Los privilegios que otorga vivir en Sevilla sólo los lastra el tórrido verano. El Sahara se asoma en fechas estivales al tramo bajo del Valle del Guadalquivir y hay que ponerse a recaudo. Una de las maravillas de Sevilla son sus alrededores, cargados de historia, gentes de bien y las excelencias que aplauden cuerpo y alma. Un destino que descubre joyas a los más exigentes en cuanto a artes culinarias es Alcalá de Guadaíra.
Otro río, el Guadaíra, da nombre a una capital que tiene molinos, un castillo, parques, artesanos e industriosos emprendedores que sorprenden al más insensible. Un tiempo atrás retratábamos aquí activos de ‘Los Caracoles’ sobre el buen yantar y beber. Cuentan que, desde entonces, su oferta y precios subieron sin abandonar atributos para el estómago.
Ahora nos recomiendan un lugar desbordado por la clientela fiel. No admiten reserva, se coge mesa o no, ‘aquí me siento, aquí como o bebo, o las dos cosas’ sería la consigna. No se guardan puestos ni permiten, como en ciertas playas, que una sombrilla huérfana reserve sitios. El reto es mandar algún ‘adelantado’ para que ocupe la mesa y después atacar en grupo las maravillas que agradecen los sentidos. Los días de pandemia no asustan a la clientela, ni cierran la cocina ni en La Cochera dejan de tomar medidas de seguridad para evitar contagios.
La cultura de la innovación
Alcalá de Guadaíra es un lugar importante. Desparrama, entre sus hijos e hijas, ese orgullo que sonríe a las raíces cuando se le pregunta a alguien allí donde nació. Está etiquetada como ‘de los panaderos’. Aloja incontables obradores. También, formas y texturas que adopta el pan y sus afamados picos o la pastelería que hereda de los árabes. Es paraíso para el aceite más virginal, una huerta de nota y una industria local que lo inventa, fresa, diseña, fabrica y valoriza con marca propia. En Alcalá se innova día a día.
Los días de pandemia no asustan a la clientela, ni cierran la cocina ni en La Cochera dejan de tomar medidas de seguridad para evitar contagios
Recorriendo sus atestadas calles de coches que contaminan más de lo deseable llegamos a la cita gastronómica en este Alcalá patrio. Un instituto honra al dramaturgo, historiador y poeta del Siglo de Oro español alcalareño Cristóbal de Monroy llena de cultura y conocimiento el gastrodestino. Los alcalareños muestran, muy orgullosos, ese centro de bachillerato por su cuadro docente e inolvidables momentos de juventud.
En 1986 abrió el negocio al que reseñamos. Se llama ‘La Cochera’. Inicialmente, abrió para dar desayunos a los estudiantes del instituto colindante. Después, afloró el espíritu alcalareño. Comenzó la línea de mejora ascendente que hoy siguen. Un pequeño reducto, bodega-restaurante del siglo XXI donde tomar una buena tapa o comida, muy bien presentada, y acompañada de un buen vino o cerveza.
‘La Cochera’ está en calle Profesora Francisca Laguna 6, Teléfono 955334892. En internet vemos una web bien elaborada y altas valoraciones por lo que opinan sus comensales y clientela. Por algo será, se pregunta el observador y preguntón gastronómico. Además, la guía Michelin ya tiene placa en ‘La Cochera’ pues sus expertos ya visitaron este gastro-espacio.
Pillada una mesa, imposible si no se llega temprano, se improvisa un brunch festivos, fines de semana y festivos. Caen algunas cervezas bien tiradas de Cruzcampo, marca sevillana con la que mercadean ahora holandeses. La carta de vinos aloja las principales denominaciones de origen españolas. Las copas en su justa medida y unas jarras-bote con asa de lo más original.
Las aceitunas que ponen sin ser pedidas (olé) están picantitas, teñidas de pimentón y con sabor que augura las mejores degustaciones. Empezamos bien, territorio gastroSevilla. Las olivas se sirven en una original lata de pescado reciclada.
