Insitu

20 de Julio de 2019
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INSITU 1
Yo no escribo sobre gastrocosas. Cada vez me parece más tontuna toda esta moda sibarita cuando no elitista de las bebidas y comidas para inteligentes. Lo que no quita el gusto por el comer y el beber gustosos, pero me pasa un poco como con la moda: un traje no es Heidegger (conste que no soporto al tudesco tedioso).Pero he aquí que a veces se pone uno bien y le gusta compartirlo; ya escribí sobre el modesto y fabuloso “Pappi’s” en Huelva, me encantaría haberlo hecho sobre mi favorito de todos: el antiguo “Edelweiss” en Madrid (ya no existe, está reinagurado y no está mal, pero...), o lo haría sin dudarlo sobre el “Terramundi” también en Madrid, entrando en el Barrio de las Letras frente a la Puerta de los Leones de nuestro Congreso, menú asequible y de primera; y, sin ir más lejos, se merecería un artículo el restaurante “La Corbata” en la gasolinera Avia justo en el límite entre Cantabria y Asturias, al borde de la autopista... impresionante y alcanzable.Pero vuelvo últimamente, más por mi tierra, a la cervecería artesana “Insitu”, en Sanlúcar la Mayor (Sevilla), al final de la Cuesta de las Doblas o al principio, depende de dónde venga. Nada más entrar merece elogio la inmensa inversión que Ignacio Morillo (no sé si hay más socios, pero he hablado con él) ha hecho para montar esta fábrica y dispensario de cerveza, todo luce transparente y limpio, sólo una enorme cristalera separa a los consumidores de las tinas metálicas en las que producen. Impresiona el amor y la esperanza con la que un sitio como éste se construye, no sé si con un punto de locura porque si sale mal podría ser un gran dolor de cabeza...No soy un consumidor exquisito de cervezas, para mí es difícil desbancar a un botellín helado de Cruzcampo o una roja de Alhambra, por mucho que digan; pero he probado unas cuantas y resulta que las que elabora “Insitu” se sirven a la temperatura que en el Sur cabe esperar y tienen, cada una de ellas, los matices que te pueden hacer recorrer la carta con unos amigos para terminar entre risas, placeres y esa dulzura necesaria de la embriaguez elegida, por puro desvío, ese matiz de la droga que nos hace llevadera la basura de la vida.He probado un buen puñado de la famosa variante Indian Pale Ale; la que no sabe a semillas de loto tiene un toque a flor del pitiminí que termina por ahogarte en el primer tramo de la caña. Quizá no se deba consumir la primera del menú, porque su sabor es muy potente, pero en “Insitu” la IPA es un prodigio de frialdad amarga repleta de un intenso tostado que, una vez degustada, se mantiene en la memoria peligrosamente, por aquello de la salud.Además, Ignacio, con su loca risa ostentosa y estentórea, hace de comer: todo medido para provocar la sed y la felicidad, ¡qué coño será eso de la comida sana! IPA y codillo de cerdo al horno son pareja de hecho, pero es que hace una ventresca de atún con tomate y albahaca... o una lasaña de boletus... todo gustoso y sabroso, nada suave pero sí delicado... es para beber cerveza, no Evian La Goutte con “crudités” de zanahoria... les deseo larga vida a los salubres.Postre: la Irish Stout, una cerveza negra que no te deja como si te hubieras comido un pollo crudo y que mantiene el frescor aunque no la deglutas ipsofacto.Últimamente, si me apetece salir o quedar con alguien, me gusta ir al “Insitu”, tengo la sensación de estar disfrutando sin gilipolleces, con conocimiento y sin estafas, precios inmejorables hasta si no eres parlamentaria, fabuloso. Les deseo lo mejor, a los dueños y a ustedes, la vida es para morir de haber vivido.
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