El Ejército de Israel ha vuelto a cruzar una línea roja en su ofensiva contra Gaza al asaltar un edificio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el que se alojaban trabajadores humanitarios y sus familias. El operativo incluyó detenciones arbitrarias, interrogatorios a punta de fusil y humillaciones a civiles, en un nuevo episodio que cuestiona abiertamente el respeto de Israel al Derecho Internacional Humanitario.
El Ejército israelí ha reconocido públicamente haber llevado a cabo el pasado lunes una incursión militar en una instalación utilizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Deir al Balá, en pleno corazón de la devastada Franja de Gaza. Las tropas, según el propio comunicado oficial, detuvieron a varios empleados del organismo, bajo la vaga acusación de "sospechas de terrorismo", sin ofrecer prueba alguna que respalde tal imputación.
La operación se produjo en una zona densamente poblada y bajo la supuesta justificación de haber recibido fuego desde las inmediaciones. Lo cierto es que las consecuencias han sido alarmantes y gravemente denunciadas por la propia OMS, cuyo personal, incluidos mujeres y niños, fue obligado a evacuar a pie en medio del caos y el estruendo de los bombardeos.
Según el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, las fuerzas israelíes sometieron a los hombres a registros forzosos, desnudándolos y maniatándolos delante de sus familias, con armas apuntándoles. Todo ello en un entorno donde se habían producido recientemente ataques aéreos que alcanzaron un almacén médico y zonas donde se refugiaban trabajadores humanitarios con sus hijos.
Humillación y abuso bajo el pretexto de seguridad
Israel ha intentado justificar la brutal operación alegando que actuó en coordinación con organizaciones internacionales y que permitió la evacuación "segura" del personal. Sin embargo, el testimonio del propio personal de la OMS y el relato ofrecido por el máximo responsable del organismo contrastan fuertemente con esta versión.
El Ejército israelí admite que varios de los detenidos fueron liberados tras una “investigación sobre el terreno”, lo cual evidencia la endeblez de las acusaciones iniciales. Aun así, el comunicado militar insiste en que los sospechosos fueron tratados conforme al Derecho Internacional, a pesar de haberles despojado de su ropa y mantenido bajo amenaza armada.
Una violación flagrante del orden legal internacional
Este tipo de actuaciones ,asaltar instalaciones de organismos humanitarios, detener a trabajadores sin pruebas y someter a civiles a tratos vejatorios, no sólo vulneran las normas más elementales del Derecho Internacional Humanitario, sino que degradan aún más la ya deteriorada imagen de Israel ante la comunidad internacional.
La OMS ha advertido de que sus operaciones en la zona se han visto seriamente afectadas, lo que compromete la atención médica en un enclave donde la población civil padece una catástrofe humanitaria sin precedentes. Más de 59.000 palestinos han muerto desde el inicio de la ofensiva, según las autoridades locales, en un conflicto que arrasa infraestructuras esenciales y donde ni siquiera los centros sanitarios, ni los cooperantes internacionales, están a salvo de los ataques.
Mientras Israel continúa justificando sus actos como respuesta al ataque de Hamás del 7 de octubre, el coste humano de su campaña militar sobre Gaza se torna cada vez más insoportable y difícil de justificar desde cualquier punto de vista legal, ético o político. La irrupción armada en instalaciones de la OMS marca un nuevo punto de inflexión en una guerra donde los límites del derecho y la moral parecen haber sido completamente desdibujados.