Una ensalada de tomate bien partido, mejor especiado que corona una burrata empieza a elevar las gastropalabras. Los susurros que recomendaban ‘La Cochera’ sobre sus excelencias no se equivocan. Aparece César, el innovador del restaurante. Aclara que él crea, añade valor e innova todo lo que puede con su alma. Pero admite, con humildad que le honra, que es Trini, su mujer, quien fabrica la mejor cocina posible.
El servicio impecable, atento, presto a reponer las carencias y uniformado patrióticamente. Lucen bandera constitucional en cuello de la camisa en la mejor Andalucía ‘por sí, para España y la humanidad’ imaginable. La elección de la terraza, o el íntimo y recoleto interior de ‘La Cochera’, es otro reto. El decorado ecléctico, sugerente y fresco del interior atrapa. Las parejas lo son más ahí, las amistades se fortalecen. Se ven ciertas sonrisas. Se adivina que disfrutar momentos donde se excitan los sentidos no precisa grandes espacios. ‘La Cochera’ es pequeña, no hay autos aparcados, pero sí pulula allí la pulcritud, el rigor que atiende al gourmet y al menos exigente. Todos los gustos salen bien parados de este bar-restaurante-bodega.
Atacando más delicias
Un plato-barco que alinea diferentes croquetas con un frito excelente marida sabores con fundamento: cola de toro, bacalao, puchero-pringá. Hasta los alérgicos al frito pican, caen en las redes de un sabor que comparte la delicia. Vemos en lo comido hasta el momento que la calidad de los productos que basan los platos en ‘La Cochera’ es elegida minuciosamente. De ahí que sobresalga la calidad sin dispararse el precio.
El listado de especialidades en ‘La Cochera’ es tan grande como sus ingredientes, presentaciones y emplatados. Las sardinas ahumadas sobre base de guacamole, taleguillas de morcilla con arroz, mini-hamburguesas-torre con todos sus avíos, carnes al punto bien especiadas y pizcadas por sal Premium, quesos (uno relleno de trufa es glorioso), ensaladas y otras originalidades preguntan al comensal que debe regresar para probarlo todo.
Una de los platos estrella de ’La Cochera’ es la torrija. Quienes la conocen no dicen nada sobre disfrutarla fuera de fechas pascuales. Pero el secreto es el maridaje de dulce-salado pues hablamos de un maigret de pato sobre mini-torrija plena de miel y jugosidad. Quienes prueban tal delicia se les ve ocupados chupándose los dedos pues el sabor emociona los sentidos pues no se espera un sabor tan original. Algo parecido con las pencas rellenas de bacalao o salmón para quienes las vísceras las prefieren lejos de la boca.
Otras propuestas esenciales de ‘La Cochera’ son su variedad de quesos y chacinas y la ‘parte cordobesa’ del lugar. La oferta se centra en el flamenquín al Moriles y un contundente San Jacobo. Novillo argentino, chuletón de ternera o lomo de buey son propuestas carnívoras. Las migas no desiertan de la carta en ‘La Cochera’.
Cuando hay ocasión en ‘La Cochera’ hacen risottos (arroz negro con calamares especialmente) y sopa de tomate con langostinos. Siempre se remata la apuesta de comidas, tapeo y bebidas con postres caseros. Ahí la presentación e ingredientes ayudan a devorarlos, se sea goloso/a o no. De serlo un bizcocho de chocolate bañado de chocolate blanco y virutas es el último paso sólido para el comensal más atrevido.
La casa, si el comensal está a la altura de la propuesta gastronómica invita a una tableta de chocolate marca ‘Vanini’ y/o chupitos que sirven para rematar unas degustaciones inolvidables. Alcalá de Guadaira no olvida sus panes en la mesa de ‘La Cochera’.
Los picos también están en la cesta. Es otra degustación de la casa que elaboran fuera pero que sigue estando a la altura de un lugar que entraña lo mejor. Es absolutamente recomendable ‘La Cochera’. Las razones, entendemos, quedaron claras aquí. Lo que sigue es probar lo mejor de lo mejor. Y prometemos volver, pues no hay estómago que pueda digerir la inabarcable carta.