El primer piloto español en subirse a un podio de Fórmula 1 y conducir un Ferrari, el marqués de Portago (véase la novela EL SABOR DEL ÚLTIMO BESO) era capaz de de romper a correr en mitad de cualquier sitio con tal de descruzarse con un gato negro.
Fernando Alonso es famoso, también, por la enorme atención que presta a la suerte. Contaba Nira Juanco que antes de una carrera evitaba incluso mirarle a los ojos.
En verdad la suerte es fundamental en todo, y en todas partes. Pero en Mónaco probablemente más que en ningún sitio, y en especial respecto al mundo de la Fórmula 1.
Se hablaba de la maldición de Charles Leclerc, y de cómo por fin ha logrado superarla en la carrera de 2024. Por fin,la tercera vez que hacía la pole position en donde había nacido.
Mala suerte el pinchazo de Sainz en la primera vuelta, excelente suerte de Sainz minutos después cuando le dieron una nueva oportunidad después de una bandera roja.
El circuito de Mónaco es otra una ruleta, como las de los casinos. Puede salir rojo o negro, un número u otro, e incluso puede salir el cero.
Como si la carrera estuviese contagiada de todo lo que la rodea: no olvidemos que el Principado de Mónaco vive sobre todo del juego.
La última pregunta para acabar este artículo sería:
¿Se le ha acabado a Max la fortuna?
Bien podría ser. Lo que es evidente es que sí se le ha acabado vivir bajo las alas protectoras de Adrian Newey.
Eso quiere decir que vamos a tener suerte todos probablemente y que vamos a disfrutar de un campeonato mucho más interesante de lo que temíamos y esperábamos.
Hagan sus apuestas, señoras y señores. Hagan juego
Tigre Tigre
