El difícil equilibrio europeo en la guerra de Ucrania

Pedro Sánchez reafirma el compromiso de España con la soberanía ucraniana en su Día de la Independencia, mientras Europa transita entre la solidaridad simbólica y el pragmatismo diplomático ante la ofensiva rusa.

25 de Agosto de 2025
Actualizado a las 12:28h
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El difícil equilibrio europeo en la guerra de Ucrania| Foto: Pool Moncloa / Borja Puig de la Bellacasa

En plena celebración del 34º aniversario de su independencia de la extinta Unión Soviética, Ucrania ha recibido mensajes de respaldo desde Europa, entre ellos el del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. "España estará a vuestro lado el tiempo que sea necesario", afirmó el líder socialista. Pero este gesto diplomático, cargado de intención política, se produce mientras el tablero internacional gira hacia la ambigüedad, con mediaciones lideradas por Trump y un conflicto que amenaza con normalizarse en la opinión pública.

Compromiso europeo entre la retórica y la estrategia

El mensaje de Sánchez, respaldado también por el ministro de Exteriores José Manuel Albares, no es una declaración aislada. Responde a la necesidad de Europa de mantener su imagen de firmeza democrática frente a la agresión rusa, al tiempo que se ve presionada por una creciente fatiga bélica en sus propios parlamentos y opiniones públicas.

“Una paz justa y duradera” es la fórmula que repiten los comunicados, pero ese ideal contrasta con la dura realidad de una guerra congelada, sin avances significativos en las negociaciones auspiciadas por Washington. La reciente cumbre entre Putin y Trump en Alaska, con resultados nulos, ilustra un viraje preocupante: la diplomacia internacional parece girar en torno a los intereses estratégicos de las potencias, y no al sufrimiento de la población ucraniana.

Mientras tanto, la Unión Europea se debate entre la solidaridad con Kiev y sus propios dilemas geopolíticos y energéticos. El compromiso expresado por España tiene valor político y moral, pero llega en un contexto donde cada vez cuesta más convertir las palabras en acciones tangibles.

La defensa de la democracia exige más que gestos

Ucrania no celebra su independencia como una fecha histórica cualquiera. Lo hace en un contexto de ocupación, con miles de víctimas civiles, infraestructuras devastadas y un futuro incierto. En ese marco, la defensa de su soberanía se convierte en una prueba de coherencia democrática para Europa. El riesgo es evidente: convertir el apoyo a Ucrania en un acto rutinario de protocolo diplomático, sin impacto real sobre el terreno.

El respaldo de España no puede quedarse en la retórica institucional. Apoyar a Ucrania también exige exigir responsabilidades por los crímenes de guerra, rechazar los intentos de blanqueo geopolítico de figuras como Putin, y mantener una política exterior basada en principios, no solo en equilibrios comerciales o de seguridad.

La defensa de los derechos humanos no puede depender del calendario electoral de las grandes potencias, ni de los intereses de bloques que, como Estados Unidos bajo Trump, ponen más énfasis en su papel de mediadores que en la justicia internacional.

 

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