Universidad Babes-Bolyai
En un intento por magiarizar la región, en 1872 se crea la Universidad de Babes-Bolyai, hecho visto por los húngaros como un avance en su sistema educativo y por los rumanos como un elemento más de la dominación política y cultural que pretendían imponer desde Budapest. Cluj Napoca era una de las grandes capitales del Imperio Austro-Húngaro. La Universidad ha dado numerosos e importantes profesionales a Rumania y a Hungría, algunos del calibre del famoso escritor húngaro Edmund Bordeaux Székely. En 1918, nada más pasar Transilvania a manos rumanas, la enseñanza en lengua húngara fue proscrita; de la misma forma, en 1940, al volver bajo control húngaro tras el Arbitraje de Viena, los húngaros cerraron las aulas a la lengua rumana. Hasta 1945, en que volvió a estar bajo el control de Bucarest después de la ocupación soviética de la región, no se volvería a escuchar el rumano en las aulas de la Universidad Babes-Bolyai. En lo que respecta al edificio, hay que destacar que la Universidad fue creciendo con nuevos edificios anexos, residencias cercanas y centros dependientes aledaños a lo que fue el primer gran complejo universitario. Por ejemplo, entre 1899-1903, y siguiendo las instrucciones del arquitecto Carol Meixner, se construyó un edificio nuevo para la Universidad, en vista de que el primitivo se había quedado muy limitado a raíz del rápido crecimiento demográfico de Cluj y del prestigio del que gozaba el centro en el resto del Imperio.
Plaza de la Unidad y sus alrededores
Del siglo XIX, tal como dictaban los cánones de la época, son la mayor parte de los edificios neoclásicos que podemos ver en los alrededores de la plaza de la Unidad, auténtico centro desde donde salen todas las grandes calles y avenidas de la ciudad, así como el epicentro hasta donde se acercan todos los viajeros y turistas que llegan hasta la que merecer ser llamada, sin duda, la capital cultural e histórica de Transilvania. Uno de estos edificios, casi en plena plaza, es el mítico y todavía abierto hotel Continental, una construcción que revela el porte que un día tuvo esta emblemática ciudad y que hoy aparece abandonado y desvencijado por los tiempos tan aciagos que ha tenido que soportar. Un lugar muy recomendable para aquellos viajeros que buscan en el viaje a Transilvania alguna sombra del pasado glorioso que se fue y quizá nunca más volverá.
Biblioteca Central Universitaria
Es un impresionante edificio del estilo 1900 de influencia vienesa y que alberga una importante colección de más de 3.500.000 de volúmenes de todos los géneros y estilos. En los alrededores a este lugar, hay que reseñar el Palacio de Justicia, en pleno centro de la ciudad; la estatua de Matías Corvinus, junto a la catedral católica, erigida en 1902 por el escultor húngaro János Fadrusz; y, finalmente, el “vienés” Teatro Nacional Magiar, construido entre 1909-1910 para las obras teatrales en lengua magiar siguiendo las instrucciones y los planos de los arquitectos Markus Géza y Spiegel Frigyes, nombres y apellidos indiscutiblemente magiares y alemanes, respectivamente.
Teatro Nacional y Opera Rumana
Ambas instituciones, en pleno centro de la ciudad, ocuparon imponentes construcciones de sabor vienés. Las dos instituciones fueron abiertas en 1919, tan sólo un año después de la toma de la ciudad por las tropas rumanas y la adjudicación de Transilvania a Rumania tras la implosión del Imperio Austro-Húngaro. De la misma forma, un año más tarde, en 1920, concluyeron los trabajos para la apertura del Jardín Botánico de la Universidad por el profesor Alexandru Borza y del Instituto Espeleológico por el profesor Emil Racovita.
Gran Catedral ortodoxa
Este lugar, construido en la plaza de la Victoria, es un templo religioso mucho más grande que el católico, el de los húngaros, y situado en pleno centro histórico de lo que fue la gran ciudad magiar a la que no tenían acceso antes los campesinos rumanos. Fue construido entre los años 1923 y 1933 en un estilo considerado como neobizantino.
Escultura de Rómulo y Remo (regalo de Mussolini)
Como anécdota, tan sólo reseñar el regalo que le hizo la ciudad de Roma a Cluj Napoca: un pequeña escultura de Rómulo y Remo con la loba que les amantó, emblema y escudo de la capital de Italia. El presente, donado por Mussolini en 1921, fue entregado a las autoridades de Cluj por una delegación de profesores y estudiantes italianos llegados hasta la ciudad rumana por motivos turísticos. Pero también había objetivos políticos en dichos “intercambios culturales”: Italia pretendía reivindicar como suyos los territorios de los Balcanes frente a las pretensiones hegemónicas de su supuesto aliado alemán. Para la Italia fascista, su “espacio vital” eran los Balcanes. Luego llegaría el naufragio de Albania y la cruda realidad demostraría la debilidad del proyecto fascista italiano.
Sinagoga de Cluj Napoca
Miles de judíos de toda Transilvania fueron enviados a los campos de la muerte, siguiendo el mismo y trágico destino que otros miles de los países vecinos y pasando a engrosar las inmensas listas de la Shoa (Holocausto). En Cluj, según fuentes bien documentadas, unos 16.000 judíos –casi el 80% de la población– vivió durante la contienda en el gueto impuesto por las autoridades colaboracionistas húngaras, mientras que está documentada la huida de unos 4.000 judíos de la ciudad durante los cuatro años que duró el Arbitraje de Viena. La mayor parte de estos judíos emigró hacia Rumania, Bulgaria y Palestina. Los otros 16.000 del gueto, como el resto de los de la región, fueron enviados a varios campos de concentración donde correrían fatal suerte. Tan sólo regresarían el 8%, según datos oficiales rumanos. El templo judío se encuentra en la calle Horea y fue construido entre 1886 y 1887, según los planes del judío Isidor Hegner. La sinagoga fue dañada después de los ataques de la guardia de hierro rumana, el 13 de septiembre de 1927, después fue reconstruida por el gobierno rumano. Hoy es la única que sigue activa en la ciudad; se trata del último destello de una vida judía que agoniza entre el olvido y el silencio de las víctimas que ya no tienen ni siquiera nombre porque fueron condenadas al anonimato colectivo.
Museo de Transilvania
En lo arquitectónico, el buque insignia del periodo comunista lo constituye el Museo de Transilvania, donde se muestran los elementos arqueológicos que demuestran supuestamente la antigüedad del pueblo rumano hasta la época de los dacios y los romanos. El complejo, todo un alarde de propagada y argumentos cuasi cómicos, como uno que revelaba la eterna amistad entre los romanos y dacios, era un lugar de obligada visita para todos los escolares rumanos y los sufridos turistas occidentales que tenían el valor de llegar hasta Rumania en la época comunista. Ahora, al parecer, ha abierto con idénticos propósitos, como si el tiempo no hubiera pasado en balde o como si se hubiese detenido para siempre en Transilvania.
Cementerio Central
Este gran camposanto, conocido como Hajongard, y situado en la céntrica calle Avram Iancu, es uno de los cementerios más antiguos de Transilvania. Fundado en el siglo XVI, el lugar reúne en su interior a judíos, ortodoxos, católicos y otras religiones, en un caso insólito y casi único. Es uno de los lugares más pintorescos de la ciudad y tiene una superficie de aproximadamente 14 hectáreas.